La crucé para llegar a una tienda de plantas (1), que en
aquellos momentos estaba cerrada, pero quería mirarlas mientras me terminaba
aquella diminuta porción de tabaco.
Junto a la valla había varias macetas con plantas de
salvia, romero, orégano, tomillo, santolina y otras aromáticas. Metí la mano y
toqué la segunda, llevándomela después a la nariz para oler aquel aroma que
tantos recuerdos me traía.
—¡Bueno, capullo! ―me dije en voz
alta―. Ha llegado el momento de entrar y portarte.
Volví sobre mis pasos. El romero seguía oliendo en mis
dedos y en mi cerebro, dándome una extraña sensación de seguridad ante lo
inseguro que se presentaba mi provenir.
(1) Se refiere al Azalea Garden Center, para no confundir con el Herbolario Aguador Natural
No hay comentarios:
Publicar un comentario