—Que se joda
el eunuco del jefe —dijo despectivamente— ¿En qué estáis trabajando?
—Aún
seguimos con lo mismo, y cada vez se complica más. Ya llegan cientos de quejas
a la Policía Local, o a los Ayuntamientos correspondientes. Uno de los lugares con
más denuncias es cerca de donde vives— le dijo uno de ellos, mientras dejaba de
teclear y se recostaba sobre el respaldo del asiento.
—¿A qué te
refieres?
—¡Pues al
cancaneo, joder! ¿A qué va a ser? Al cruising,
sobre todo al gay. La inhibición que demuestran ante los paseantes,
senderistas, críos, en fin, que está siendo un problema en las zonas de Coto
Cuadros; El Palmar, junto al aparcamiento de subida al Castillo de la Asomada y
en el Parque Regional de las Salinas de San Pedro del Pinatar, sobre todo.
—Ostia, ¿y
eso nos toca investigarlo a nosotros?
—Cuando la
cosa deviene en enfrentamientos entre los transeúntes y los que practican el cruising sin esconderse, sí.
Encontronazos que han terminado en palizas que han requerido atención
hospitalariay aquí nos tienes, el jefe nos lo ha endiñado.
—Bien que os
ha dado por culo con eso, bien que os ha jodido —exclamó con una carcajada,
mientras regresaba a su mesa. Él también tenía pendiente un informe.
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