lunes, 26 de mayo de 2008

Un documento con historia

Entre los papeles que estoy removiendo, ha aparecido la primera charla que preparé para presentar La Maldición, en un lejano diciembre de hace cuatro años, en el año 2004, que lo hice enn el Museo de la Ciudad, en Murcia (2 de diciembre); Salón de Plenos del Ayuntamiento de Molibna de Segura (15 de diciembre) y en el Museo Etnológico, de San Javier (16 de diciembre).

Me vais a permitir subirlo aquí, pues no os podéis imaginar, salvo que tengais que presentar un libro propio, lo dificil que se hace buscar las palabras idóneas para ello:

Este es el documento histórico. Y lo ilustro con imagen del prólogo de la novela, escrita a máquina, una máquina que, como podéis comprobar, no tenía el signo de exclamación de apertura.



Tengo que confesar que nunca creí verme aquí sentado. Vengo escribiendo desde que me recuerdo, siempre con el lápiz o el bolígrafo a cuestas. ¡Y cuántas veces cambié un relato o una de mis novelas! ¡Y a máquina, lo que me obligaba a repetir a partir de un determinado folio todos los siguientes! Pero, como dice el refrán, quien no es agradecido no es bien nacido y no puedo olvidar cómo comenzó todo esto. Por ello doy gracias a Carmen Clemente, que me clavó una espina retadora cuando, después de muchos años, me preguntó si seguía escribiendo. Le doy las gracias también a Ami García Puentes, que condujo mis pies hacia Nausícaä, y a ésta editorial que desde el primer día que nos vimos confió en mí.

Y dicho todo esto, ¿qué es La Cólera de Nébulos?

Me preguntaban hace un par de fechas que cómo había dado el salto desde la poesía a la novela, y desde la poesía de amor a una novela de fantasía épica, cercana a la fantasía heróica, o como la definió Fritz Leiber, de espada y brujería. Porque La Cólera de Nébulos, en su conjunto, es eso, una gran historia, mundos alternativos y el permanente enfrentamiento entre el bien y el mal.

Y la respuesta fue muy fácil. La Cólera de Nébulos tiene su nacimiento en tres cartas de amor que escribí en el verano de 1980, que titulé La Boda, el Torneo y el Nacimiento. Eran tres cartas muy poéticas, lo reconozco, que después asocié en un mismo relato, al que llamé Universos el Creador. Digo que era muy poético, muy alegórico, pero para mí fue la mejor forma de expresarle a una mujer que la amaba, y deseaba que soñase conmigo cómo sería nuestra boda y el nacimiento de nuestro primer hijo.

Las cartas, actualizadas al relato, las encontrarán en las páginas 239 a 242 del capítulo titulado Annae. (NOTA para esta entrada en la bitácora: esto fue en la primera edición, las posteriores está en las páginas 245 a 248)

Después se convirtieron en un ambicioso proyecto de más de doscientas mil palabras, de casi ochocientas páginas, en una fantasía épica que han catalogado de considerable extensión, y que funciona independiente una parte de otra.

Es, insisto, ante todo, una aventura. Y un viaje. También me han interrogado sobre la inevitable comparación con El Señor de Los Anillos, y debo confesar que, ¡ojalá!, pero en aquellos tiempos era uno de los muchísimos que no conocían las obras de Tolkien. (Ahora es difícil decir que no se conoce la película. No sé cuantos conocen la novela) Pero La Cólera de Nébulos está más en la tradición de mis lecturas de aquellos tiempos: Stephen Donaldson, Robert Jordan o Katherine Kerr, aunque sin olvidar a personajes como Rey Kull, Elric de Melniboné, y Conan el cimmerio.

La Maldición ha tenido bastantes lectores editoriales, y casi todos han coincididos en alguno de estos aspectos: esta muy bien narrada, sobre todo a la hora de ofrecer una facilidad de comprensión al lector, pese a la profusión de datos históricos, que yo- en mi función de narrador- voy entroncando y sacando a colación en el propio relato y creando todo un mundo en el que el lector podrá bucear y dejar volar la imaginación.

