Juan Miguel Aguilera fue, entre otros, cuatro veces Premio Ignotus a la Mejor Novela (y Mejor Novela Corta) por "La locura de Dios", "El refugio", "Contra el tiempo" y "En un vacío insondable", y los premios Alberto Magno y Premio Ignotus de Relato por el cuento "El bosque de hielo" publicado en el volumen Antología de CF Española.
En los últimos años la producción de Juan Miguel Aguilera se ha decantado hacia la novela histórica, pero sus inicios radican en la novela de ciencia ficción. "Mundos en la eternidad" o "Mundos y demonios" son pruebas fehacientes de la capacidad de este autor a la hora de manejar los resortes de un género tan complejo como la ficción especulativa.
Además, Juan Miguel fue guionista de la película Stranded (Náufragos), dirigida por María Lidón. Una entrevista de David Mateo para Anika entre Libros.
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Pregunta. ¿Cómo definirías tú el concepto de ciencia ficción?
Respuesta: Aún no he encontrado una definición de ciencia ficción que sea capaz de contener todo lo que significa este género. Para muchos ciencia-ficción es sólo las historias tipo “La guerra de las galaxias” o “Star Trek”, pero en realidad es algo mucho más complejo que eso, y contiene novelas como “Un mundo feliz”, “Soy leyenda” o “Tigre, tigre”.
¿Cómo meter todos estos aspectos en un solo saco y encontrar una frase que lo describa? Es imposible, pero la definición que más me gusta es la de Norman Spinrad: “Ciencia ficción es lo que se publica en las colecciones de ciencia ficción”. Y es especialmente acertada hoy en día, porque cuando una novela trasciende de las colecciones del género y pasa a ser publicada para un público más general, deja de ser ciencia ficción y se convierte en “ficción especulativa”, “thriller científico”, o cualquier otra denominación que se les ocurra a los publicistas de la editorial, pero nunca “ciencia ficción”.
P.: Es curiosa la definición que aplicas a este género literario cuando precisamente vivimos tiempos oscuros para la novela de ciencia ficción integrada en una colección. Es decir, que el libro que triunfa es la novela independiente, y ahí está Somoza con su fenomenal Zig-Zag o La carretera de Cormac McCarthy. Parece que el gran público, pese a las horas bajas por la que pasan las distintas colecciones de ciencia ficción, no acaba de dar la espalda a este género tan arraigado en España.
R.: Pero no con la denominación “ciencia ficción”. El que busque esta palabra en la contraportada de los libros que has citado, no la va a encontrar. La cosa es muy sencilla: si tiene éxito, si le gusta a un público amplio, no es ciencia ficción, aunque trate alguno de los temas habituales del género. Luis Prado, un amigo mío y editor, comentaba hace unos días que en la edición de “La Guerra de los Mundos” que se hizo como consecuencia de la película de Spielberg, se decía en la contraportada que era un “thriller de aventuras”. Si una invasión de marcianos no es ciencia ficción, ya me dirás.
P.: Centrándonos ya en tus inicios de escritor, explícanos un poco por encima —soy consciente de que es un concepto muy amplio— ¿qué es Akasa-Puspa?
R.: Uf. Es imposible definir Akasa-Puspa con unas pocas frases. Digamos que se trata de un escenario enorme, y muy remoto en el tiempo, donde situé mis primeras novelas. Un cúmulo de estrellas muy próximas entre sí, con varias sociedades en conflicto, y un misterio sobre el futuro de la Humanidad.
Lo mejor de la ciencia ficción es la distancia que nos proporciona para analizar nuestro mundo actual, y con Akasa-Puspa tenía el punto de fuga situado tan lejos que me permitía dibujar unas estupendas perspectivas sobre temas que me interesan especialmente, como es la convivencia entre personas de culturas diferentes con diferentes valores y principios.
Si hay alguien interesado en profundizar un poco más en el tema, desde el punto de vista de los conceptos científicos presentes en este escenario, le recomiendo que le eche un vistazo al estupendo artículo de José Manuel Uria.
P.: Hay que aclarar que el universo de Akasa-Puspa está integrado en las dos novelas citadas anteriormente: Mundos en la eternidad y Mundos y demonios. No obstante, y para dejar atrás tus novelas de ciencia ficción, dos últimas preguntas. ¿Akasa-Puspa es una novela hard de ciencia ficción? Aclarar a los lectores no habituales de ciencia ficción que el término hard se acuña a esas obras sesudas con un fuerte trasfondo tecnológico.
R. : En ciencia ficción el término hard se emplea para definir las novelas en las que la parte científica está muy cuidada. Por poner unos ejemplos cinematográficos que entienda todo el mundo: “2001: Odisea en el Espacio” es hard; “Parque Jurásico” también es hard. Pero “La Guerra de las Galaxias”, “Alien”, o “Star Trek” no lo son. No se trata de si lo que se plantea en la historia sea o no plausible de acuerdo con nuestros conocimientos, sino de que la Ciencia es, de algún modo, también protagonista de la trama. Y en Akasa-Puspa lo es, sin ninguna duda. En las novelas de este ciclo se especula con el futuro remoto de la raza humana, con su biología y con su posible adaptación al espacio. Y más aún, con la propia evolución física del Universo.
P.: Y la segunda, una pregunta inevitable. ¿Se atisba en el horizonte una continuación de Akasa-Puspa?
