viernes, 20 de marzo de 2009

Hablando de libros con Roque Pérez Prados y sus Veinte maneras de bajar al sótano


Roque Pérez Prados, Alicante, 1968. Diplomado en óptica y optometría. Ha trabajado en publicidad para prensa, radio y televisión. Diploma en novela negra por la Universidad de Alicante. Ganó el 2º premio de monólogos de terror Alicante se asusta, en 2003. Finalista en diferentes certámenes literarios. Veinte maneras de bajar al sótano es su primer libro de relatos.


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Pregunta: Leyendo su biografía podemos descubrir su afición por el terror. Y creo que mi primera pregunta debe ir por ese camino: ¿es el miedo, el terror, lo que mueve al mundo?
No cabe ninguna duda de que el miedo, como emoción o sentimiento, ha ayudado a evolucionar a la especie humana ante la presencia de situaciones que podían suponer un peligro físico o psíquico para nosotros. Como respuesta a esas amenazas, nuestro cuerpo genera reacciones que nos permiten hacer frente al peligro: se aceleran los latidos del corazón para bombear más sangre a los músculos, segregamos sudor para refrigerar nuestro cuerpo, nuestras pupilas se dilatan para ver mejor y se produce una descarga de adrenalina que nos inyecta una energía extra para escapar de la amenaza. Desde la prehistoria, cuando los humanos se escondían en cavernas y construían armas rudimentarias para defenderse de las amenazas que les rodeaban, ese miedo fue un claro acicate que les obligó a pensar en cómo resolver sus problemas como consecuencia de un sentimiento de inseguridad que, en definitiva, les ayudó a progresar.
Hoy en día, el miedo continúa moviendo a la especie humana a avanzar y, como consecuencia, también al mundo que nos rodea. Aprendemos en la escuela por miedo al suspenso, avanzamos en el trabajo por miedo al fracaso, en las relaciones personales por miedo al rechazo, descubrimos nuevas vacunas por miedo a las enfermedades... es decir, el miedo sigue presente en nuestras vidas y convive con nosotros, manifestándose cuando se crean incertidumbres sobre nuestro presente, sobre nuestro futuro. El miedo surge de nuestras inseguridades para desafiarnos a progresar.


P. Usted ganó el certamen Alicante se asusta, en 2003, dedicado a monólogos de terror. Si Lovecfraf decía que el miedo es la emoción más antigua y más intensa del ser humano, ¿qué es un monólogo de terror?
Pues ante todo, una reflexión sobre nuestras propias inseguridades. Estamos acostumbrados a disfrutar con monólogos cómicos que nos arrancan la sonrisa, largos monólogos en obras teatrales como en Hamlet, hablando de asuntos trascendentes como la existencia. Pero un monólogo de terror surge del propio corazón humano ante situaciones que, como dije antes, generan inseguridad e inquietud. Ahí se produce el miedo y este, si no se controla o racionaliza de forma adecuada, puede desencadenar en terror. En mi caso, tengo un hermano actor que se llama Abel al cual le propuse un guión para que él lo interpretase en este concurso de monólogos. Allí nos reunimos en una velada terrorífica con historias de todo tipo representadas por buenos actores que nos provocaron un nudo en la garganta. La interpretación de mi hermano fue inconmensurable y la experiencia mereció la pena.


P. Después de participar en diferentes premios y certámenes, publicar en revistas literarias, Veinte maneras de bajar al sótano constituyó su primer libro de relatos. ¿Qué significó para usted esta experiencia?
Fue la culminación de un trabajo de evolución literaria que supuso una gestación de cinco años. Como suelo comentar, se trató de un “embarazo de larga duración” cuyo parto resultó bastante rápido para acabar “perdiendo la paternidad del niño”. Me explico: he dedicado un largo periodo de mi vida a construir las historias que componen “Veinte maneras de bajar al sótano” a través de el esfuerzo diario por escribir, incluso cuando me hallaba al límite de mis fuerzas tras una dura jornada de trabajo. Como tantos escritores, me debo a otro trabajo que ocupa la mayor parte de mi tiempo productivo; en mi caso soy óptico-optometrista y me dedico al cuidado de la salud visual de mis pacientes. Pues bien, al llegar a mi casa por las noches, cenaba para reponer fuerzas en compañía de mi mujer e hijos y después bajaba las escaleras de mi sótano particular (no en el sentido físico) para sumergirme dentro de mis mundos literarios y narrar, en el silencio de la noche, los relatos que acabarían formando parte del libro. El tributo a pagar para ello es el esfuerzo y las horas robadas al sueño, pero es la propia pasión por contar la que me ha empujado a seguir día tras día.
Después de este largo periodo, el proceso de publicación llevó casi un año, y fue aquí donde experimenté la impaciencia de “ver la cara de la criatura”. Desde que a uno le dicen que va a publicar un libro hasta que lo puede ver en sus manos, siempre transcurre mucho más tiempo del que desearía un escritor. Una vez “parido” el libro, el lector completa el proceso haciendo propias todas y cada una de las historias, convirtiendo su lectura en algo único e irrepetible para él. Esas historias, esos personajes, de alguna forma ya no son los mismos que yo escribí en su día. El lector ha interiorizado los relatos, ha bajado conmigo al sótano de sus miedos e incluso se ha identificado más con unos que con otros. Aquí se culmina mi propósito, cuando el mensaje germina en la mente del lector. Yo, como toda madre primeriza, siempre guardaré un recuerdo especial de este libro.


P. David Jasso, uno de los especialistas de terror de nuestro país, decía que la literatura de terror nos enfrenta a la parte más oscura de nosotros mismos. Usted ha profundizado aún más en ello, bajando veinte veces a esas partes oscuras del ser humano.
Yo suelo comentar que todos tenemos un sótano, oscuro y olvidado, más cerca de lo que pensamos. Ese lugar donde escondemos todo aquello que no queremos ver a la luz del día. Aquello que nos bloquea, que nos incomoda, nuestros miedos irracionales, las fobias, las obsesiones... Todo eso se halla dentro de nosotros aunque a lo largo de la historia se ha hablado de diversos temores como el miedo a la muerte, a la oscuridad, a lo desconocido, en definitiva, uno de los mayores pavores humanos es el miedo a la “disolución del yo”. La cuestión es que cada persona interioriza estos miedos de una forma que, si no se actúa frente a ellos, acaba bloqueando determinados comportamientos y llegando a suponer un rémora para la progresión vital del individuo en cuestión (al contrario de la finalidad del miedo que hacía evolucionar). Pues bien, he intentado reflejar en “Veinte maneras de bajar al sótano”, algunos de estos miedos, muchos de ellos propios y posiblemente comunes a mucha gente. También he querido incluir a personajes clásicos de la literatura de terror como son los vampiros, los hombres lobo, los psicópatas etc... Y para personalizar aún más la experiencia de “bajada al sótano” he recurrido a un nuevo catálogo de temores más actuales, como son la violencia de género, el miedo a la carretera, a las operaciones quirúrgicas... Con lo cual, desnudo mis miedos y ofrezco mi mano al lector para que haga lo mismo con los suyos y baje conmigo las escaleras del oscuro sótano. La portada, con esas escaleras que bajan a lo desconocido, ya es un ofrecimiento a bajar...


P. Tengo la sensación de que usted explora nuevos campos en el terror. Uno de los que me ha sorprendido más ha sido esos finales abiertos, como queriendo jugar con él lector, invitándole a participar, a ser parte de la resolución del relato.
Eso tiene que ver con lo que hablaba antes de personalizar la experiencia de bajada al sótano. Me gusta que mis lectores participen de forma activa en la lectura de mis historias. Aunque algunos finales queden abiertos, se pueden intuir por las pistas que se ofrecen en el texto. Lo realmente novedoso es que algunas personas con las que he hablado, han deducido finales distintos de lo que yo había concebido en la escritura. Esa es la grandeza del hecho literario, tu narración ha sido personalizada hasta el punto de decidir cómo termina ese relato.
En mi caso, si me tuviese que definir como escritor, usaría el término “proveedor de emociones”, pues, en este caso el miedo también es una emoción que se convierte en escalofrío que recorre nuestra espalda. De todas maneras, no me defino únicamente como “escritor de terror”, pues también me gusta explorar otras temáticas como, por ejemplo, la novela que estoy escribiendo ahora mismo. No me gusta encasillarme. Como decía León Felipe: “Ser en la vida romero que cruza siempre caminos nuevos...” Esa es mi filosofía literaria: El aprendizaje constante, el desafío de lo desconocido. Buscar la emoción del lector y no su admiración.


