viernes, 8 de junio de 2012

El gato


El gato permaneció mirándome
con ojos rasgados,
desde el lindero
y me provocó un escalofrío.
El gato.
¿No era nuestro gato?
Le llamamos Isidoro
aunque sabíamos
que era hembra.
En la cocina,
en la capilla,
en los bidones,
buscando caverneras
entre los árboles,
subido a sus copas,.
sólo las paleras
retenían su ímpetu cazador.
Ojos rasgados,
mirada profunda
para él yo era un extraño.
¡Qué extraño
que un hijo de Isidoro
hubiese heredado
la aborrecible tierra!

Francisco Javier Illán Vivas
Crepusculario

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