R.: Se atisba, por supuesto. Es un compromiso que tengo con los lectores de la saga. Pero estoy limitado a escribir una novela al año, a veces menos. Mi problema es la cantidad de documentación que llego a reunir antes de embarcarme en una novela. ¿Qué le voy a hacer?, soy el tipo de escritor que se documenta exhaustivamente antes de empezar a escribir sobre algo. Y eso lleva tiempo. Así que tengo que escoger con cuidado cuál es el próximo proyecto en el que voy a embarcarme, porque estaré durante un año o más de mi vida dedicado a él.
Tengo la trama de la próxima novela de Akasa-Puspa esbozada, incluso tengo la posibilidad de escribirla con un autor al que admiro y con el que hace mucho que deseo colaborar, como es Rodolfo Martínez. Esto sería lógico porque la primera novela, “Mundos en la Eternidad”, la escribí con Javier Redal. Es importante destacarlo, porque Javier y yo trabajamos juntos para diseñar hasta el último detalle de este escenario, así que Akasa-Puspa es hija de los dos.
P.: Ya entrando en el terreno de lo histórico, tus novelas publicadas por Ediciones B (La locura de Dios) y por Minotauro (Rihla y El sueño de la razón) tienen un importante componente fantástico. ¿Por qué?
R.: ¿Y qué es un componente fantástico?, te preguntaría yo. Hace un par de años estuve invitado junto con Paco Taibo en el festival de novela de aventuras de Saint Maló. En un desayuno literario en un hotel de la ciudad, surgió este mismo tema, y la respuesta que dio Taibo me parece ejemplar. Dijo (con su acento mexicano): “Imaginad, tal como estamos ahora, en este salón de un hotel de Francia, que aparece por la puerta un camello, cruza la sala, y se caga en medio de la alfombra. Esta podría ser una escena de una novela de fantasía o de un cuento surrealista. Ahora, imaginad que estamos en una casa de Marruecos, y sucede exactamente lo mismo. Sería una novela realista, hasta quizá con un fuerte componente social.”
La cosa es que en Literatura todo es fantástico, porque siempre está representado el punto de vista de un escritor, y esto no es la realidad. La realidad es imposible meterla en una novela. Sólo podemos hacer aproximaciones, y estas están siempre transmutadas por el ojo del observador. Si en una novela que sucede en el siglo XIV pretendemos ofrecer el punto de vista de “cómo es el mundo” que tenemos en el siglo XXI, estaremos alterando la percepción de la realidad de la gente de esa época, que vivía y compartía el mundo con hadas, brujas y demonios.
En mis novelas el narrador nunca sabe más que los personajes. Puede saltar de uno a otro, para ofrecer distintitos puntos de vista, pero está limitado por los conocimientos de su época. Esto me ha provocado algunos problemas con los correctores. En “Rihla”, por ejemplo, los personajes llegan a América y se encuentran con un animal al que llaman “tigre”. Nota de la correctora: “no hay tigres en América, será un jaguar”. Ya lo sé, pero de eso iba el juego, ¿no? De la misma forma, si se encuentran con algo que desde el punto de vista de un hombre actual tiene una explicación científica, para ellos en cambio será algo mágico o fantástico. Es simplemente el punto de vista.
P.: Y sin embargo, siempre estás confrontando la razón con lo sobrenatural. Es decir, los protagonistas de tus novelas suelen ser pensadores y hombres de ciencia. En el caso de La locura de Dios, el filósofo Ramón Llull, en El sueño de la razón, el humanista Luis Vives y en Rihla, el erudito musulmán Lisán. ¿Crees que la razón siempre va a encontrar la forma de explicar la fantasía o, al contrario, la fantasía tiene alguna posibilidad de derrotar al pensamiento lógico?
R.: La locura de Dios fue un gran cambio respecto a lo que había escrito hasta entonces, porque me di cuenta de que lo que quería contar resultaba mucho más impresionante y más cercano si lo situaba en un escenario histórico real. Prácticamente todas mis novelas tratan sobre un viaje y el encuentro con el Otro. Es decir, el encuentro entre dos culturas. “La locura de Dios” trataba de viajeros medievales adentrándose en los extensos e ignotos territorios asiáticos de entonces. Para documentarme leí varios libros de viajeros medievales; muchos de ellos fueron franciscanos, un grupo religioso que destacó por su valentía, curiosidad, e inteligencia, y a cuyos miembros no les asustaba especular. Sus descripciones del encuentro con otras culturas son fascinantes y es posible hallar un paralelismo con la ciencia ficción; se trata también del encuentro con el alienígena, con lo incomprensible. Pero hay una cosa buena en esos relatos de viajeros medievales; leyéndolos es fácil comprobar que el contacto con otra forma de entender el mundo siempre enriquece al viajero, que comprueba que su verdad no es la única.
En Rihla, por ejemplo, describo un viaje a América y el encuentro con culturas que eran absolutamente alienígena para los europeos. Los aztecas tenían una forma de comportamiento y un modo de ver el mundo que es totalmente incomprensible para los viajeros musulmanes de mi novela. Realmente estoy intentando contar lo mismo que contaría en una novela de Primer Encuentro, pero situándola dentro de un marco histórico real me plantea posibilidades muy estimulantes.
Finalmente, otro punto de tensión en mis novelas es ese enfrentamiento entre el punto de vista mágico y el de la razón. Yo, que soy un racionalista convencido, me di cuenta que había buscado siempre a mis protagonistas entre los hombres de Ciencia que destacaban en sus épocas por esto mismo. Quería ofrecer un punto de vista lo más cercano al mío a la hora de describir estos acontecimientos mágicos. Ramón Llull, Luis Vives, y Lisán al-Aysar, eran mis corresponsales enviados a través del tiempo.
P.: Veo por tus comentarios que has tratado de introducir en la novela histórica un elemento clave del género fantástico: el sentido de la maravilla. Es decir, el enfrentamiento con lo imposible. En Rihla te mueves como pez en el agua. Construyes una novela a través de los mitos centroamericanos y nos muestras un escenario que muy pocos han sabido reflejar en su totalidad. Ahora mismo, sólo me viene a la cabeza la película de Mel Gibson: Apocalypto.
R.: Exacto. El “Sentido de la Maravilla” era también lo que buscaba en mis novelas de ciencia ficción. Pero en “La locura de Dios” redescubrí que no es necesario irse a una galaxia muy lejana para encontrarlo, está a nuestro alrededor y en nuestra historia. He pensado mucho en lo que significa el “Sentido de la Maravilla” para los humanos. En mi caso es algo que me emociona profundamente, y me sentido reflejado en textos de antiguos viajeros que reaccionaban con esa mezcla de temor y anhelo ante lo extraño.
Imagina, por ejemplo, a los monos del principio de “2001: Una Odisea en el Espacio”, están tranquilos en su charca, felices y sin que nadie los moleste. "Moonwatcher" (que así se llama el protagonista según la novela) mira por encima de una colina cercana y se pregunta qué hay al otro lado. ¿Peligros? ¿Una charca mejor, más comida? Lo que está claro es que su imaginación se llenará de imágenes fascinantes para llenar eso que desconoce. Ese sentimiento creo que es el origen del “Sentido de la Maravilla”.
Y sí, la película de Mel Gibson me gustó (a pesar de sus fallos históricos), porque retraba la misma idea de terror y admiración por una cultura extraña que me había llevado a escribir “Rihla”.
P.: No obstante, en todas tus novelas, a parte del sentido de la maravilla, hay otro concepto importantísimo: la aventura. No sueles quedarte en el trasfondo histórico, sino que vas más allá y das rienda suelta al espíritu de los primeros colonos que se adentran en tierras extrañas, a los exploradores que navegaban millas y millas para encontrar nuevas tierras, a los paisajes indómitos. Háblanos un poco de tus referentes en ese sentido y cómo los has aplicado en tus novelas.
R.: Mis primeras lecturas fueron libros de aventuras y viajes: Julio Verne, Stevenson, Jack London, Jonathan Swift. Y estas son las novelas que me siguen apasionando. Es lógico que cuando empecé a escribir lo hice dentro del género que me gustaba, los viajes de aventuras. En mi niñez, los años 60, la frontera estaba representada por el espacio, y las novelas de ciencia ficción eran el equivalente a los relatos de viajes a través del mar en busca de costas desconocidas.
Es curioso, porque un día descubrí que, en realidad a mí no me gustaba la ciencia ficción; sino sólo algunas novelas de ciencia ficción. Nunca me ha interesado a priori el ciberpunk, ni los relatos postatómicos, ni las distopías. He leído con placer algunos libros enclavados dentro de esos subgéneros, pero como leería cualquier otra novela. Pero siento un afecto especial por los relatos de viajes situados en cualquier época pasada o futura. Me permiten reflejar ese “Sentido de la Maravilla” al que has aludido antes, pero también son un mecanismo muy útil para que un escritor pueda especular sobre la naturaleza humana. Con lo que nos ilusiona o lo que nos da miedo cuando abandonamos el entorno al que estamos habituados, con el concepto del Otro, la xenofobia, la empatía, y el contacto (casi siempre violento) entre culturas.
P.: El sueño de la razón, tu última novela publicada hasta la fecha, está situada en el siglo XVI y tiene como protagonistas secundarios a los descendientes de los Reyes Católicos. Carlos V tiene un papel muy relevante. En ella demuestras que se pueden crear historias entretenidas usando nuestra propia cultura, ¿no es así?
R.: Quizá es un error. Desde luego parece que en el mundillo del fantástico español, todo lo que no suene a anglosajón o nórdico no tiene sentido. Pero como yo me aficioné a esto en una época muy anterior al actual boom de la fantasía anglosajona, no quiero entrar en ese juego. Yo recuerdo las aventuras del marino árabe Simbad, las maravillosas películas de Ray Harryhausen, formando parte del imaginario de la época a la vez que las novelas de Conan, de Robert E. Howard. Ahora la fantasía (excepto unas pocas excepciones) me parece bastante monótona, y dominada por el punto de vista anglosajón. No me interesa leerlo, y mucho menos escribirlo.
Y la Historia y la mitología de España me fascinan. No es que crea que la Historia y los mitos de los ingleses no son igual de interesantes. Pero que las cuenten ellos. Lo curioso es que este tipo de preferencias anglófilas sólo se producen dentro del seno de la literatura fantástica y de ciencia ficción. En novela histórica o en otros géneros, los españoles suelen preferir a autores españoles. Lo de los fans del fantástico es curioso, y sin duda explica algo sobre las peculiaridades de este mundillo, aunque no estoy seguro de qué.
P.: ¿Cómo definirías la relación entre Cèleste, la bruja protagonista de El sueño de la razón, y el humanista Luís Vives, un hombre acomplejado por vivir en el exilio?
R.: Quise plantear dos personajes que me sirvieran para explicar las particularidades y las contradicciones de esta época. El renacimiento fue el momento del redescubrimiento del hombre, del resurgir de la Ciencia y de la Razón; pero a la vez fue la época de la Inquisición, la magia y las brujas.
Luis Vives, que fue un humanista valenciano; un auténtico “Hombre del Renacimiento” amigo de Erasmo de Rotterdam y Tomás Moro. Provenía de una familia de judíos conversos que fue duramente perseguida por la Inquisición, con lo que tuvo que huir de España para exiliarse, primero en Francia y luego en los Países Bajos. Históricamente, fue el primero que analizó la mente humana desde el punto de vista de la lógica y de la razón. Por eso me fascinó la idea de hacerlo interactuar con una bruja que utiliza la magia y que vive en un mundo oscurantista, y enfrentar en sus conversaciones el pensamiento mágico con el pensamiento racional.
P.: Ahondar en las raíces del humanismo es “teóricamente” más sencillo que hablar sobre oscurantismo. Existen tratados que han definido el humanismo y la razón a lo largo del tiempo. Pero ¿te costó mucho recrear la parte esotérica del libro? ¿Cuáles son las fuentes de Cèleste?
R.: Intenté escribir sobre la práctica de la brujería en el Renacimiento con el mismo rigor con el que me documenté sobre la vida de Luis Vives. Una de mis principales fuentes de información fueron los excelentes estudios sobre brujería del antropólogo español Julio Caro Baroja. Para los interesados en el tema, recomiendo sus obras: “Las brujas y su mundo”, “Las formas complejas de la vida religiosa”, y sobre todo: “Vidas Mágicas e Inquisición”, que es un tratado imprescindible sobre la realidad de brujería en Europa.
Hay muchos detalles que la mayor parte de la gente desconoce, por ejemplo que la presunción del poder diabólico de la brujas (que propusieron los dominicos alemanes Heinrich Kraemer y Johann Sprenger en su famoso Malleus maleficarum) era una herejía en sí misma, pues le presuponía un poder al diablo capaz de oponerse al de Dios, lo que estaba en contra de la ortodoxia que reinaba en España. Por eso mismo, la brujería apenas fue perseguida por la Inquisición Española; que dedicó todos sus esfuerzos pirómanos a los judíos conversos y a los moriscos.
P.: ¿Crees que el público habituado a leer novela histórica está dispuesto a aceptar una novela en la que interviene el elemento fantástico?
R.: En Francia y en Italia sí. En mi experiencia, cuando un aficionado al género de la novela histórica se encuentra con una novela donde lo fantástico se mezcla con un escenario real perfectamente documentado, la reacción siempre es positiva. Se trata de algo diferente y original, que se suele aceptar con agrado. Además, un aficionado al género histórico está más predispuesto que cualquier otro lector a aceptar el planteamiento de que lo real y lo imaginario depende del punto de vista y de la época a la que pertenezca el narrador.
Sin embargo, tengo la sensación de que en el caso de España hay una barrera insoslayable entre el género fantástico y el histórico. ¿La causa? Sólo puedo especular, pero creo que en nuestro país la gente que lee novela histórica no lo hace sólo por el placer de la lectura, sino que intenta, además, aprender algo, expandir sus conocimientos sobre una determinada época histórica. De modo que si en una novela ve aparecer elementos fantásticos, estos le hacen dudar de la realidad de todo lo demás que ha leído. “¿Este suceso en la vida del Emperador Carlos V, será verdad o será otra fantasía del autor?”, quizá se preguntan. No lo sé. Desde luego, una novela no se escribe para enseñar historia, y la documentación no tiene otro objetivo que crear un marco creíble donde situar una aventura imaginada. Se lee novela por el placer de la lectura, para lo otro ya están los libros de ensayo o el canal Historia de la tele.
P.: Eres un autor con gran experiencia que ha publicado fuera de España y varias de tus novelas han salido a la venta por toda Europa. ¿Cómo es el proceso de publicación de tus libros?
R.: En el año 2001 varios autores españoles fuimos invitados al festival de ciencia ficción de Nantes, en Francia. Este festival es más un encuentro entre autores y editores que algo de cara al público general como son nuestras Hispacones. Los autores que fuimos a Nantes ese año nos encontramos con una ambiente muy agradable y profesional, y algunos hicimos interesantes contactos con editoriales francesas. Especialmente Javier Negrete y yo, que desde ese año publicamos regularmente en Francia.
Mi editorial se llama Au Diable Vauvert, y fue más allá de editar mi obra en francés; su directora me propuso publicarme directamente y también representar mi obra en toda Europa. Y en esa situación estoy desde entonces.
Mis novelas han aparecido hasta ahora en francés, portugués, italiano, y se está preparando una edición en ruso de “La locura de Dios”. Así que cuando escribo lo hago pensando en un público europeo, pues es posible (sucedió con Rihla) que la novela aparezca antes en francés que en español.
P.:¿Qué nos deparará el Juanmi Aguilera del futuro? ¿De qué va tu próxima novela?
R.: Mi próxima novela es una aventura histórica situada a finales del siglo XVI, y el escenario será África… Y hasta ahí puedo leer. No contiene ningún elemento fantástico, pero sí Sentido de la Maravilla a raudales, que es lo que de verdad me gusta.
P.: Muchas gracias por atendernos, Juanmi, y desde Anika Entre Libros te deseamos todo lo mejor en tus próximas andanzas literarias.
R.: Gracias a ti por unas preguntas tan interesantes.
En los últimos años la producción de Juan Miguel Aguilera se ha decantado hacia la novela histórica, pero sus inicios radican en la novela de ciencia ficción. "Mundos en la eternidad" o "Mundos y demonios" son pruebas fehacientes de la capacidad de este autor a la hora de manejar los resortes de un género tan complejo como la ficción especulativa.
Además, Juan Miguel fue guionista de la película Stranded (Náufragos), dirigida por María Lidón. Una entrevista de David Mateo para Anika entre Libros.
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Pregunta. ¿Cómo definirías tú el concepto de ciencia ficción?
Respuesta: Aún no he encontrado una definición de ciencia ficción que sea capaz de contener todo lo que significa este género. Para muchos ciencia-ficción es sólo las historias tipo “La guerra de las galaxias” o “Star Trek”, pero en realidad es algo mucho más complejo que eso, y contiene novelas como “Un mundo feliz”, “Soy leyenda” o “Tigre, tigre”.
¿Cómo meter todos estos aspectos en un solo saco y encontrar una frase que lo describa? Es imposible, pero la definición que más me gusta es la de Norman Spinrad: “Ciencia ficción es lo que se publica en las colecciones de ciencia ficción”. Y es especialmente acertada hoy en día, porque cuando una novela trasciende de las colecciones del género y pasa a ser publicada para un público más general, deja de ser ciencia ficción y se convierte en “ficción especulativa”, “thriller científico”, o cualquier otra denominación que se les ocurra a los publicistas de la editorial, pero nunca “ciencia ficción”.
P.: Es curiosa la definición que aplicas a este género literario cuando precisamente vivimos tiempos oscuros para la novela de ciencia ficción integrada en una colección. Es decir, que el libro que triunfa es la novela independiente, y ahí está Somoza con su fenomenal Zig-Zag o La carretera de Cormac McCarthy. Parece que el gran público, pese a las horas bajas por la que pasan las distintas colecciones de ciencia ficción, no acaba de dar la espalda a este género tan arraigado en España.
R.: Pero no con la denominación “ciencia ficción”. El que busque esta palabra en la contraportada de los libros que has citado, no la va a encontrar. La cosa es muy sencilla: si tiene éxito, si le gusta a un público amplio, no es ciencia ficción, aunque trate alguno de los temas habituales del género. Luis Prado, un amigo mío y editor, comentaba hace unos días que en la edición de “La Guerra de los Mundos” que se hizo como consecuencia de la película de Spielberg, se decía en la contraportada que era un “thriller de aventuras”. Si una invasión de marcianos no es ciencia ficción, ya me dirás.
P.: Centrándonos ya en tus inicios de escritor, explícanos un poco por encima —soy consciente de que es un concepto muy amplio— ¿qué es Akasa-Puspa?
R.: Uf. Es imposible definir Akasa-Puspa con unas pocas frases. Digamos que se trata de un escenario enorme, y muy remoto en el tiempo, donde situé mis primeras novelas. Un cúmulo de estrellas muy próximas entre sí, con varias sociedades en conflicto, y un misterio sobre el futuro de la Humanidad.
Lo mejor de la ciencia ficción es la distancia que nos proporciona para analizar nuestro mundo actual, y con Akasa-Puspa tenía el punto de fuga situado tan lejos que me permitía dibujar unas estupendas perspectivas sobre temas que me interesan especialmente, como es la convivencia entre personas de culturas diferentes con diferentes valores y principios.
Si hay alguien interesado en profundizar un poco más en el tema, desde el punto de vista de los conceptos científicos presentes en este escenario, le recomiendo que le eche un vistazo al estupendo artículo de José Manuel Uria.
P.: Hay que aclarar que el universo de Akasa-Puspa está integrado en las dos novelas citadas anteriormente: Mundos en la eternidad y Mundos y demonios. No obstante, y para dejar atrás tus novelas de ciencia ficción, dos últimas preguntas. ¿Akasa-Puspa es una novela hard de ciencia ficción? Aclarar a los lectores no habituales de ciencia ficción que el término hard se acuña a esas obras sesudas con un fuerte trasfondo tecnológico.
R. : En ciencia ficción el término hard se emplea para definir las novelas en las que la parte científica está muy cuidada. Por poner unos ejemplos cinematográficos que entienda todo el mundo: “2001: Odisea en el Espacio” es hard; “Parque Jurásico” también es hard. Pero “La Guerra de las Galaxias”, “Alien”, o “Star Trek” no lo son. No se trata de si lo que se plantea en la historia sea o no plausible de acuerdo con nuestros conocimientos, sino de que la Ciencia es, de algún modo, también protagonista de la trama. Y en Akasa-Puspa lo es, sin ninguna duda. En las novelas de este ciclo se especula con el futuro remoto de la raza humana, con su biología y con su posible adaptación al espacio. Y más aún, con la propia evolución física del Universo.
P.: Y la segunda, una pregunta inevitable. ¿Se atisba en el horizonte una continuación de Akasa-Puspa?
