Cuando presenté Versos envenenados, comenté que era la "segunda" parte de unas ochenta páginas que había escrito en un arrebato creativo alrededor de las cuatro de la mañana de un día de verano, tras una desagradable experiencia en la Pasarela que lleva desde la Curva de la Culebra a la Playa de la Torre Derribada.
Hace apenas unas fechas le he puesto, por fin, el punto final a la "primera" parte, que ahora es la segunda, pues Versos envenenados lo escribí para explicar lo que ocurría en esta novela.
Unos ocho años he tardado en convertir 80 páginas en más de 200, y la espera ha merecido la pena, pues creo que es de lo mejor que he escrito hasta la fecha.
Cinco ediciones contemplan a Versos envenenados, que no está mal, ¿verdad?
Ahora toca el camino de que al editor le guste...
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