Claudio Cerdán, Yecla, 1981, licenciado en sociología, no es nuevo en el mundo de la literatura fantástica, ni en el de las artes, ya que ha publicado en más de media docena de antologías, en revistas y en portales de Internet. Es guionista de cómics y cortometrajes. Coordina un Taller de escritura para jóvenes en Yecla, y espera que su primera novela, y el mundo que en ella nos descubre, le abra las puertas para poder vivir del cuento, su gran vocación.
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Pregunta: ¿En qué momento supo que quería ser escritor? ¿Hay un libro determinante?
Respuesta: Desde pequeño me gustaba contar mis propias historias, pero no fue hasta adulto que me di cuenta de ello. Y es que se trata de eso, de contar historias. Da igual si en forma de cómic o de cortometraje. Una vez me decidí a colgar los lápices y ponerme delante de un teclado supe que había tomado la decisión correcta. Fue en la universidad cuando di el paso definitivo al apuntarme a varios talleres literarios, que para mí fueron un revulsivo a la hora de afrontar este oficio. Y sí, hubo un libro: La Dalia Negra, de James Ellroy. Su lectura me impactó hasta el punto de querer emularlo, de conseguir algo con la misma intensidad y carga dramática.
P. El Dios de los Mutilados es su primera novela, hasta el momento había escrito relatos y guiones, tanto para tebeos como para cortometrajes. ¿Es el cuento un camino obligado para llegar a la novela?
R. O eso dicen. Yo no estoy tan seguro. Es cierto que me considero mejor cuentista que novelista, aunque ahora dejo las distancias cortas para guiones de cortometrajes. En los relatos breves podemos aprender a refinar el lenguaje o a estructurar una historia en pocas páginas, pero hasta que no quitamos ese corsé y nos lanzamos a la novela no descubrimos en realidad cómo funcionan sus entresijos. Y ahí empieza lo verdaderamente complicado: el manejar tramas y subtramas, personajes diversos, tiempo narrativo y, sobre todo, encontrar una voz propia. Todo esto son problemas que raramente aparecen en los relatos breves.
P. Haruki Murakami dijo que escribir novela es un reto, escribir cuentos un placer, que es la diferencia entre plantar un bosque o plantar un jardín. ¿Cómo lo ve Claudio Cerdán?
R. No puedo más que darle la razón al maestro Murakami. En un relato se tiene más libertad para experimentar, tanto en su forma como en su fondo. Una novela cuesta mucho más trabajo, es un proceso que puede durar varios meses o incluso años. Debes mantener el interés durante páginas y páginas, y eso es algo que no resulta fácil en absoluto. Un relato pornográfico, por ejemplo, puede tener su gracia, pero una novela entera creo que cansaría.
P. Y, como es su gran vocación, dígame, ¿cree que es posible vivir del cuento?
R. Es bastante complicado comer de las letras, pero yo soy optimista. ¿Qué posibilidades tenía un autor novel como yo de publicar una novela de corte fantástico fuera de la autoedición? A decir verdad, muy pocas, pero lo he conseguido, y dentro de una editorial puntera. Vale, es una profesión difícil, pero estoy seguro de que con trabajo duro, constancia y algo de talento se puede llegar, si no a lo más alto, tal vez a una posición cómoda. Hoy por hoy, todos los escritores que conozco tienen sus ingresos por los libros, pero los compaginan con otras actividades análogas. Ahora mismo imparto un taller literario entre los pequeños de mi localidad. La literatura abre puertas, y estoy convencido de que las que ahora están cerradas se abrirán con el tiempo.
P. Toda obra artística tiene un principio. ¿Cómo nace El Dios de los Mutilados?
R. Los dolores de parto comenzaron con forma de guión de cómic, pero ante la imposibilidad de encontrar un dibujante, el proyecto mutó en el libro que tenéis en la librerías. En dicha decisión influyó el hecho de conocer a Tobias Grumm, que me animó a intentarlo en el mundo de la fantasía. Provengo de la novela negra, el género policíaco hardboiled, y es hacía allí adónde me gustaría encaminar mis pasos, pero el amigo David Mateo me orientó hasta esté fantástico mundillo, nunca mejor dicho, y me siento bastante cómodo en él.
