miércoles, 3 de octubre de 2018

Escena de Versos envenenados, 13





            Carmen solía llegar unos minutos antes de la hora, y saludaba al vigilante nocturno, siempre el mismo. Lo llamaban Muelas, desconocía su nombre de pila. Claro, que el Sr. Muelas la llamaba a ella «la hippy», y ahora no sabría decir el motivo por el cual le puso ese apodo. Porque Carmen solía vestir muy informal, siguiendo la cultura entre los jóvenes de aquellos años, moda que llegó a España― como casi todo― con unos años de retraso, pero no era lo habitual en la oficina, donde se la tenía catalogada como una empleada cumplidora, formal y digna de confianza.

Homenaje a mi amigo Javier Muelas, en quien pensé para el personaje.

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