Leyendo esta segunda entrega de la saga de Nébulos, o quizás mejor dicho, de Eleazar, su hijo, condenado a cumplir una arriesgada misión para aplacar las iras de su padre, me ocurre como a muchos lectores, por lo que he visto: me ha gustado quizás incluso más que la primera. ¿Por qué? Tal vez porque he apreciado una mayor consistencia argumental, mayor solidez y fuerza en las historias... aunque las de la primera parte también eran muy interesantes. Pero quizás en esta novela todo aparece mucho mejor ligado, al menos es mi impresión.
El título es un acierto: ¿a quién no le atrae una figura enigmática y antiquísima como la "esfinge"? ¿Quién es este "rey de las esfinges"? ¿Mortal, inmortal, ser fabuloso o héroe mítico? Bueno, la sorpresa final... no la menciono para no anticipar nada a los futuros lectores.
La estructura de la obra, como la anterior, sigue un hilo argumental principal: la misión de Eleazar y su viaje por diversos países. Pero en su periplo se va topando con aventuras, conflictos e intrigas que forman tramas paralelas, entrelazadas con la primera. En sí, cada una podría dar pie a una novela. La aventura en Walhalla es toda una epopeya en sí. Igual sucede con la historia de Horus y los centegios. En ambas aparece una estructura propia de los cuentos fantásticos que nunca falla: una pugna por el poder, una traición, la caída del líder noble y la ascensión del villano, la consiguiente rebelión y la reparación, por parte del noble ("el bueno"), que acaba recuperando su poder y toma las riendas de su pueblo.
Paco Illán hace alarde de un enorme conocimiento de las mitologías antiguas. Quien tenga algunas nociones reconocerá en la aventuras de los walhallos nombres de dioses y héroes nórdicos, lugares míticos y el concepto de la Ragnarók (el crepúsculo, o la caída de los dioses) que aquí es recreado como una especie de batalla apocalíptica que da lugar a una nueva era.
En cuanto a Egipto, la narración entorno a Centegia y la conspiración de Seth nos muestra una profusión de personajes con nombres del panteón egipcio, así como múltiples elementos de su cultura. En fin, que nos encontramos con un auténtico mosaico mitológico y también étnico. Paco toma elementos de aquí y de allá y recompone un mundo multicolor con su sello propio.
También se saborean reminiscencias helénicas en la transitoria locura de Eostes, en sus recuerdos jocosos en su "Olimpo", en las luchas contra las Erinias y, por supuesto, en el famoso enigma de la esfinge, que él transforma en el temible monstruo llamado Shfingo.
Finalmente, la aventura en ese cráter, que evoca un viaje al centro de la tierra, y el encuentro con Suhamak nos revela un ser temible y temido que, en realidad, está contemplando su inminente final. El viejo mago (o místico) es muy consciente de que su mundo y su poder se acaban. Y deja un último mensaje a Eleazar y a Eostes: "¡Unicamente la verdad os conducirá al Espejo Último!". Después de tanto guerrear y poner a prueba sus brazos y espadas, no será la violencia, sino "la verdad" la que los conducirá a su meta.
El estilo de Paco Illán ya lo conocemos. Es inconfundible. Lo que más llama la atención, sin duda, es la plasticidad y el vigor con que describe las escenas de acción, ya sean batallas -algunas, magníficas, párrafos de belleza sobrecogedora- ya sean lances amorosos. Hay cuadros absolutamente cinematográficos. Uno no puede dejar de imaginar esas escenas en gran pantalla o en una impresionante película de animación. Los efectos especiales son lo suyo, sin duda. En cuanto al relato de los hechos, no pierde el tiempo. Es ágil, rápido, no deja que nos durmamos jamás. En realidad, no da descanso al lector.
Paco, nos queda saber cómo será el desenlace de esta epopeya, y me quedo preguntándome con qué otra mitología antigua nos vas a regalar en la próxima novela, con qué otras intrigas, peligros y sorpresas. Pero estoy convencida de que una buena ración de adrenalina está asegurada.