R.: Se atisba, por supuesto. Es un compromiso que tengo con los lectores de la saga. Pero estoy limitado a escribir una novela al año, a veces menos. Mi problema es la cantidad de documentación que llego a reunir antes de embarcarme en una novela. ¿Qué le voy a hacer?, soy el tipo de escritor que se documenta exhaustivamente antes de empezar a escribir sobre algo. Y eso lleva tiempo. Así que tengo que escoger con cuidado cuál es el próximo proyecto en el que voy a embarcarme, porque estaré durante un año o más de mi vida dedicado a él.
Tengo la trama de la próxima novela de Akasa-Puspa esbozada, incluso tengo la posibilidad de escribirla con un autor al que admiro y con el que hace mucho que deseo colaborar, como es Rodolfo Martínez. Esto sería lógico porque la primera novela, “Mundos en la Eternidad”, la escribí con Javier Redal. Es importante destacarlo, porque Javier y yo trabajamos juntos para diseñar hasta el último detalle de este escenario, así que Akasa-Puspa es hija de los dos.
P.: Ya entrando en el terreno de lo histórico, tus novelas publicadas por Ediciones B (La locura de Dios) y por Minotauro (Rihla y El sueño de la razón) tienen un importante componente fantástico. ¿Por qué?
R.: ¿Y qué es un componente fantástico?, te preguntaría yo. Hace un par de años estuve invitado junto con Paco Taibo en el festival de novela de aventuras de Saint Maló. En un desayuno literario en un hotel de la ciudad, surgió este mismo tema, y la respuesta que dio Taibo me parece ejemplar. Dijo (con su acento mexicano): “Imaginad, tal como estamos ahora, en este salón de un hotel de Francia, que aparece por la puerta un camello, cruza la sala, y se caga en medio de la alfombra. Esta podría ser una escena de una novela de fantasía o de un cuento surrealista. Ahora, imaginad que estamos en una casa de Marruecos, y sucede exactamente lo mismo. Sería una novela realista, hasta quizá con un fuerte componente social.”
La cosa es que en Literatura todo es fantástico, porque siempre está representado el punto de vista de un escritor, y esto no es la realidad. La realidad es imposible meterla en una novela. Sólo podemos hacer aproximaciones, y estas están siempre transmutadas por el ojo del observador. Si en una novela que sucede en el siglo XIV pretendemos ofrecer el punto de vista de “cómo es el mundo” que tenemos en el siglo XXI, estaremos alterando la percepción de la realidad de la gente de esa época, que vivía y compartía el mundo con hadas, brujas y demonios.
En mis novelas el narrador nunca sabe más que los personajes. Puede saltar de uno a otro, para ofrecer distintitos puntos de vista, pero está limitado por los conocimientos de su época. Esto me ha provocado algunos problemas con los correctores. En “Rihla”, por ejemplo, los personajes llegan a América y se encuentran con un animal al que llaman “tigre”. Nota de la correctora: “no hay tigres en América, será un jaguar”. Ya lo sé, pero de eso iba el juego, ¿no? De la misma forma, si se encuentran con algo que desde el punto de vista de un hombre actual tiene una explicación científica, para ellos en cambio será algo mágico o fantástico. Es simplemente el punto de vista.
P.: Y sin embargo, siempre estás confrontando la razón con lo sobrenatural. Es decir, los protagonistas de tus novelas suelen ser pensadores y hombres de ciencia. En el caso de La locura de Dios, el filósofo Ramón Llull, en El sueño de la razón, el humanista Luis Vives y en Rihla, el erudito musulmán Lisán. ¿Crees que la razón siempre va a encontrar la forma de explicar la fantasía o, al contrario, la fantasía tiene alguna posibilidad de derrotar al pensamiento lógico?
R.: La locura de Dios fue un gran cambio respecto a lo que había escrito hasta entonces, porque me di cuenta de que lo que quería contar resultaba mucho más impresionante y más cercano si lo situaba en un escenario histórico real. Prácticamente todas mis novelas tratan sobre un viaje y el encuentro con el Otro. Es decir, el encuentro entre dos culturas. “La locura de Dios” trataba de viajeros medievales adentrándose en los extensos e ignotos territorios asiáticos de entonces. Para documentarme leí varios libros de viajeros medievales; muchos de ellos fueron franciscanos, un grupo religioso que destacó por su valentía, curiosidad, e inteligencia, y a cuyos miembros no les asustaba especular. Sus descripciones del encuentro con otras culturas son fascinantes y es posible hallar un paralelismo con la ciencia ficción; se trata también del encuentro con el alienígena, con lo incomprensible. Pero hay una cosa buena en esos relatos de viajeros medievales; leyéndolos es fácil comprobar que el contacto con otra forma de entender el mundo siempre enriquece al viajero, que comprueba que su verdad no es la única.
En Rihla, por ejemplo, describo un viaje a América y el encuentro con culturas que eran absolutamente alienígena para los europeos. Los aztecas tenían una forma de comportamiento y un modo de ver el mundo que es totalmente incomprensible para los viajeros musulmanes de mi novela. Realmente estoy intentando contar lo mismo que contaría en una novela de Primer Encuentro, pero situándola dentro de un marco histórico real me plantea posibilidades muy estimulantes.
Finalmente, otro punto de tensión en mis novelas es ese enfrentamiento entre el punto de vista mágico y el de la razón. Yo, que soy un racionalista convencido, me di cuenta que había buscado siempre a mis protagonistas entre los hombres de Ciencia que destacaban en sus épocas por esto mismo. Quería ofrecer un punto de vista lo más cercano al mío a la hora de describir estos acontecimientos mágicos. Ramón Llull, Luis Vives, y Lisán al-Aysar, eran mis corresponsales enviados a través del tiempo.
