Sonrió. Sintió todo su cuerpo presa de un acaloramiento,
de un nerviosismo, de una excitación profunda de triunfo, de haber alcanzado
algo anhelado y que consideraba inalcanzable. Él, Carlos Pujante, hijo de
Anselmo Pujante, un arruinado terrateniente, había intentado con muy poco éxito
encontrar trabajo en diferentes empresas hasta la actual ABC & ACME
Corporation, y en esta había entrado por influencia materna. Su madre, de
familia venida a menos, machacó incansablemente en su cerebro la idea de entrar
como representante en la multinacional norteamericana; de que en ella
alcanzaría la posición social disfrutada anteriormente por la familia y, por
mediación de él, todos volverían a ser importantes entre la gente bien de
Murcia capital.
Después, ya vendría el paso a la política.
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