Gracias por este intercambio literario que venimos manteniendo desde hace un par de años y que, con el tiempo, nos va deparando noticias gratas a los dos.
Un saludo afectuoso,
Podéis leer el comentario original en:
* Sedice.com
* Laura Gallego.
* ¡¡Ábrete Libro!!
El título es un acierto: ¿a quién no le atrae una figura enigmática y antiquísima como la "esfinge"? ¿Quién es este "rey de las esfinges"? ¿Mortal, inmortal, ser fabuloso o héroe mítico? Bueno, la sorpresa final... no la menciono para no anticipar nada a los futuros lectores.
La estructura de la obra, como la anterior, sigue un hilo argumental principal: la misión de Eleazar y su viaje por diversos países. Pero en su periplo se va topando con aventuras, conflictos e intrigas que forman tramas paralelas, entrelazadas con la primera. En sí, cada una podría dar pie a una novela. La aventura en Walhalla es toda una epopeya en sí. Igual sucede con la historia de Horus y los centegios. En ambas aparece una estructura propia de los cuentos fantásticos que nunca falla: una pugna por el poder, una traición, la caída del líder noble y la ascensión del villano, la consiguiente rebelión y la reparación, por parte del noble ("el bueno"), que acaba recuperando su poder y toma las riendas de su pueblo.
Paco Illán hace alarde de un enorme conocimiento de las mitologías antiguas. Quien tenga algunas nociones reconocerá en la aventuras de los walhallos nombres de dioses y héroes nórdicos, lugares míticos y el concepto de la Ragnarók (el crepúsculo, o la caída de los dioses) que aquí es recreado como una especie de batalla apocalíptica que da lugar a una nueva era.
En cuanto a Egipto, la narración entorno a Centegia y la conspiración de Seth nos muestra una profusión de personajes con nombres del panteón egipcio, así como múltiples elementos de su cultura. En fin, que nos encontramos con un auténtico mosaico mitológico y también étnico. Paco toma elementos de aquí y de allá y recompone un mundo multicolor con su sello propio.
También se saborean reminiscencias helénicas en la transitoria locura de Eostes, en sus recuerdos jocosos en su "Olimpo", en las luchas contra las Erinias y, por supuesto, en el famoso enigma de la esfinge, que él transforma en el temible monstruo llamado Shfingo.
Finalmente, la aventura en ese cráter, que evoca un viaje al centro de la tierra, y el encuentro con Suhamak nos revela un ser temible y temido que, en realidad, está contemplando su inminente final. El viejo mago (o místico) es muy consciente de que su mundo y su poder se acaban. Y deja un último mensaje a Eleazar y a Eostes: "¡Unicamente la verdad os conducirá al Espejo Último!". Después de tanto guerrear y poner a prueba sus brazos y espadas, no será la violencia, sino "la verdad" la que los conducirá a su meta.
El estilo de Paco Illán ya lo conocemos. Es inconfundible. Lo que más llama la atención, sin duda, es la plasticidad y el vigor con que describe las escenas de acción, ya sean batallas -algunas, magníficas, párrafos de belleza sobrecogedora- ya sean lances amorosos. Hay cuadros absolutamente cinematográficos. Uno no puede dejar de imaginar esas escenas en gran pantalla o en una impresionante película de animación. Los efectos especiales son lo suyo, sin duda. En cuanto al relato de los hechos, no pierde el tiempo. Es ágil, rápido, no deja que nos durmamos jamás. En realidad, no da descanso al lector.
Paco, nos queda saber cómo será el desenlace de esta epopeya, y me quedo preguntándome con qué otra mitología antigua nos vas a regalar en la próxima novela, con qué otras intrigas, peligros y sorpresas. Pero estoy convencida de que una buena ración de adrenalina está asegurada.
Gracias por este intercambio literario que venimos manteniendo desde hace un par de años y que, con el tiempo, nos va deparando noticias gratas a los dos.
Un saludo afectuoso,
Podéis leer el comentario original en:
* Sedice.com
* Laura Gallego.
* ¡¡Ábrete Libro!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario