Marta Serrano Martínez nació el 7 de junio de 1985 en Murcia. Su primer cuento lo escribió con siete años y su primera novela, cuando apenas tenía doce. En su adolescencia ganó varios concursos literarios, pero dejó esta afición un poco apartada por falta de tiempo cuando acabó sus estudios en el instituto.
Es técnico superior en integración social y diplomada en educación social. Trabaja como educadora social en un centro de acogida de mujeres en riesgo de exclusión.
Con La huida de César resultó finalista en el VII Premio Hontanar de Narrativa Breve 2008.
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Pregunta.- Su primer cuento lo escribió con siete años y su primera novela, con apenas doce. ¿Qué buscaba? ¿Verse a través de la escritura para conocerse a sí misma?
Respuesta.- Cuando eres un niño no buscas nada, sólo haces las cosas que te gustan porque te gustan, sin más. No hay otra motivación. La escritura para mí era una afición a la que le dedicaba mucho tiempo, me gustaba inventar personajes e historias. Y aunque en el momento de escribir esas historias el fin no era conocerme, ni hacer de la escritura una catarsis, sí es cierto que leyendo hoy lo que escribía entonces puedo medir un poco mis estados de ánimo en esos momentos. Además, tampoco se puede decir que yo haya sido una persona muy sociable en mi adolescencia, más bien todo lo contrario. Soy bastante tímida, solitaria. Y la soledad es requisito indispensable para crear. Así que supongo que lo de escribir es algo que “me vino”, no lo busqué.
P.-Los personajes de esta novela tienen una visión descorazonada y llena de amargura del mundo.
R.- Están en ese momento que todos hemos tenido alguna vez de decir: todo es una mierda, ¿para qué intentarlo? Ellos no encuentran otra satisfacción en la vida que el estar juntos, compartir historias, cervezas y cigarrillos. Ese sentimiento de apatía ante el mundo que les rodea es común en los adolescentes, pero lo normal es que luego salgan de ahí y decidan moverse, cambiar cosas. Si no a grandes escalas, al menos sí en su vida. El problema es cuando un chico decide quedarse ahí, en el “no se puede hacer nada”. Porque no es cierto, siempre podemos hacer algo más. Y a ciertas edades lo que tenemos es lo que nos hemos buscado, porque hemos tenido tiempo para “hacer” y no hemos hecho nada.
P.- Se puede leer en la contraportada que todos experimentan diferentes formas de huir, aunque no saben de qué. ¿La juventud actual tiene algún horizonte desconocido?
R.- La juventud no tiene horizontes, no hay límites a ninguna edad. Los límites están en nuestra de cabeza. Y en este caso hablamos de jóvenes que huyen, de miedo al compromiso, a sufrir, a no saber lo que quieren en el futuro, miedo a que el amor no sea “para siempre”… pero los miedos no son algo que atañe sólo a los adolescentes. De adultos también tenemos miedos, sólo que son diferentes. Yo siempre digo que los miedos no se pierden con el paso del tiempo: se transforman en otros.
P.- Cuando te acercas a la gente, te hacen daño. Cuanto más te das a conocer, más vulnerable eres. Más saben de ti, y averiguan cuáles son tus puntos débiles... Descorazonadas palabras de César, el personaje de su novela.
R.- Pero son ciertas. Las personas que tienen el poder de hacernos daño son aquellas que más nos conocen, aquellas que queremos, que nos importan. Si intenta hacernos mal alguien que nos es indiferente, que no conocemos, o que conocemos pero no nos importa… esa persona no tiene ninguna capacidad de dañarnos, porque no es nadie para nosotros. A César le pasa eso. Alguien que quería alguna vez usó ese cariño para hacerle daño, por eso ahora no puede confiar en nadie. Porque tiene miedo de darse a conocer a la gente y sufrir otra vez. Un miedo muy respetable, por otra parte.
P.- Debo confesarle que me ha sorprendido la cantidad de tabaco que fuman los personajes de su novela.
