(Laugea, el mundo que recorrieron Eleazar y Eostes, por Antonio Caballero Martínez)
Decía un especialista que, cuando afrontamos un género que cuenta con las ambientaciones fantásticas y los mundos imaginarios como uno de sus ingredientes principales, cualquier ayuda que reciba el lector a la hora de situarse en el entorno en el que se mueven los personajes será poca. Ese ha sido uno de los motivos de la popularización de la cartografía fantástica, el uso de mapas que ilustran los libros de fantasía.
Para mí, y se lo escuché también a otro autor, abrir un libro es un acto de penetración en la intimidad de la mente de una persona que, normalmente, nos es ajena. Él lo clasificaba de un acto de perversión, yo no tanto, pues cuando el libro llega a nuestras manos es por que el autor o la autora quieren que nos adentremos en sus más profundos sueños. Que los conozcamos. Y una de las mejores maneras de hacerlo es a través de un mundo soñado.
El nivel de detalle de ese mundo variará según el grado de definición, pero por lo general será suficiente para guiarnos a través de sus sueños.
En la popularización de la cartografía fantástica tiene mucho que ver, como en todo cuanto nos afecta, Tolkien y El señor de los anillos, puesto que "añadía a su abrumadora erudición y su obsesión por las lenguas una pasión por los dibujos y los mapas, y ya en la primera edición de El hobbit incluía un mapa, dibujado de su puño y letra." (Mundos de Fantasía, Estudio Fénix, 2004).
Pero, y a pesar de ello, aún existen escritores que pensamos, bueno, yo ya tendría que decir que pensaba, que los mapas son algo secundario y, hasta cierto punto, limitan su imaginación y la de los lectores. Pero también están los que han seguido el ejemplo del maestro hasta las últimas precisiones, como Ursula K. LeGuin, quien dibujó el mapa de Terramar, con sus casi infinitas islas. Claro que, para mundo especial, Terry Pratchett, y su Mundodisco: un mundo plano sostenido por cuatro elefantes que andan sobre el caparazón de una tortuga gigantesca que vaga por el universo.
Me llama la atención, y no soy al único, el hecho de que, con muy pocas excepciones, la disposición de los mundos fantásticos se parece a la geografía de nuestro mundo: en el norte se suelen encontrar parajes helados, las zonas del sur suelen ser desérticas o tropicales y, en los casos más extremos de razas que habitan en el sur y el en este suelen tener casi los mismos rasgos a los pobladores de los continentes asiático y africano de nuestro mundo real, tan amenazado de muerte por el Cambio Climático.
Yo no hice ni una cosa ni otra, me quedé a medio. Perfilé los contornos de un mundo, al que llamé Laugea, como saben los lectores de La Maldición, la primera entrega de La cólera de Nébulos, y tuve la suerte de conocer a Antonio Caballero Martínez y que él, un buen amigo desde ese momento, se decidiese a leer todos mis apuntes para dibujar el mundo por el que se mueven Eleazar y Eostes e, incluso, perfilar los contornos y geografía de esas ignotas regiones que sólo se citan de pasada y, en el mayor de los casos, sólo se nombran.
Creo que esta entrada no estaría completa sin la inclusión a citas de unos lugares que os recomiendo visitar y leer (además de los que os he enlazado a lo largo del comentario), de Pepa Casino:
Mundos fantásticos y su representación gráfica.
1ª parte.
2ª parte.
3ª parte.
4ª parte.
5ª parte.
Decía un especialista que, cuando afrontamos un género que cuenta con las ambientaciones fantásticas y los mundos imaginarios como uno de sus ingredientes principales, cualquier ayuda que reciba el lector a la hora de situarse en el entorno en el que se mueven los personajes será poca. Ese ha sido uno de los motivos de la popularización de la cartografía fantástica, el uso de mapas que ilustran los libros de fantasía.
Para mí, y se lo escuché también a otro autor, abrir un libro es un acto de penetración en la intimidad de la mente de una persona que, normalmente, nos es ajena. Él lo clasificaba de un acto de perversión, yo no tanto, pues cuando el libro llega a nuestras manos es por que el autor o la autora quieren que nos adentremos en sus más profundos sueños. Que los conozcamos. Y una de las mejores maneras de hacerlo es a través de un mundo soñado.
El nivel de detalle de ese mundo variará según el grado de definición, pero por lo general será suficiente para guiarnos a través de sus sueños.
En la popularización de la cartografía fantástica tiene mucho que ver, como en todo cuanto nos afecta, Tolkien y El señor de los anillos, puesto que "añadía a su abrumadora erudición y su obsesión por las lenguas una pasión por los dibujos y los mapas, y ya en la primera edición de El hobbit incluía un mapa, dibujado de su puño y letra." (Mundos de Fantasía, Estudio Fénix, 2004).
