No teniendo más remedio que aceptar que vivimos en
sociedad, que Carmen es la mejor amiga de Marta, que yo estoy saliendo con Marta
y que si no asisto tendré más problemas que los propios de dar pésames sin
saber a quién se los das, me decidí definitivamente por acompañarla al
Tanatorio Arco Iris, en la carretera de La Alberca- Santo Ángel.
No es solo el desplazamiento al tanatorio. Es su
ambiente, su olor, los ecos que hablan de muerte, del triunfo de la separadora
de amigos, de que la segadora de vidas ha conseguido vencer la existencia de
quien se le oponía y, más aún, en el caso de quien nos ocupaba, que era joven.
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