R.- El hecho de que fumen tanto es simbólico. Encender un cigarro para los fumadores es como un momento de reflexión, exhalar el humo despacio, hacer pausas entre frases… Igual que lo de beber cerveza. Beber cerveza en compañía suele dar lugar a buenas conversaciones, buenos ratos. Aunque he de decir que yo no fumo.
P.- Por cierto, y se lo pregunto por qué asistí a un debate sobre cuando una narración es una novela o un cuento, ateniéndose a la extensión. ¿La huída de César qué es para su autora?
R.- La Huída de César iba a ser una novela. En mi cabeza tenía muchas ideas para continuar esta historia. De hecho la sensación que queda al terminar de leerla es que quedan cabos sueltos. Es como ¿ya está? ¿Esto es todo? Lo que ocurre es que lo que tenía escrito se ajustaba a las bases del Premio Hontanar de Narrativa Breve, creo recordar que eran máximo treinta folios, así que decidí presentarlo tal cual, porque por sí sola la historia tiene sentido. Pero si no me hubiesen publicado esta historia, la habría continuado y sería mucho más extensa. No sé, los personajes me gustan mucho, tanto César como Sofía, y me hubiese gustado… pero no importa. La historia acaba ahí, y cada cual que la interprete como quiera.
P.- En una reciente charla, Luis Leante comentaba que aún le sorprendía el misterio que llevaba a una persona a encerrarse meses o años para escribir una novela, aislarse de su familia, vivir la novela las veinticuatro horas del día. ¿Cómo es el proceso creativo de Marta Serrano?
R.- Pues es un proceso lento, supongo que como para la mayoría de escritores. Antes de escribir cualquier cosa las historias llevan mucho tiempo en la cabeza, imagino los diálogos, la situación, los personajes… y una vez que todo eso está definido me pongo a escribirlo. Pero no es cosa de un día, ni de un mes. Pero yo nunca utilizaría la palabra “aislamiento”. Porque creo que las relaciones sociales no son incompatibles con el proceso creativo. Hay que saber administrar el tiempo, como con el resto de cosas que tenemos en la vida.
P.- La huida de César, ya lo he comentado en su biografía, fue finalista del premio Hontanar de narrativa breve en 2008. Siempre he sentido curiosidad por conocer el proceso que lleva a una autora o a un autor a mandar una obra a un certamen literario.
R.- Nunca me había presentado a un concurso literario a nivel nacional. Había ganado varios pero siempre en la Región de Murcia. Y un día mirando bases de concursos literarios encontré éste en León, y me dije ¿por qué no? Al final me salió mejor de lo que esperaba, porque si hubiese ganado el primer premio me hubiesen dado un dinero en metálico que ya habría gastado. De esta forma no gané, pero a una de los miembros del jurado le gustó y decidió editarlo. Y ahora este libro es algo que me quedará siempre, eso es más importante que cualquier premio económico.
P.- ¿Qué ha significado para usted quedar finalista del premio Hontanar de narrativa breve? ¿En qué le ha cambiado la vida, si es que lo ha hecho?
R.- La vida no me ha cambiado. Para mí ha sido algo bonito, una de esas cosas que deseas cuando eres niño pero nunca piensas que podrás conseguir. No es algo muy común, o fácil de lograr. Pero por lo demás mi vida sigue igual. Lo que sí ha cambiado es la gente conmigo. Yo he escrito desde siempre, y nadie había mostrado especial interés en leer lo que escribía. En cambio ahora, parece que lo que escribo de repente despierta su curiosidad. Y eso me resulta hipócrita. Porque yo escribo igual de bien (o de mal) ahora que antes de publicar La huída… Pero la gente sólo ha empezado a mostrar interés ahora. En esta sociedad la gente mira mucho los “reconocimientos” y todo eso. Y no debería ser así, porque hay mucha gente buena, con mucho que decir, que por desgracia nunca ha tenido la oportunidad de ver sus palabras publicadas.
P.- ¿Cómo se enfrenta ahora la autora a sus nuevas obras? ¿Con mayor responsabilidad?