Este es uno de los motivos por los cuales os puede parecer lenta, pero os animo a tener paciencia hasta la batalla final de Iskar, entonces los acontecimientos se precipitan hacia su destino. Inevitablemente en esta primera parte tengo que sentar las bases de todo cuanto después ya se da por conocido.

Es una novela apta para lectores jóvenes y adultos, e incluso para lectores no aficionados al género. Y es una novela que tiene mucho de paseos por el Mar Menor. San Javier, y especialmente Santiago de la Ribera, están muy unidas a esta novela. Primero por el lugar donde vivía, el Edificio Estadio, con sus hierros rodeando las escaleras, auténtica atalaya o Torre de Guardia que encontraréis a lo largo de la obra, segundo por Suhamak, ese reino fantástico que descubrí paseando por las playas cuando la calina esconde La Manga. Allí lo vi y lo plasmé en esta novela. Y por la inspiración, por los momentos de no saber cómo continuar, por su clima, que me permitía pasearme a intespestivas horas buscando la continuación. Por ello deseaba presentar mi obra aquí. De igual modo, aquel que recuerde la antigua carretera de Madrid a la llegada a Molina de Segura, verá lo que ven los Eternos al encontrarse con el camino de polvo blanco para llegar a Augustia.

Y ya voy describiendo aspectos, como es mi afición por la mitología, que nos permite, por su amplio campo imaginativo, mucho partido y posibilidades. Es un mundo muy creativo y bastante aceptado.

¿Qué son los Eternos? En su origen fueron humanos, pero evolucionaron hasta conseguir dominar el tiempo- en la tradición de Asimov con su Fundación- y, por ello, pueden viajar a través del espacio-tiempo, entrando en la cuarta dimensión. La idea del pasado y del futuro no tienen para ellos el sentido que les damos nosotros. Sería algo así como que importa el aquí y ahora. Por eso es importante lo que aquí planteo: Eleazar pasa a convertirse “en un muñeco manipulado y aplastado por un destino que le supera” y en el cual arrastra a un Eterno, muy actual, aún escrito hace veinte años, pues los humanos- nosotros- no controlamos ni nuestro destino ni nuestra vida, y ellos se “debaten, se hunden lentamente hacia el final, que no por ineluctable se presiente como agradable”.

Vivirán un mundo en guerra, ¡qué parecido!, con dos potencias, Olimpia al norte y Asgard al sur. Y lo he planteado así influenciado por el debate NORTE- SUR que marcaba aquellos días la prensa: el Norte, culto y rico; el Sur, salvaje y pobre. Olimpia debía ser, por tanto, el norte; Asgard, inevitablemente, el sur.

Y sobre retazos de la historia de un mundo imaginario, y verán que parecido al que vivimos en estos momentos, somos testigos del eterno combate entre el Bien y el Mal y, como he sido influenciado por la cultura griega y cristiana, claramente definidos tales términos. El Bien es la luz, el Mal es la sombra; el bien es Celestos, el Mal es el Orco.

Y todos son peones de esa eterna lucha. Para terminar citaré a uno de los lectores editoriales, quien me decía que esta novela tiene mucha acción trepidante, lucha, conflicto o efecto de defensa o el bello concepto, siempre presente, de la heroicidad, de la entrega a la lucha de unos determinados valores que terminan yendo más allá de la superviviencia.

Confío que disfrutéis con la lectura de La Maldición y, si gusta, os aseguro que las aventuras de Eleazar y Eostes continuarán más allá de la Oscuridad Infernal.

Gracias nuevamente por haber venido.

Hasta aquí el documento. Espero que os parezca interesante.

2 comentarios:

Rosa Cáceres dijo...

Los que nos hemos deleitado con la lectura de este libro, que te define como novelista, nos deleitamos ahora con lo que nos cuentas sobre sus fases iniciales.
Gracias por proporcionarnos el placer de una historia que tiene el estilo de una verdadera epopeya.

François de Fronsac dijo...

Hola, Rosa.

Gracias a ti por esas palabras.