P. Como un arquitecto, le supongo trenzando la trama para que todas las piezas cuadren, que el edificio no se le caiga. Ese es el gran miedo de muchos escritores de relatos al enfrentarse a una novela, que ésta se les caiga. ¿No sintió en ningún momento ese temor?
R. Siempre hay una vocecita que suena en tu cabeza que te dice que no lo intentes, pero es que también suena cuando vas a cruzar una calle o a presentarte a una chica. Lo mejor es no prestarle atención y agarrar la novela por los cuernos y a la chica por la cintura, o viceversa. En mi caso, al provenir de la novela negra, tenía muy claro hacia dónde iba, cómo eran los personajes, qué debía pasar y cuándo. Una trama policíaca no puede tener cabos sueltos ni explicaciones alocadas, y eso es algo que extrapolo a todo lo que escribo. Ahora, visto con la distancia, creo que la trama es uno de los puntos fuertes del libro.
P. Una de las características de su novela es la peculiaridad de los personajes: el paladín manco, el ladrón promiscuo, el bárbaro suicida, la seductora hechicera, el legendario elfo...
R. Mi idea era partir de los tópicos clásicos del género para crear algo nuevo. No quería complicar una historia ya de por si compleja. Por ello, aunque aparezcan personajes que parecen más de lo mismo, el lector se sorprenderá al descubrir nuevos rasgos entre lo ya conocido. El otro día un lector escribió que detesta a los elfos, pero que en mi novela el elfo es imprescindible.
P. Permítame reproducir una frase de su novela: Swyleen creía que todo aquello era una demostración de ego para ver quién la tenía más larga. ¿Por qué esa fijación de algunos de sus personajes en las proporciones y en las medidas?
R. En el caso de Lady Swyleen, es una mujer en un mundo de hombres, y no puede evitar criticar el comportamiento absurdo que a veces tenemos. Del resto de la novela, la verdad es que me han sorprendido algunos comentarios. Un lector de 11 años le dijo a su padre que le encantaba porque se decían tacos. Cuando lo escribí evité poner tacos y escenas de sexo, pero al parecer las referencias están ahí. Imagino que son resquicios de la novela policíaca, de la sordidez que impregna sus páginas, del humor cínico que destilan los personajes que me enamoran.
P. La novela tiene pinceladas cómicas poco habituales en el género fantástico. ¿Le fue difícil mezclar épica y humor? ¿Ha recibido algún comentario al respecto?
Hace unos meses tuve el honor de conocer a Francisco González Ledesma, un autor al cual admiro profundamente y al que pude hacerle esta misma pregunta. Sus novelas tienen mucha carga de humor que no desentona para nada con la negritud de lo narrado, y eso es algo que me llamaba la atención. Me contestó que las personas que peor lo pasan son las que mejor sentido del humor tienen, tal vez para aislarse del mundo que les ha tocado vivir. Mis personajes viven situaciones extremas, de gran violencia, y aún así se ríen. De momento, las críticas que he recibido al respecto son bastante positivas. No es que haya escrito una comedia, pero de vez en cuando si que se me escapa alguna sonrisa, siempre sin perder de vista la épica de la novela, claro.
P. En la Región de Murcia hay un auge de la narrativa, con autores que publican con editoriales de prestigio a nivel nacional. ¿Por qué cree que está ocurriendo esto? ¿Qué circunstancias se dan?
R. Está claro: la insuperable dieta de la huertica murciana. No, en serio, la verdad es que no tengo ni idea. Supongo que la inquietud artística está dentro de todos a expensas del lugar donde resida, pero sí es cierto que en Murcia ocurre algo. Dejando a un lado las letras, el mundo de la canción de autor tiene su auge en Madrid, Barcelona y Murcia, con circuitos propios ajenos al resto de música e intérpretes de gran talento. Imagino que en las letras ocurre algo parecido. Hemos sabido organizarnos, hay plataformas de escritores, de lectores, de cantautores, de cortometrajistas... Hablando de medidas, se podría decir que somos pequeñitos pero peleones.
P. Y como esta sección se llama Hablando de libros, el futuro de ellos ¿cómo lo ve el guionista de tebeos y cortometrajes?
