viernes, 12 de junio de 2009

Hablando de libros con Marian Raméntol


Marian Raméntol Serratosa, Barcelona, 27 de febrero de 1966, miembro del grupo poético LAIE desde el año 2004. Directora de la revista La Nausea desde el año 2006. Miembro del grupo musical O.D.I. desde el 2006.

Ha publicado La Noria del Festejo. Ediciones Atenas. 2005; Hay un área de descanso un poco más abajo de mi vientre. Ediciones Atenas. 2006; Versos Diversos- Grupo poético LAIE- Antología. Ediciones Atenas. 2007; Domicilio de Nadie-Muestra de poetas barceloneses. Isla Negra Editores. 2008; Comiendo Pelos Como Herejía Poética. Ediciones Atenas. 2008; Duología Poética, Un blues no es suficiente razón para morir y Pretendo que una guerrilla de poemas ataque de improviso el ático de dios. Ediciones Atenas. 2008; No hubo apenas mar en el desnudo abierto de tus ojos. VIII premio de poesía Leonor de Córdoba. Colección Daniel Leví. Edita: Asociación Cultural Andrónina. 2009.

Además sus poemas y colaboraciones han aparecido en gran número de revistas en papel y digitales.

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Pregunta.- Dice usted en su poética que se ha pasado media vida intentando definir la poesía, y que aún no lo ha conseguido. ¿Es necesario hacerlo?
Respuesta.- En realidad no, pero el ser humano, al basar su forma de expresión en el leguaje estructurado, intenta siempre “etiquetar” todo cuanto observa o practica, necesitamos dotar de una lógica, sea cual sea, todo cuanto hacemos. Pero precisamente, en poesía, tal y como yo la entiendo, eso es imposible, porque contempla la abstracción e intenta comunicar más allá del lenguaje, por lo que es casi imposible de definir, y lo es porque el concepto mismo de “abstracción” implica el aislamiento conceptual.
No estamos acostumbrados a ese aislamiento conceptual, y quizá por ello nos empeñamos en intentar buscarle un nombre, una explicación que nos proteja de ese K.O. técnico que casi nos imposibilita de cintura para arriba porque atenta directamente contra los mecanismos habituales de nuestra mente.


P.- Miembro del grupo poético LAIE, directora de la revista La Nausea, miembro del grupo musical O.D.I., ha publicado siete libros de poesía, colabora en multitud de revistas, tanto en papel como digitales, y escribe. ¿De dónde saca tiempo Marian Raméntol para cubrir tantos frentes?
R.- El tiempo es una de nuestras condenas, es cierto, pero siempre hay un momento para todo, o digamos que tengo la capacidad de saber sumergirme en mis propios laberintos y buscar de cada callejón sin salida el instante oportuno para priorizar mis necesidades, que pueden ir desde un simple trozo de papel y un bolígrafo, pasando por la conexión a Internet y el uso del ordenador, la lectura indispensable para mi alimentación, o simplemente pararme a respirar. El tiempo puede moldearse, todo depende de la habilidad que tengamos para obligarle a rendirse a nuestras expectativas, en el bien entendido de que también tenemos que ser hábiles elaborando esas expectativas, pretender imposibles nos llevará siempre a no poder cumplirlas, pero si no es el tiempo lo que nos importa si no el “camino” que realizamos mientras abusamos de él, todo se convierte en algo mucho más fluido de lo que podríamos pensar en un principio. No importa, por ejemplo, conseguir abarcar cinco proyectos en dos meses, (si nadie nos obliga a ello, claro está), lo que importa es llevar esos cinco proyectos adelante en el tiempo que sea necesario, y sobretodo, no olvidarnos nunca de disfrutar con todos ellos. Si conseguimos eso, el tiempo se deshace.


P.- Duología poética contiene dos poemarios: Un blues no es suficiente razón para morir y Pretendo que una guerrilla de poemas ataque de improviso el ático de dios. Ambos fueron premiados a nivel nacional e internacional. ¿Por qué publicarlos en un sólo volumen?
R.-. El primer poemario, Un blues no es suficiente razón para morir, fue galardonado en el 2006 en el Premio nacional de poesía Antero Jiménez, Torredelcampo, Jaén, en cuyas bases incluían la publicación del libro, pero a pesar de ello, dicha publicación jamás se llevó a cabo. Las insistentes llamadas telefónicas por mi parte me llevaron por el camino de la amargura durante dos años, la respuesta que recibía por parte de los responsables era siempre la misma: “el libro está en imprenta, hemos tenido que hacer múltiples correcciones porque habían errores tipográficos, pero ya está casi solucionados y pronto estará en la calle, etc, etc” la respuesta no se sostenía por ningún lado, ya que el trabajo se lo facilité yo misma en DC cuando se hizo el acto de entrega de premios, así que no existían errores tipográficos de ningún tipo, no saqué agua clara del asunto y como es natural, dejó de tener sentido que un libro se pasara en la imprenta tres años, y que yo sepa, allí debe seguir. Sencillamente incumplieron con una parte de las bases del premio.
Mi editor por excelencia, José María Pinilla, que siempre tuvo una fe inconmensurable en mi, insistía una y otra vez en que Ediciones Atenas se hiciera cargo de esa publicación, y a finales del 2008, aprovechando que otro de mis poemarios había sido galardonado, y en ese premio no se contemplaba la edición de los trabajos en papel, se nos ocurrió la idea de aunar ambos en un solo volumen y publicarlos juntos. Así nació Duología poética.


P.- En el prólogo de esta Duología poética, el malogrado José María Pinilla decía que estamos ante una nueva poesía barcelonesa que está rompiendo las fronteras de lo previsto.
R.-. José María no fue tan solo mi principal editor, fue mi mentor, de él aprendí a huir de los caminos trillados, como él decía, de sentir terror por los lugares comunes que no aportaran nada nuevo. No paró de inculcarme que si uno quería escribir dignamente poesía, debía inexorablemente reinventar el lenguaje, porque en caso contrario podíamos hablar de muchas cosas, de muchas disciplinas, menos de poesía. Esa era su máxima. Fue un maestro exigente y duro en muchas ocasiones, pero siempre consideré que yo creía en él como “maestro” con la misma fe con la que él creía en mis posibilidades, y a tenor de sus expresiones, creo que al final conseguí, al menos, aproximarme un poco a lo que siempre quiso transmitirme.


P.- ¿Podría decirme por qué un blues no es suficiente razón para morir?
R.-. Porque me lo dijo un amigo muy querido en uno de sus asaltos a mi “bandeja de entrada”. Siempre he estado a favor de las facilidades que nos proporciona la tecnología, y en poesía no iba a ser diferente, uno de mis mejores amigos poetas es Chileno, Roberto Cantele, con él he compartido literatura y poesía desde hace más de cinco años en una especie de actividad poético-literaria frenética que no ha cesado nunca, y cuando se comparten versos a ese nivel es absolutamente inevitable que uno acabe conociendo la piel poética del otro casi al milímetro. Tenemos un proyecto en común, Partopoesía -El Piano se Pasea por los Olvidos, que espero pueda ver la luz algún día, basado en la hipertextualidad, en el co-parto de versos con entidad propia, que alcanzan nuevos uni-versos destilando y destilándose unos de otros como en las manos de un alquimista. Él me regaló ese apunte en el contexto de una carta, y de ahí nació tiempo después el poema que da título a la primera parte de Duología Poética.


P.- ¿Por qué debería una guerrilla de poemas atacar, de improviso o no, el ático de dios?
R.-. ¿Qué mejor lenguaje para inquirir a los Dioses que aquél que intenta comunicar más allá del lenguaje? para invadir el territorio de una “entidad” o “entidades” que están supuestamente por encima de nosotros y que son tan abstractas como lo “incognoscible” necesitamos precisamente un idioma que contemple la abstracción en su máxima potencia, la poesía, que puede ser una experta guerrillera si se lo propone, me parece el mejor de los aliados en este sentido.
La figura de Dios o Divinidad es una pieza importante en mi poesía precisamente por su desmitificación. Soy consciente de que la idea de un Dios con más vicios que los humanos pueda resultar "poco amable" para según qué lectores, pero así es. Mis dioses han perdido su divinidad, son tratados como déspotas dictadores que se limitan a ignorarnos, o lo que es peor, a manipular en su nombre nuestras vidas para mayor beneficio de unos pocos. Dios es el desconcierto, el desengaño, y por lo tanto, un enorme saco lleno de dudas y reproches. Es un elemento más de mi cultura y de mi entorno, si mis poemas pueden nutrirse, por ejemplo, de la velocidad de un programa de centrifugado, ¿por qué no iban a mirar a los dioses de reojo, colarse por entre las sempiternas promesas de salvación y alzar la voz tan alto como puedan?


