Una de las sorpresas de nuestro viaje a Los Infiernos fue que nos esperaba, nada más traspasar el cartel, un perro.
Nos miró fijamente, pero no se sorprendió de que el vehículo lo aparcásemos dentro de "su" territorio, ni que en el mismo viajasen tres caniches.
Por cierto, el perro NO tenía tres cabezas...
Toñy Riquelme descendió y después de ella, yo. Como Orfeo, nos paseamos por Los Infiernos, y regresé junto a con mi Eurídice.
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