R. Hoy día, la gente habla de crisis, pero soy bastante optimista. Dicen que la gente no lee, pero cada vez hay más revistas. El problema está en otra parte, tal vez en los bestsellers de usar y tirar, del mundillo de resultados inmediatos. Yo creo que todo esto cambiará. Y por suerte contamos con la ayuda del peor enemigo del cine y la música: Internet.
Muchas gracias.
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Pregunta: ¿En qué momento supo que quería ser escritor? ¿Hay un libro determinante?
Respuesta: Desde pequeño me gustaba contar mis propias historias, pero no fue hasta adulto que me di cuenta de ello. Y es que se trata de eso, de contar historias. Da igual si en forma de cómic o de cortometraje. Una vez me decidí a colgar los lápices y ponerme delante de un teclado supe que había tomado la decisión correcta. Fue en la universidad cuando di el paso definitivo al apuntarme a varios talleres literarios, que para mí fueron un revulsivo a la hora de afrontar este oficio. Y sí, hubo un libro: La Dalia Negra, de James Ellroy. Su lectura me impactó hasta el punto de querer emularlo, de conseguir algo con la misma intensidad y carga dramática.
P. El Dios de los Mutilados es su primera novela, hasta el momento había escrito relatos y guiones, tanto para tebeos como para cortometrajes. ¿Es el cuento un camino obligado para llegar a la novela?
R. O eso dicen. Yo no estoy tan seguro. Es cierto que me considero mejor cuentista que novelista, aunque ahora dejo las distancias cortas para guiones de cortometrajes. En los relatos breves podemos aprender a refinar el lenguaje o a estructurar una historia en pocas páginas, pero hasta que no quitamos ese corsé y nos lanzamos a la novela no descubrimos en realidad cómo funcionan sus entresijos. Y ahí empieza lo verdaderamente complicado: el manejar tramas y subtramas, personajes diversos, tiempo narrativo y, sobre todo, encontrar una voz propia. Todo esto son problemas que raramente aparecen en los relatos breves.
P. Haruki Murakami dijo que escribir novela es un reto, escribir cuentos un placer, que es la diferencia entre plantar un bosque o plantar un jardín. ¿Cómo lo ve Claudio Cerdán?
R. No puedo más que darle la razón al maestro Murakami. En un relato se tiene más libertad para experimentar, tanto en su forma como en su fondo. Una novela cuesta mucho más trabajo, es un proceso que puede durar varios meses o incluso años. Debes mantener el interés durante páginas y páginas, y eso es algo que no resulta fácil en absoluto. Un relato pornográfico, por ejemplo, puede tener su gracia, pero una novela entera creo que cansaría.
P. Y, como es su gran vocación, dígame, ¿cree que es posible vivir del cuento?
R. Es bastante complicado comer de las letras, pero yo soy optimista. ¿Qué posibilidades tenía un autor novel como yo de publicar una novela de corte fantástico fuera de la autoedición? A decir verdad, muy pocas, pero lo he conseguido, y dentro de una editorial puntera. Vale, es una profesión difícil, pero estoy seguro de que con trabajo duro, constancia y algo de talento se puede llegar, si no a lo más alto, tal vez a una posición cómoda. Hoy por hoy, todos los escritores que conozco tienen sus ingresos por los libros, pero los compaginan con otras actividades análogas. Ahora mismo imparto un taller literario entre los pequeños de mi localidad. La literatura abre puertas, y estoy convencido de que las que ahora están cerradas se abrirán con el tiempo.
P. Toda obra artística tiene un principio. ¿Cómo nace El Dios de los Mutilados?
R. Los dolores de parto comenzaron con forma de guión de cómic, pero ante la imposibilidad de encontrar un dibujante, el proyecto mutó en el libro que tenéis en la librerías. En dicha decisión influyó el hecho de conocer a Tobias Grumm, que me animó a intentarlo en el mundo de la fantasía. Provengo de la novela negra, el género policíaco hardboiled, y es hacía allí adónde me gustaría encaminar mis pasos, pero el amigo David Mateo me orientó hasta esté fantástico mundillo, nunca mejor dicho, y me siento bastante cómodo en él.
P. Como un arquitecto, le supongo trenzando la trama para que todas las piezas cuadren, que el edificio no se le caiga. Ese es el gran miedo de muchos escritores de relatos al enfrentarse a una novela, que ésta se les caiga. ¿No sintió en ningún momento ese temor?