P.- ¿Qué le llevó a escribir?
R.- . Esta tendencia mía a apuntar, oler, sentir y absorber cuanto me rodea para intentar “versarlo” después.
Creo que sufro un alto grado de sinestesia, sin remisión posible. Justamente hace poco, en la revista La Nausea se ha publicado un interesante artículo del Doctor Albert Figueras donde se asegura que en casos extremos, los sinestésicos ven aromas, oyen sabores y conocen el gusto de los colores y que en una conferencia realizada en el marco del World Science Festival en mayo de 2008, el neurólogo V.S. Ramachandran explicó que la sinestesia es ocho veces más frecuente entre poetas, artistas y novelistas que entre el resto de las personas.


P.- Me gustaría conocer el proceso creativo de Marian Raméntol. ¿Cuándo y dónde escribe?
R.- . En todas partes y todo el tiempo posible. Siempre llevo a mano los útiles indispensables para anotar todo cuanto mis ojos puedan escuchar, desde una conversación en un autobús, el ritmo de una máquina mientras está en funcionamiento, un paisaje, las aceras, las esquinas, el silencio, todo, todo sirve para la cocción de cuanto escribo. No debo olvidarme de la lectura, mi querido amigo José María Pinilla, siempre me decía que para poder escribir habían tres grandes máximas, leer, leer y leer.
El cine tiene también un papel importante, no en pocas ocasiones he tenido que parar el vídeo para anotar tal o cual idea que me ha literalmente asaltado mientras veía una película, algo parecido pasa con la música, sencillamente me dejo “atacar” por el mundo, y luego lo proceso todo en mi caldero particular.


P.- En su bitácora tiene usted un apartado para sus abuelos, sus padres y sus hermanos poéticos. Háblenos de ellos.
R.- . En mi relación inicial con la escritura, fue el barroco quien marcó mis primeras tendencias, las hipérboles y el oscurantismo del léxico propio de autores como Góngora o Quevedo, me provocaban chiribitas en los ojos. Mi experimentación por aquel entonces iba dirigida hacia la textura de las palabras, su peso, su sonoridad, su propio volumen, su tacto, en fin, que no era lo mismo decir “cinturón” que “tahalí”, por ejemplo. Y aunque quede ya muy lejos de mi estilo actual, considero a ambos mis “abuelos” en esta larga aventura de lo poético. De aquellos primeros experimentos nació La Noria del Festejo, mi primer libro, editado en 2005.

Hay dos Autores que marcaron un antes y un después en mi mirar poético, fueron una autentica revolución en mi modo de aproximarme, hundirme, e impregnarme de otro modo de respirar entre los versos. En esta época no sabría a qué ingrediente poético le otorgaba mayor protagonismo, a la palabra o a la imagen. Lo ideal hubiera sido el equilibrio entre ambas, esa interrelación armónica que les llevase a situarse en un mismo plano, pero en mi caso no sucedía así. La palabra en mi poética era, la mayoría de las veces, el mero útil que utilizaban las imágenes para emerger y manifestarse, para conducir la expresión del sentimiento, a veces de manera casi visual, hasta el corazón del poema, allí solían tomarse un pequeño respiro, para continuar con su discurso plástico hasta el final. Mi relación personal con las metáforas era tan estrecha, que no podía concebir mi palabra sin ellas. A Vicente Huidobro y a Oliverio Girondo les debo mucho, tanto, que los considero mis “padres poéticos”.
Huidobro me enseñó que existen las mujeres-verano que caminan hacia atrás, que es posible que las flores crezcan hacia abajo, y que existen violines como puentes curvos entre las almas. En su manifiesto sobre Poesía, Huidobro nos dice: “Aparte de la significación gramatical del lenguaje, hay otra, una significación mágica, que es la única que nos interesa. Uno es el lenguaje objetivo que sirve para nombrar las cosas del mundo sin sacarlas fuera de su calidad de inventario; el otro rompe esa norma convencional y en él las palabras pierden su representación estricta para adquirir otra más profunda y como rodeada de un aura luminosa que debe elevar al lector del plano habitual y envolverlo en una atmósfera encantada” y es justamente ese concepto el que llevo en mi genética poética. Y el delirio de Girondo me desarmó, su capacidad para pintar escenas surrealistas y tremendamente reales al mismo tiempo, su fuerza, su golpe mágico, me dejó literalmente fuera de combate. Entró en mi vida con sus Veinte poemas para ser leídos en el tranvía" (1922), y ya no se marchó jamás de la estantería de libros mágicos de mi buhardilla.

