En el fondo de tu espejo
hay un manantial de luces
envolventes todas ellas,
de agua y de sed
de sol y de arena,
hay un manantial de luces
espejeantes todas ellas
de olor y colores
de estrellas y luceros,
no son fugaces, no permanentes,
hay una mano que toca
la espalda encorvada
el lagrimal aterido
la comisura de unos labios asustados.
En el fondo de tu espejo
hay un nacimiento cristalino
que canta a agua, que canta a limpio
envolviendo con acogedores brazos,
cálidos arrullos,
a una respiración
que deja diminutos círculos
perdidos en cada inspiración.
En el fondo de tu espejo
hay una vida
que vivirla quiero,
hay una risa
que reírla quiero,
hay un amor
que amarlo quiero.
hay un manantial de luces
envolventes todas ellas,
de agua y de sed
de sol y de arena,
hay un manantial de luces
espejeantes todas ellas
de olor y colores
de estrellas y luceros,
no son fugaces, no permanentes,
hay una mano que toca
la espalda encorvada
el lagrimal aterido
la comisura de unos labios asustados.
En el fondo de tu espejo
hay un nacimiento cristalino
que canta a agua, que canta a limpio
envolviendo con acogedores brazos,
cálidos arrullos,
a una respiración
que deja diminutos círculos
perdidos en cada inspiración.
En el fondo de tu espejo
hay una vida
que vivirla quiero,
hay una risa
que reírla quiero,
hay un amor
que amarlo quiero.
Francisco Javier Illán Vivas
Dulce amargor
(Imagen, La venus del espejo, de Diego Velázquez,
National Gallery, Londres)
Dulce amargor
(Imagen, La venus del espejo, de Diego Velázquez,
National Gallery, Londres)
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