P.: Veo por tus comentarios que has tratado de introducir en la novela histórica un elemento clave del género fantástico: el sentido de la maravilla. Es decir, el enfrentamiento con lo imposible. En Rihla te mueves como pez en el agua. Construyes una novela a través de los mitos centroamericanos y nos muestras un escenario que muy pocos han sabido reflejar en su totalidad. Ahora mismo, sólo me viene a la cabeza la película de Mel Gibson: Apocalypto.
R.: Exacto. El “Sentido de la Maravilla” era también lo que buscaba en mis novelas de ciencia ficción. Pero en “La locura de Dios” redescubrí que no es necesario irse a una galaxia muy lejana para encontrarlo, está a nuestro alrededor y en nuestra historia. He pensado mucho en lo que significa el “Sentido de la Maravilla” para los humanos. En mi caso es algo que me emociona profundamente, y me sentido reflejado en textos de antiguos viajeros que reaccionaban con esa mezcla de temor y anhelo ante lo extraño.
Imagina, por ejemplo, a los monos del principio de “2001: Una Odisea en el Espacio”, están tranquilos en su charca, felices y sin que nadie los moleste. "Moonwatcher" (que así se llama el protagonista según la novela) mira por encima de una colina cercana y se pregunta qué hay al otro lado. ¿Peligros? ¿Una charca mejor, más comida? Lo que está claro es que su imaginación se llenará de imágenes fascinantes para llenar eso que desconoce. Ese sentimiento creo que es el origen del “Sentido de la Maravilla”.
Y sí, la película de Mel Gibson me gustó (a pesar de sus fallos históricos), porque retraba la misma idea de terror y admiración por una cultura extraña que me había llevado a escribir “Rihla”.
P.: No obstante, en todas tus novelas, a parte del sentido de la maravilla, hay otro concepto importantísimo: la aventura. No sueles quedarte en el trasfondo histórico, sino que vas más allá y das rienda suelta al espíritu de los primeros colonos que se adentran en tierras extrañas, a los exploradores que navegaban millas y millas para encontrar nuevas tierras, a los paisajes indómitos. Háblanos un poco de tus referentes en ese sentido y cómo los has aplicado en tus novelas.
R.: Mis primeras lecturas fueron libros de aventuras y viajes: Julio Verne, Stevenson, Jack London, Jonathan Swift. Y estas son las novelas que me siguen apasionando. Es lógico que cuando empecé a escribir lo hice dentro del género que me gustaba, los viajes de aventuras. En mi niñez, los años 60, la frontera estaba representada por el espacio, y las novelas de ciencia ficción eran el equivalente a los relatos de viajes a través del mar en busca de costas desconocidas.
Es curioso, porque un día descubrí que, en realidad a mí no me gustaba la ciencia ficción; sino sólo algunas novelas de ciencia ficción. Nunca me ha interesado a priori el ciberpunk, ni los relatos postatómicos, ni las distopías. He leído con placer algunos libros enclavados dentro de esos subgéneros, pero como leería cualquier otra novela. Pero siento un afecto especial por los relatos de viajes situados en cualquier época pasada o futura. Me permiten reflejar ese “Sentido de la Maravilla” al que has aludido antes, pero también son un mecanismo muy útil para que un escritor pueda especular sobre la naturaleza humana. Con lo que nos ilusiona o lo que nos da miedo cuando abandonamos el entorno al que estamos habituados, con el concepto del Otro, la xenofobia, la empatía, y el contacto (casi siempre violento) entre culturas.
P.: El sueño de la razón, tu última novela publicada hasta la fecha, está situada en el siglo XVI y tiene como protagonistas secundarios a los descendientes de los Reyes Católicos. Carlos V tiene un papel muy relevante. En ella demuestras que se pueden crear historias entretenidas usando nuestra propia cultura, ¿no es así?
R.: Quizá es un error. Desde luego parece que en el mundillo del fantástico español, todo lo que no suene a anglosajón o nórdico no tiene sentido. Pero como yo me aficioné a esto en una época muy anterior al actual boom de la fantasía anglosajona, no quiero entrar en ese juego. Yo recuerdo las aventuras del marino árabe Simbad, las maravillosas películas de Ray Harryhausen, formando parte del imaginario de la época a la vez que las novelas de Conan, de Robert E. Howard. Ahora la fantasía (excepto unas pocas excepciones) me parece bastante monótona, y dominada por el punto de vista anglosajón. No me interesa leerlo, y mucho menos escribirlo.
Y la Historia y la mitología de España me fascinan. No es que crea que la Historia y los mitos de los ingleses no son igual de interesantes. Pero que las cuenten ellos. Lo curioso es que este tipo de preferencias anglófilas sólo se producen dentro del seno de la literatura fantástica y de ciencia ficción. En novela histórica o en otros géneros, los españoles suelen preferir a autores españoles. Lo de los fans del fantástico es curioso, y sin duda explica algo sobre las peculiaridades de este mundillo, aunque no estoy seguro de qué.
P.: ¿Cómo definirías la relación entre Cèleste, la bruja protagonista de El sueño de la razón, y el humanista Luís Vives, un hombre acomplejado por vivir en el exilio?
R.: Quise plantear dos personajes que me sirvieran para explicar las particularidades y las contradicciones de esta época. El renacimiento fue el momento del redescubrimiento del hombre, del resurgir de la Ciencia y de la Razón; pero a la vez fue la época de la Inquisición, la magia y las brujas.