El compartir a diario los saberes del uno, las experiencias del otro o simplemente los quilos de adrenalina poética en cientos de mails, me llevó a, literalmente, trabajar codo con codo con quien considero mis “hermanos” poéticos, a saber: Sonia Fides (Madrid), mi relación con ella se inició por la participación común en un foro virtual de poesía, y a partir de ahí, nuestro encuentro casi diario en la red, nuestra predisposición para el trabajo en común, nos llevó a crear una especie de “taller” particular, donde desencallábamos versos que se nos habían dormido entre los dedos, modernizábamos otros que se resistían a cambiar de corsé, y como ella muy bien decía, les dábamos clases de Cha-Cha-Cha a nuestra palabra . Sonia me dio las muletas necesarias para mi salto al vacío, para abandonar definitivamente mis escenarios barrocos en los que tan cómoda me sentía e hincar el diente en una nueva trayectoria, en el tren de la locura que definió, poco a poco, el corte mi voz. Su tesón y paciencia para conmigo hicieron de mi respiración otra manera de andar por los versos, sin miedo a lo que aún estaba por domesticar. Su característica principal, bajo mi punto de vista, es la elegancia salvaje con la que nos habla, siempre en equilibrio entre contenido y continente, y de una belleza aterradora.

De Roberto Cantele Cabré (Santiago de Chile), ya os he hablado antes, se ha convertido en una fuente inagotable de inspiración para mí y en un amigo personal muy querido. Llevamos compartiendo poesía mucho tiempo. La potencia y 'oscuridad' desgarradora de la voz de Roberto Cantele es tan aplastante que no deja posibilidad al 'pasar de largo'. Una vez topas con ella ya no se acaba nunca la sed de querer leer más.

Mi otro hermano poético es Cesc Fortuny i Fabré (Barcelona), compartimos además de una vida en común, proyectos literarios y un proyecto musical por el que os invito a dar un paseo: O.D.I http://www.myspace.com/odiritualdrone.
Ha sido siempre uno de mis “guías” literarios, su fe en mis posibilidades con la prosa, me incitó hace ya mucho a volver a la escritura, a comprometerme con ella de manera seria.
De espíritu inquieto, asume la poesía como un taller de experimentación, donde los seres con oficio pueden invocar y provocar el mundo afectivo de los otros. De su obra me impresiona su capacidad, brusca a veces, lírica otras, irreverente y transgresora la mayoría, de golpearnos las cejas, y provocarnos un K.O. técnico en todas nuestras fibras.


P.- ¿Qué lee usted?
R.-. Actualmente básicamente poesía, aunque mi conexión con la lectura vino de la mano de la prosa, yo creo que en vez de venir al mundo con un pan bajo el brazo como suele decirse, lo hice con un libro en la boca. Desde muy jovencita la lectura era uno de mis pasatiempos favoritos, desde cuentos y tebeos a ya más adelante novelas de todos los géneros. No fue hasta el año 2004 cuando mis estanterías empezaron a engordar con volúmenes y volúmenes de poesía que hoy en día conforman mi dieta diaria y mi alimento básico.


P.: En el mundo de las prisas, de la PlayStation, del iPod, del cambio climático, de la aplastante crisis económica, con millones de personas en el desempleo, incluso de esa epidemia recién surgida de México, ¿qué sentido tiene la poesía?
R.-. Volvemos aquí al inicio de la entrevista ¿Tenemos que buscarle siempre un sentido a todo? Nos empeñamos en buscar marcos concretos, explicaciones y definiciones porque no somos capaces de trasladar lo abstracto a nuestro sistema mental estructurado. Planteada esta pregunta que dejo en el aire, diré que la poesía es un idioma más, un lenguaje, e independientemente de los acontecimientos políticos o sociales que conforman nuestro tiempo, no podemos olvidar que vivimos en la era de la comunicación, donde toda expresión tiene cabida, por lo tanto la poesía también ocupa su lugar. De hecho el “sentido” de la poesía o la razón de su existencia, está por encima de los marcos sociales, políticos o culturales, como cualquier disciplina artística. No importa en qué pedazo de historia se la sitúe, ella ha sido desde tiempos antiguos un modo de transmitir el conocimiento, antes incluso de la escritura, se recurría a la poesía para transmitirlo oralmente. Y como forma de expresión tiene sentido mientras exista la necesidad de comunicación, al igual que por ejemplo la pintura o la música.


