viernes, 15 de marzo de 2019

Escena de Versos envenenados, 27


      Sí, estoy de acuerdo contigo. Porque a Neruda, que escribió algunos de los más bellos versos intimistas de la historia, sentía pasión por el eterno femenino, como lo llegaron a llamar. Era un poeta del amor y de los amoríos, que veneraba a su esposa, pero le encantaba cualquier pequeña intriga pasional. Como a él le gustaba decir, era un poeta casamentero.

            Por supuesto, en los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, obra de su primera juventud, el cuerpo de la mujer forma parte del paisaje, es paisaje. El principio del poema uno es un exponente claro de lo que estoy diciendo.

            Neruda era un mirón, un poeta mirón. Admiraba la belleza a distancia en su casa de Isla Negra. Era un poeta del color, de la luz, de las formas, y sus mejores poemas de amor siempre tienen, por algún motivo, coloraciones rojizas.

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