R. Siempre hay una vocecita que suena en tu cabeza que te dice que no lo intentes, pero es que también suena cuando vas a cruzar una calle o a presentarte a una chica. Lo mejor es no prestarle atención y agarrar la novela por los cuernos y a la chica por la cintura, o viceversa. En mi caso, al provenir de la novela negra, tenía muy claro hacia dónde iba, cómo eran los personajes, qué debía pasar y cuándo. Una trama policíaca no puede tener cabos sueltos ni explicaciones alocadas, y eso es algo que extrapolo a todo lo que escribo. Ahora, visto con la distancia, creo que la trama es uno de los puntos fuertes del libro.
P. Una de las características de su novela es la peculiaridad de los personajes: el paladín manco, el ladrón promiscuo, el bárbaro suicida, la seductora hechicera, el legendario elfo...
R. Mi idea era partir de los tópicos clásicos del género para crear algo nuevo. No quería complicar una historia ya de por si compleja. Por ello, aunque aparezcan personajes que parecen más de lo mismo, el lector se sorprenderá al descubrir nuevos rasgos entre lo ya conocido. El otro día un lector escribió que detesta a los elfos, pero que en mi novela el elfo es imprescindible.
P. Permítame reproducir una frase de su novela: Swyleen creía que todo aquello era una demostración de ego para ver quién la tenía más larga. ¿Por qué esa fijación de algunos de sus personajes en las proporciones y en las medidas?
R. En el caso de Lady Swyleen, es una mujer en un mundo de hombres, y no puede evitar criticar el comportamiento absurdo que a veces tenemos. Del resto de la novela, la verdad es que me han sorprendido algunos comentarios. Un lector de 11 años le dijo a su padre que le encantaba porque se decían tacos. Cuando lo escribí evité poner tacos y escenas de sexo, pero al parecer las referencias están ahí. Imagino que son resquicios de la novela policíaca, de la sordidez que impregna sus páginas, del humor cínico que destilan los personajes que me enamoran.
P. La novela tiene pinceladas cómicas poco habituales en el género fantástico. ¿Le fue difícil mezclar épica y humor? ¿Ha recibido algún comentario al respecto?
Hace unos meses tuve el honor de conocer a Francisco González Ledesma, un autor al cual admiro profundamente y al que pude hacerle esta misma pregunta. Sus novelas tienen mucha carga de humor que no desentona para nada con la negritud de lo narrado, y eso es algo que me llamaba la atención. Me contestó que las personas que peor lo pasan son las que mejor sentido del humor tienen, tal vez para aislarse del mundo que les ha tocado vivir. Mis personajes viven situaciones extremas, de gran violencia, y aún así se ríen. De momento, las críticas que he recibido al respecto son bastante positivas. No es que haya escrito una comedia, pero de vez en cuando si que se me escapa alguna sonrisa, siempre sin perder de vista la épica de la novela, claro.
P. En la Región de Murcia hay un auge de la narrativa, con autores que publican con editoriales de prestigio a nivel nacional. ¿Por qué cree que está ocurriendo esto? ¿Qué circunstancias se dan?
R. Está claro: la insuperable dieta de la huertica murciana. No, en serio, la verdad es que no tengo ni idea. Supongo que la inquietud artística está dentro de todos a expensas del lugar donde resida, pero sí es cierto que en Murcia ocurre algo. Dejando a un lado las letras, el mundo de la canción de autor tiene su auge en Madrid, Barcelona y Murcia, con circuitos propios ajenos al resto de música e intérpretes de gran talento. Imagino que en las letras ocurre algo parecido. Hemos sabido organizarnos, hay plataformas de escritores, de lectores, de cantautores, de cortometrajistas... Hablando de medidas, se podría decir que somos pequeñitos pero peleones.
P. Y como esta sección se llama Hablando de libros, el futuro de ellos ¿cómo lo ve el guionista de tebeos y cortometrajes?
R. Hoy día, la gente habla de crisis, pero soy bastante optimista. Dicen que la gente no lee, pero cada vez hay más revistas. El problema está en otra parte, tal vez en los bestsellers de usar y tirar, del mundillo de resultados inmediatos. Yo creo que todo esto cambiará. Y por suerte contamos con la ayuda del peor enemigo del cine y la música: Internet.
Muchas gracias.
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