P. Entiendo que a Roque Pérez Prados, autor, le gusta transgredir las leyes inmutables de la naturaleza humana. De esas cosas que nos rodean a los humanos y que consideramos fijas.
De ahí parten las historias interesantes. Cuando suceden acontecimientos que suponen un cambio en nuestra concepción de la vida suelen captar nuestra atención de una manera más intensa que cuando simplemente nos dedicamos a observar el devenir de nuestra existencia. ¿Quién no se ha visto tentado alguna vez con la trasgresión de alguna norma? Creo que esa tendencia se encuentra grabada en algún lugar de nuestra memoria colectiva. El preguntarnos “¿Qué pasaría si...? Es un chispazo que puede encender la hoguera de nuestra imaginación. Ojalá que, como escritores, dispusiéramos siempre de la capacidad para encender la imaginación de nuestros lectores a base de crear historias interesantes y transgresoras a la vez.


P. ¿Por qué dan tanto miedo los sucesos imprevisibles, paranormales, en una casa?
Por varias razones. La primera es porque tememos a lo que no podemos comprender. A lo desconocido, a lo oculto. Lo paranormal inquieta porque nadie puede afirmar que hablemos de situaciones ficticias ¿cree en los fantasmas? Mucha gente siente un profundo respeto por estos temas, fruto del desconocimiento. Ahí está la oscuridad, lo desconocido. Por otro lado, la casa es el santuario del ser humano, algo propio, inviolable, que genera seguridad, tranquilidad. De nuevo la pregunta: ¿Qué pasaría si aquello que nos genera seguridad dejase de hacerlo? ¿Y si nuestra propia casa supusiese una amenaza? De nuevo aparece el elemento de trasgresión de una ley, teóricamente inmutable.


P. De sucesos más o menos sencillos, como comprarse un coche y escuchar una canción en él, usted crea una situación terrorífica. Cuéntenos cómo surgen las historias.
El relato al que se refiere: “Melodía desencadenada” supone una variación de lo que hablábamos antes. El coche también significa un reducto “inexpugnable” para el ser humano. Sería terrible pensar que algo en lo que confiamos a diario, que nos lleva de un lado a otro, pudiera amenazar nuestra existencia. También aquí subyace otro miedo: el miedo a la carretera, a morir en el coche. Como puede ver, es un cóctel explosivo que no se sabe cómo puede terminar...
Oscar Wilde decía que para ser escritor se necesitaban dos cosas: tener historias que contar y saber contarlas. Así de sencillo. Sólo que para tener historias, aparte de gozar de una buena imaginación hay que saber observar la vida “con ojos de escritor”, esto es, que una persona que camine frente a nosotros se pueda convertir en un personaje, que un suceso leído en el periódico se pueda usar como germen de una historia etc... Después hay que saber plasmar esto sobre el papel para que tus lectores disfruten con la narración. Requiere mucho trabajo y sacrificio. No es fácil. Como anécdota, le contaré que un día estaba en el cine con mi hermano. Solos él y yo. En el silencio de la sala vacía, la penumbra. Entonces le dije, “Si alguien bloquease las salidas de la sala, no habría otra escapatoria que el cuarto de proyección que queda a dos metros por encima de nuestras cabezas...” Así nació el relato “La hora de la muerte”.


P.: En sus Veinte maneras de bajar al sótano, y creo que ya lo habrán descubierto los lectores de esta entrevista, el terror surge de lo más cotidiano, no hay que esperar monstruos horripilantes, aunque también los haya al otro lado del espejo. Sucesos tan sencillos como los que apuntaba el citado Jasso en una entrevista con Javier Márquez: “el miedo... es más bien una llamada a medianoche cuando tu hijo todavía no ha regresado a casa”.
Tiene mucha razón. Los monstruos como Drácula o Frankenstein. La momia o el hombre lobo no son otra cosa que personajes literarios. Cuando vemos una película o leemos un libro con esta temática, al acabar, si lo hemos pasado mal, siempre nos queda el recurso de pensar “Bueno, por lo menos esto es ficción. No ocurre en el mundo real...” Pero ¿y si aquello que nos asusta se encontrase al otro lado de la puerta de tu propia casa? Es una pregunta menos inquietante que esta: ¿Y si lo que nos asusta está DENTRO de nuestra propia casa? Así se forja el concepto de “miedo urbano” que mi amigo, el escritor Mariano Sánchez Soler, utiliza para definir la temática de mis relatos.


