sábado, 19 de agosto de 2023

Escena de Versos envenenados, 63

 


            Y abrí una botella de cerveza. Y abrí otra. Y no sé cuántas cervezas llevaba ¿40 quizás? cuando el tono de mi ánimo se situó. Quise escribir. Me dije a mí mismo que escribiría lo que estaba sintiendo, pero no debí hacerlo, pues esta mañana no había nada sobre el escritorio. Pero sí sé que decidí escribir con sangre. Me dije que escribiría las letras con sangre, mojando la pluma en mis venas, rojas de vida, rojas de existencia, rojas de amor por Carmen. Pero no pude hacerlo, y si lo hice, no está, no existe por escrito esa experiencia alucinadora.

            Leí en algún sitio que cuando se está enamorado no se escribe, pues no se tiene tiempo. Discrepo del autor de esas palabras, si literalmente son así, y no se trata de otra de las alucinaciones de mi vida. ¡Maldita vida! ¡Y el caso es que no tuve cojones para acabar con ella! Yo tengo mucho tiempo, durante el día y durante la noche para escribir, aunque no soy ni escritor ni poeta, más bien un paria de la vida condenado desde antes de nacer. Estoy enamorado y tengo tiempo para escribir sobre el amor que siento.

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