martes, 11 de septiembre de 2018

Escena de Versos envenenados, 10


—Que se joda el eunuco del jefe —dijo despectivamente— ¿En qué estáis trabajando?
—Aún seguimos con lo mismo, y cada vez se complica más. Ya llegan cientos de quejas a la Policía Local, o a los Ayuntamientos correspondientes. Uno de los lugares con más denuncias es cerca de donde vives— le dijo uno de ellos, mientras dejaba de teclear y se recostaba sobre el respaldo del asiento.
—¿A qué te refieres?
—¡Pues al cancaneo, joder! ¿A qué va a ser? Al cruising, sobre todo al gay. La inhibición que demuestran ante los paseantes, senderistas, críos, en fin, que está siendo un problema en las zonas de Coto Cuadros; El Palmar, junto al aparcamiento de subida al Castillo de la Asomada y en el Parque Regional de las Salinas de San Pedro del Pinatar, sobre todo.
—Ostia, ¿y eso nos toca investigarlo a nosotros?
—Cuando la cosa deviene en enfrentamientos entre los transeúntes y los que practican el cruising sin esconderse, sí. Encontronazos que han terminado en palizas que han requerido atención hospitalariay aquí nos tienes, el jefe nos lo ha endiñado.
—Bien que os ha dado por culo con eso, bien que os ha jodido —exclamó con una carcajada, mientras regresaba a su mesa. Él también tenía pendiente un informe.

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