P. A pesar de lo anterior, como decía, existen los monstruos de siempre. Tengo la impresión de que el vampiro y su sed de sangre de los vivos es una figura que no puede olvidarse en una colección de relatos como la que usted nos presenta.
Tengo que confesar mi debilidad por los vampiros. Son unos personajes que me han fascinado desde que leí “Drácula” hace ya muchos años. De todas formas, se ha perdido la esencia del vampiro como monstruo sediento de sangre, un no vivo que acecha a sus víctimas en la penumbra, para ser sustituido por el vampiro romántico, enamorado, como producto de consumo para el gran público. En mi libro hay relatos que hacen referencia a los vampiros, entre ellos “El último amanecer” donde un vampiro interacciona con el lector de forma muy directa. También “El hombre de las manos heladas”, en el cual he procurado dar un toque personal a la figura del no-muerto variando ciertas convenciones sin que por ello se pierda su esencia. También he utilizado una técnica narrativa más novedosa que espero guste a los lectores.


P. Hay un relato que me ha gustado mucho, Una mano que señala. Me gustaría que nos hablase de él.
Ante todo le tengo que comentar que este relato me ha dado muchos quebraderos de cabeza, hasta el punto de que le tuve que cambiar varias veces el final. Me imagino que usted, como escritor, habrá tenido la experiencia alguna vez de tener una buena historia entre manos cuyo final no acababa de convencerle. Eso es lo que me ocurrió con “Una mano me señala” hasta que tuve la suerte de dar con una conclusión que yo creo que ha resultado acertada. Es una historia en la que se manifiesta otro de los temores clásicos del ser humano como el sentimiento de culpa, mezclado con una conocida leyenda urbana. La confusión entre los sueños y la realidad acaban por conformar el cuerpo de esta narración en la que muchas personas pueden verse reflejadas.


P. ¿Le veremos por Murcia presentando su libro de relatos?
En verdad me gustaría charlar con mis amigos murcianos e invitarles a bajar al sótano. Eso está hecho. Nos separan unos pocos kilómetros por carretera que no van a ser impedimento. Buscaremos una fecha adecuada y allí nos veremos.


P. Tengo entendido que ahora está centrado en terminar la que será su primera novela. ¿Volverá al terror o experimentará otros campos literarios?
Como le dije antes, me gusta ser un escritor que aborde distintas temáticas. No quiero encasillarme aunque eso no significa renunciar a mi propio estilo y mi propia voz. La historia que estoy escribiendo es difícil de definir. Podría ser un “thriller”, novela negra, novela de misterio, novela de emociones... Lo que sí puedo afirmar es que gustará a todos los que han disfrutado con “Veinte maneras de bajar al sótano”, aunque para ello haya que esperar todavía un tiempo. Quiero que mis lectores tengan entre sus manos un libro de calidad, y eso requiere muchos días de trabajo, paciencia y maduración. Deseo que la espera merezca la pena.


P. Y ya que le pregunto esto, y antes de terminar, ¿qué características definen a la literatura de terror?
Pues, resumiendo lo que hemos comentado antes:

- Trasgresión de normas inmutables de la naturaleza.
- Creación de inquietud en el lector.
- Apelar a los miedos clásicos del ser humano.
- Ambientes amenazadores, escenarios reales y cercanos.
- Descripción de las reacciones de los personajes ante las amenazas.


P. Y como esta sección se llama Hablando de libros, el futuro de ellos ¿cómo lo ve el diplomado en óptica?
Yo creo que al libro le queda todavía mucha vida en su formato papel. A pesar de la aparición del libro electrónico y otros formatos, creo que la experiencia de hojear un libro de papel en cualquier lugar, sentir el tacto de sus páginas, hacerlo tuyo y dotarlo de significado emocional, es algo único e insustituible. Ojalá viva muchos años este formato y continúe haciendo nuestra vida un poco más agradable y entretenida.


Muchas gracias.
Gracias a usted por la oportunidad que me ha brindado. Hasta muy pronto.

4 comentarios:

Carlos Junior dijo...

Tiene buena pinta ese libro de relatos de terror. Es un tema que siempre me ha fascinado y creo que existen muchos escritores españoles que estarían entre los grandes que venden bestsellers.

Esteban González García dijo...

Una estupenda entrevista, Paco :)

Además, hemos coincidido en entrevistado... Lo bueno es que ambas entrevistas se complementan perfectamente. Enlazaré tu entrevista como complemento si no te parece mal.
Saludos.

Esteban González García dijo...

¡Ah! Y el libro me está pareciendo estupendo. Pequeñas dosis inquietantes que me administro cada noche...

caotico_jq dijo...

Una entrevista muy interesante. Y el libro pinta fenomenal, a ver si lo consigo.

Saludos.