Pero, y a pesar de ello, aún existen escritores que pensamos, bueno, yo ya tendría que decir que pensaba, que los mapas son algo secundario y, hasta cierto punto, limitan su imaginación y la de los lectores. Pero también están los que han seguido el ejemplo del maestro hasta las últimas precisiones, como Ursula K. LeGuin, quien dibujó el mapa de Terramar, con sus casi infinitas islas. Claro que, para mundo especial, Terry Pratchett, y su Mundodisco: un mundo plano sostenido por cuatro elefantes que andan sobre el caparazón de una tortuga gigantesca que vaga por el universo.
Me llama la atención, y no soy al único, el hecho de que, con muy pocas excepciones, la disposición de los mundos fantásticos se parece a la geografía de nuestro mundo: en el norte se suelen encontrar parajes helados, las zonas del sur suelen ser desérticas o tropicales y, en los casos más extremos de razas que habitan en el sur y el en este suelen tener casi los mismos rasgos a los pobladores de los continentes asiático y africano de nuestro mundo real, tan amenazado de muerte por el Cambio Climático.
Yo no hice ni una cosa ni otra, me quedé a medio. Perfilé los contornos de un mundo, al que llamé Laugea, como saben los lectores de La Maldición, la primera entrega de La cólera de Nébulos, y tuve la suerte de conocer a Antonio Caballero Martínez y que él, un buen amigo desde ese momento, se decidiese a leer todos mis apuntes para dibujar el mundo por el que se mueven Eleazar y Eostes e, incluso, perfilar los contornos y geografía de esas ignotas regiones que sólo se citan de pasada y, en el mayor de los casos, sólo se nombran.
Creo que esta entrada no estaría completa sin la inclusión a citas de unos lugares que os recomiendo visitar y leer (además de los que os he enlazado a lo largo del comentario), de Pepa Casino:
Mundos fantásticos y su representación gráfica.
1ª parte.
2ª parte.
3ª parte.
4ª parte.
5ª parte.
Por cierto, estoy preparando un ensayo sobre la cartografía de mundos fantásticos. Si tú tienes tu mundo fantástico, házmelo saber, que la añadiré aquí y en la Enciclopedia de la Fantasía y ciencia ficción.
8 comentarios:
Yo creía que La cólera de Nébulos era una manera más de permanecer en el anonimato a través de un seudónimo, pero después me percaté de que eran libros tuyos que prometo localizar y leer cuanto antes.
La fantasía, es algo que encuentro dificil de seguir porque me pasa como con los cuentos: soy incapaz de inventar uno.
No tengo mapa alguno que ofrecerte pero considero eso de un mérito dentro de la fantasía, que no voy a dejar de interesarme por lo que nos quieras mostrar de lo que te vaya llegando.
Éxito y hasta siempre.
Lo del mundo de "El señor de los anillos" es que es
Gracias, Perlita. Espero que los consigas, si no, ya sabes...
Qué iniciativa. Yo tengo un mapa de Aztlan, de Ladrones de Atlántida, aunque es sencillito. Debiste verlo al leer el libro. ¿También vale?
Hola, José Ángel:
Claro que lo vi, y me parece apropiado. ¿Me puedes mandar el enlace para colgarlo en la Enciclopedia de la Literatura Fantástica? Si no lo tienes subido, puedes hacer como yo, subirlo a tu bitácora o página.
Por cierto, ya era uno de los que tengo fotocopiados para adjuntar al ensayo.
¡Qué suerte la tuya! haber encontrado a un cartógrafo de mundos fantásticos es ver plasmados en un mapa lo que seguro tenías en la mente tú, que eres el autor de la leyenda de Nébulos, pero a los simples lectores tal vez se nos escapaba. Este dibujo de la topografía aludida nos sumerge en un mundo incógnito, legendario, cautivador en suma.
El autor del mapa, un Juan de la Cosa de la Lireatura fantástica. Mi enhorabuena para él también, junto con mi más sincera admiración.
Gracias, Rosa.
Sé que a Antonio Caballero le agradará tu comentario. ¡Ni te puedes imaginar la de preguntas que me formuló mientras iba preparando el mapa! Creo que ahora, sabe más de ese mundo que yo.
El mapa es fantástico, como el propio mundo que recrea. Saluditos al PanochoDigital
Sé que Antonio Caballero ha leído tu comentario, Coronelia, pues ha puesto un enlace en su bitácora, que está en sitios que sigo.
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