Pues así fue el momento
de sexo que vivieron Carmen y Carlos en una de las recónditas calas de
Calblanque.
Ya no le importaba la arena, ni haber estado bañándose en
el mar y no poder quitarse la sal. En verdad, llevaba muchas fechas deseando
que Carlos tuviese tiempo para perderse unos días y pasarlos juntos.
—¡Oh, Carlos, ha sido fantástico! ¡Te
quiero! ¡Te quiero!
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