Luis Vives, que fue un humanista valenciano; un auténtico “Hombre del Renacimiento” amigo de Erasmo de Rotterdam y Tomás Moro. Provenía de una familia de judíos conversos que fue duramente perseguida por la Inquisición, con lo que tuvo que huir de España para exiliarse, primero en Francia y luego en los Países Bajos. Históricamente, fue el primero que analizó la mente humana desde el punto de vista de la lógica y de la razón. Por eso me fascinó la idea de hacerlo interactuar con una bruja que utiliza la magia y que vive en un mundo oscurantista, y enfrentar en sus conversaciones el pensamiento mágico con el pensamiento racional.
P.: Ahondar en las raíces del humanismo es “teóricamente” más sencillo que hablar sobre oscurantismo. Existen tratados que han definido el humanismo y la razón a lo largo del tiempo. Pero ¿te costó mucho recrear la parte esotérica del libro? ¿Cuáles son las fuentes de Cèleste?
R.: Intenté escribir sobre la práctica de la brujería en el Renacimiento con el mismo rigor con el que me documenté sobre la vida de Luis Vives. Una de mis principales fuentes de información fueron los excelentes estudios sobre brujería del antropólogo español Julio Caro Baroja. Para los interesados en el tema, recomiendo sus obras: “Las brujas y su mundo”, “Las formas complejas de la vida religiosa”, y sobre todo: “Vidas Mágicas e Inquisición”, que es un tratado imprescindible sobre la realidad de brujería en Europa.
Hay muchos detalles que la mayor parte de la gente desconoce, por ejemplo que la presunción del poder diabólico de la brujas (que propusieron los dominicos alemanes Heinrich Kraemer y Johann Sprenger en su famoso Malleus maleficarum) era una herejía en sí misma, pues le presuponía un poder al diablo capaz de oponerse al de Dios, lo que estaba en contra de la ortodoxia que reinaba en España. Por eso mismo, la brujería apenas fue perseguida por la Inquisición Española; que dedicó todos sus esfuerzos pirómanos a los judíos conversos y a los moriscos.
P.: ¿Crees que el público habituado a leer novela histórica está dispuesto a aceptar una novela en la que interviene el elemento fantástico?
R.: En Francia y en Italia sí. En mi experiencia, cuando un aficionado al género de la novela histórica se encuentra con una novela donde lo fantástico se mezcla con un escenario real perfectamente documentado, la reacción siempre es positiva. Se trata de algo diferente y original, que se suele aceptar con agrado. Además, un aficionado al género histórico está más predispuesto que cualquier otro lector a aceptar el planteamiento de que lo real y lo imaginario depende del punto de vista y de la época a la que pertenezca el narrador.
Sin embargo, tengo la sensación de que en el caso de España hay una barrera insoslayable entre el género fantástico y el histórico. ¿La causa? Sólo puedo especular, pero creo que en nuestro país la gente que lee novela histórica no lo hace sólo por el placer de la lectura, sino que intenta, además, aprender algo, expandir sus conocimientos sobre una determinada época histórica. De modo que si en una novela ve aparecer elementos fantásticos, estos le hacen dudar de la realidad de todo lo demás que ha leído. “¿Este suceso en la vida del Emperador Carlos V, será verdad o será otra fantasía del autor?”, quizá se preguntan. No lo sé. Desde luego, una novela no se escribe para enseñar historia, y la documentación no tiene otro objetivo que crear un marco creíble donde situar una aventura imaginada. Se lee novela por el placer de la lectura, para lo otro ya están los libros de ensayo o el canal Historia de la tele.
P.: Eres un autor con gran experiencia que ha publicado fuera de España y varias de tus novelas han salido a la venta por toda Europa. ¿Cómo es el proceso de publicación de tus libros?
R.: En el año 2001 varios autores españoles fuimos invitados al festival de ciencia ficción de Nantes, en Francia. Este festival es más un encuentro entre autores y editores que algo de cara al público general como son nuestras Hispacones. Los autores que fuimos a Nantes ese año nos encontramos con una ambiente muy agradable y profesional, y algunos hicimos interesantes contactos con editoriales francesas. Especialmente Javier Negrete y yo, que desde ese año publicamos regularmente en Francia.
Mi editorial se llama Au Diable Vauvert, y fue más allá de editar mi obra en francés; su directora me propuso publicarme directamente y también representar mi obra en toda Europa. Y en esa situación estoy desde entonces.
Mis novelas han aparecido hasta ahora en francés, portugués, italiano, y se está preparando una edición en ruso de “La locura de Dios”. Así que cuando escribo lo hago pensando en un público europeo, pues es posible (sucedió con Rihla) que la novela aparezca antes en francés que en español.
P.:¿Qué nos deparará el Juanmi Aguilera del futuro? ¿De qué va tu próxima novela?
R.: Mi próxima novela es una aventura histórica situada a finales del siglo XVI, y el escenario será África… Y hasta ahí puedo leer. No contiene ningún elemento fantástico, pero sí Sentido de la Maravilla a raudales, que es lo que de verdad me gusta.
P.: Muchas gracias por atendernos, Juanmi, y desde Anika Entre Libros te deseamos todo lo mejor en tus próximas andanzas literarias.
R.: Gracias a ti por unas preguntas tan interesantes.
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