R.- No, mayor responsabilidad no. Sigo escribiendo igual que siempre, sin pensar en que hay alguien al otro lado que puede juzgar lo que hago. Me parece más auténtico eso que intentar escribir algo con moraleja. Creo que escribir con la intención de transmitir, de dejar un mensaje en el lector, ir en plan moralista… es un error. Es subestimar al lector. Mis personajes hablan como hablaría cualquier persona de la calle, pero en ningún momento doy a entender cuál es el punto de vista correcto, donde está la verdad. Eso que lo decida cada uno. No creo en las verdades absolutas. Y tampoco confío en quien cree saberlas todas.
P.- No quiero terminar sin preguntárselo, aunque no pueda decírmelo, ¿a dónde huyó César?
R.- César probablemente esté con un nuevo grupo de amigos de los que acabará por huir cuando vea que se está acercando demasiado. Así que se irá mientras esté a tiempo de salir ileso.
P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros, el futuro de los mismos, ¿cómo lo ve la educadora social?
R.- ¿El futuro? Igual que ahora. Los libros van a estar ahí siempre. Para muchos serán parte de la decoración de la casa y los tratarán con total indiferencia, y otras personas los tomarán como parte imprescindible en su vida. Eso ha pasado siempre, pese a que ahora siempre dicen que la gente lee poco. Pero los que leemos seguiremos haciéndolo, por mucho que cambien las cosas a nuestro alrededor.
Muchas gracias y le confieso que ha sido un auténtico placer conocerla.
Es técnico superior en integración social y diplomada en educación social. Trabaja como educadora social en un centro de acogida de mujeres en riesgo de exclusión.
Con La huida de César resultó finalista en el VII Premio Hontanar de Narrativa Breve 2008.
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Pregunta.- Su primer cuento lo escribió con siete años y su primera novela, con apenas doce. ¿Qué buscaba? ¿Verse a través de la escritura para conocerse a sí misma?
Respuesta.- Cuando eres un niño no buscas nada, sólo haces las cosas que te gustan porque te gustan, sin más. No hay otra motivación. La escritura para mí era una afición a la que le dedicaba mucho tiempo, me gustaba inventar personajes e historias. Y aunque en el momento de escribir esas historias el fin no era conocerme, ni hacer de la escritura una catarsis, sí es cierto que leyendo hoy lo que escribía entonces puedo medir un poco mis estados de ánimo en esos momentos. Además, tampoco se puede decir que yo haya sido una persona muy sociable en mi adolescencia, más bien todo lo contrario. Soy bastante tímida, solitaria. Y la soledad es requisito indispensable para crear. Así que supongo que lo de escribir es algo que “me vino”, no lo busqué.
P.-Los personajes de esta novela tienen una visión descorazonada y llena de amargura del mundo.
R.- Están en ese momento que todos hemos tenido alguna vez de decir: todo es una mierda, ¿para qué intentarlo? Ellos no encuentran otra satisfacción en la vida que el estar juntos, compartir historias, cervezas y cigarrillos. Ese sentimiento de apatía ante el mundo que les rodea es común en los adolescentes, pero lo normal es que luego salgan de ahí y decidan moverse, cambiar cosas. Si no a grandes escalas, al menos sí en su vida. El problema es cuando un chico decide quedarse ahí, en el “no se puede hacer nada”. Porque no es cierto, siempre podemos hacer algo más. Y a ciertas edades lo que tenemos es lo que nos hemos buscado, porque hemos tenido tiempo para “hacer” y no hemos hecho nada.
P.- Se puede leer en la contraportada que todos experimentan diferentes formas de huir, aunque no saben de qué. ¿La juventud actual tiene algún horizonte desconocido?
R.- La juventud no tiene horizontes, no hay límites a ninguna edad. Los límites están en nuestra de cabeza. Y en este caso hablamos de jóvenes que huyen, de miedo al compromiso, a sufrir, a no saber lo que quieren en el futuro, miedo a que el amor no sea “para siempre”… pero los miedos no son algo que atañe sólo a los adolescentes. De adultos también tenemos miedos, sólo que son diferentes. Yo siempre digo que los miedos no se pierden con el paso del tiempo: se transforman en otros.
P.- Cuando te acercas a la gente, te hacen daño. Cuanto más te das a conocer, más vulnerable eres. Más saben de ti, y averiguan cuáles son tus puntos débiles... Descorazonadas palabras de César, el personaje de su novela.
R.- Pero son ciertas. Las personas que tienen el poder de hacernos daño son aquellas que más nos conocen, aquellas que queremos, que nos importan. Si intenta hacernos mal alguien que nos es indiferente, que no conocemos, o que conocemos pero no nos importa… esa persona no tiene ninguna capacidad de dañarnos, porque no es nadie para nosotros. A César le pasa eso. Alguien que quería alguna vez usó ese cariño para hacerle daño, por eso ahora no puede confiar en nadie. Porque tiene miedo de darse a conocer a la gente y sufrir otra vez. Un miedo muy respetable, por otra parte.
P.- Debo confesarle que me ha sorprendido la cantidad de tabaco que fuman los personajes de su novela.
R.- El hecho de que fumen tanto es simbólico. Encender un cigarro para los fumadores es como un momento de reflexión, exhalar el humo despacio, hacer pausas entre frases… Igual que lo de beber cerveza. Beber cerveza en compañía suele dar lugar a buenas conversaciones, buenos ratos. Aunque he de decir que yo no fumo.
P.- Por cierto, y se lo pregunto por qué asistí a un debate sobre cuando una narración es una novela o un cuento, ateniéndose a la extensión. ¿La huída de César qué es para su autora?
R.- La Huída de César iba a ser una novela. En mi cabeza tenía muchas ideas para continuar esta historia. De hecho la sensación que queda al terminar de leerla es que quedan cabos sueltos. Es como ¿ya está? ¿Esto es todo? Lo que ocurre es que lo que tenía escrito se ajustaba a las bases del Premio Hontanar de Narrativa Breve, creo recordar que eran máximo treinta folios, así que decidí presentarlo tal cual, porque por sí sola la historia tiene sentido. Pero si no me hubiesen publicado esta historia, la habría continuado y sería mucho más extensa. No sé, los personajes me gustan mucho, tanto César como Sofía, y me hubiese gustado… pero no importa. La historia acaba ahí, y cada cual que la interprete como quiera.
P.- En una reciente charla, Luis Leante comentaba que aún le sorprendía el misterio que llevaba a una persona a encerrarse meses o años para escribir una novela, aislarse de su familia, vivir la novela las veinticuatro horas del día. ¿Cómo es el proceso creativo de Marta Serrano?
R.- Pues es un proceso lento, supongo que como para la mayoría de escritores. Antes de escribir cualquier cosa las historias llevan mucho tiempo en la cabeza, imagino los diálogos, la situación, los personajes… y una vez que todo eso está definido me pongo a escribirlo. Pero no es cosa de un día, ni de un mes. Pero yo nunca utilizaría la palabra “aislamiento”. Porque creo que las relaciones sociales no son incompatibles con el proceso creativo. Hay que saber administrar el tiempo, como con el resto de cosas que tenemos en la vida.
P.- La huida de César, ya lo he comentado en su biografía, fue finalista del premio Hontanar de narrativa breve en 2008. Siempre he sentido curiosidad por conocer el proceso que lleva a una autora o a un autor a mandar una obra a un certamen literario.
R.- Nunca me había presentado a un concurso literario a nivel nacional. Había ganado varios pero siempre en la Región de Murcia. Y un día mirando bases de concursos literarios encontré éste en León, y me dije ¿por qué no? Al final me salió mejor de lo que esperaba, porque si hubiese ganado el primer premio me hubiesen dado un dinero en metálico que ya habría gastado. De esta forma no gané, pero a una de los miembros del jurado le gustó y decidió editarlo. Y ahora este libro es algo que me quedará siempre, eso es más importante que cualquier premio económico.
P.- ¿Qué ha significado para usted quedar finalista del premio Hontanar de narrativa breve? ¿En qué le ha cambiado la vida, si es que lo ha hecho?
R.- La vida no me ha cambiado. Para mí ha sido algo bonito, una de esas cosas que deseas cuando eres niño pero nunca piensas que podrás conseguir. No es algo muy común, o fácil de lograr. Pero por lo demás mi vida sigue igual. Lo que sí ha cambiado es la gente conmigo. Yo he escrito desde siempre, y nadie había mostrado especial interés en leer lo que escribía. En cambio ahora, parece que lo que escribo de repente despierta su curiosidad. Y eso me resulta hipócrita. Porque yo escribo igual de bien (o de mal) ahora que antes de publicar La huída… Pero la gente sólo ha empezado a mostrar interés ahora. En esta sociedad la gente mira mucho los “reconocimientos” y todo eso. Y no debería ser así, porque hay mucha gente buena, con mucho que decir, que por desgracia nunca ha tenido la oportunidad de ver sus palabras publicadas.
P.- ¿Cómo se enfrenta ahora la autora a sus nuevas obras? ¿Con mayor responsabilidad?
R.- No, mayor responsabilidad no. Sigo escribiendo igual que siempre, sin pensar en que hay alguien al otro lado que puede juzgar lo que hago. Me parece más auténtico eso que intentar escribir algo con moraleja. Creo que escribir con la intención de transmitir, de dejar un mensaje en el lector, ir en plan moralista… es un error. Es subestimar al lector. Mis personajes hablan como hablaría cualquier persona de la calle, pero en ningún momento doy a entender cuál es el punto de vista correcto, donde está la verdad. Eso que lo decida cada uno. No creo en las verdades absolutas. Y tampoco confío en quien cree saberlas todas.
P.- No quiero terminar sin preguntárselo, aunque no pueda decírmelo, ¿a dónde huyó César?
R.- César probablemente esté con un nuevo grupo de amigos de los que acabará por huir cuando vea que se está acercando demasiado. Así que se irá mientras esté a tiempo de salir ileso.
P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros, el futuro de los mismos, ¿cómo lo ve la educadora social?
R.- ¿El futuro? Igual que ahora. Los libros van a estar ahí siempre. Para muchos serán parte de la decoración de la casa y los tratarán con total indiferencia, y otras personas los tomarán como parte imprescindible en su vida. Eso ha pasado siempre, pese a que ahora siempre dicen que la gente lee poco. Pero los que leemos seguiremos haciéndolo, por mucho que cambien las cosas a nuestro alrededor.
Muchas gracias y le confieso que ha sido un auténtico placer conocerla.
4 comentarios:
Interesante entrevista. Completamente de acuerdo con la parte de los reconocimientos. ¿De qué sirve apuntarse al equipo ganador cuando ya ha ganado? ¿De qué le sirven a Rafa Nadal los homenajes? En todo caso, le habría servido que alguien con potestad para actuar hubiera hecho algo cuando no era nadie más allá de una joven promesa. Los políticos sienten la necesidad de que, cuando alguien gana una medalla, cogarse ellos mismos otra por la razón de que sea un vecino de la localidad o porque sí y se acabó. Las ayudas a los que la necesitan, y sobre todo al principio.
C.
PD: "Un autentico placer concocerte". Eso mismo he pensado yo al ver la foto. ¡Ay, bribón!
Has despertado el interés. No pinta nada mal la historia, y parece ser una autora bastante prometedora. Intentaré hacerme con la novela. Gracias por el descubrimiento.
Seguro que me das la razón, Javier.
Claudio, tú sí que eres un bribón, conservado o no en alcohol.
Produce emoción y ofrece renovadas esperanzas conocer nuevos talentos tan jóvenes como Marta en este pequeño gran mundo de las letras.
Mis mejores augurios para ti.
Rudy
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