P.: Haruki Murakami dijo una vez que escribir novela es un reto, escribir cuentos un placer, que es la diferencia entre plantar un bosque o plantar un jardín. ¿Qué es escribir poesía?
R.-. Bajo mi punto de vista es intentar llegar a esa explanada donde lo real es lo intangible, donde la palabra se adelgaza hasta convertirse en un mero perfil, un eco, una silueta de su verdadera naturaleza. Nunca llegaremos a la poesía únicamente a través de la palabra; la poesía no ”cuenta”, no “explica”, no “narra”, su idioma es sugerir, invitar al lector a dejar que sus fibras se zarandeen sin intentar identificar cual de ellas lo hace o por qué, provocar que una pupila se dilate, que haya un cortocircuito en los poros de la piel, que el ritmo cardíaco “sienta” de manera primaria, no consciente.


P.: ¿En qué está en estos momentos su faceta creativa?
R.-. Dividida en varios frentes, por un lado nuevos poemarios, colaboraciones con revistas y otros medios, mi bitácora personal, la dirección de La Nausea, y por otro, sigo con proyectos musicales, para después del verano hay prevista la edición de un nuevo CD de O.D.I, que será mi cuarto trabajo desde que estoy en el grupo. A eso hay que añadir la inmersión en múltiples actividades poético literarias, como por ejemplo la puesta en marcha de la primera edición del Festival Tremó que se celebrará el próximo 20 de Junio en Monistrol de Montserrat. Un festival que aúna las artes escénicas, las plásticas, la poesía y la gastronomía en un solo marco, bajo la atenta mirada de la montaña mágica de Montserrat. También está prevista mi participación en el Festival de poesía del Moncayo que organiza la editorial Olifante y que en principio se ha emplazado para el 28 de agosto.


P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros, el futuro de los mismos, ¿cómo lo ve la directora de La Nausea?
R.-. ¡El futuro de los libros! Bueno, como siempre digo la tecnología se adelanta constantemente al “presente” y avanza a un ritmo difícil de prever. Hace algún tiempo, cuando precisábamos buscar información sobre cualquier tema, acudíamos a la enciclopedia, ahora lo primero que hacemos es buscarlo en Internet, y casi siempre encontramos amplia y variada información sobre lo que estamos buscando. Aunque cierto es que la textura de un libro, su olor, su peso, su presencia, jamás podrá ser substituido por una pantalla de ordenador, y que no siempre resulta cómodo leer en pantalla, como tampoco es igual imprimirnos un libro, ensayo o lo que sea y graparlo a tener en las manos un volumen bien encuadernado, creo que sintiéndolo mucho por los románticos que todavía acariciamos las solapas de un libro o de una revista, el futuro de éstos está en su versión digital. El coste de un libro impreso es el que es, y cada vez más lo que se practica es la autoedición, lo que implica que la mayoría de las veces la distribución la realiza el propio autor, ¿qué acaba sucediendo? que una vez extorsionada la familia, los amigos y los amigos de los amigos, los libros acaban amarilleando en cajas en cualquier rincón de la casa. Internet por el contrario, da la opción de minimizar esos costes y de ampliar sin límite el radio de acción en cuando a difusión, por lo que creo que a la larga, éste será el medio más utilizado tanto por autores como por lectores.
Al menos, desde la experiencia de la dirección de La Nausea, esa es nuestra realidad diaria, nuestro proyecto sólo tiene un coste, el tiempo de dedicación y compromiso que requiere cualquier proyecto serio y riguroso. La Nausea se nutre de la colaboración desinteresada de nuestros propios lectores, es una plataforma de difusión cultural abierta a toda disciplina artística, hoy en día, los subscriptores ascienden a más de 1500 direcciones de todo el globo y trabajamos con una programación cerrada a seis meses vista, eso significa que recibimos infinidad de colaboraciones, además de nuestros articulistas habituales, de muchos interesados en el proyecto, en su contenido y en su expansión. Estamos hablando de un proyecto vivo, factible, que despierta el interés suficiente como para recibir constantes peticiones de suscripciones nuevas cada semana, y sin que ello implique costes astronómicos con los que tener que lidiar de número en número, volviendo a mi planteamiento inicial, si la tecnología nos brinda ventajas, hay que saber aprovecharlas.

No obstante debo dejar claro que yo soy una de esas románticas en vías de extinción a quien les encanta tener entre las manos un libro en papel, olerlo, tocarlo, o una revista con ese especial aroma en sus páginas, y que todavía invierto dinero en ellos, los selecciono cuidadosamente y procuro tener al día mi biblioteca, cada nuevo libro o revista que pasa a formar parte de mi familia de papel es toda una fiesta, pero aún así, no puedo por más que confesar que el futuro apunta hacia la consolidación de la versión digital de la cultura.


Muchas gracias.

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