La sección de vegamediapress.com dedicada al comentario de obras literarias, Acantilados de Papel, tendrá esta próxima semana como protagonista a mi último poemario, que será comentado por Carmen Clemente Abenza, una de las primeras personas que leyó el manuscrito y que me apunto interesantes visiones de cómo quedaría, finalmente, la obra.
Este es su comentario:
Para sumergirse en Crepusculario, no es necesario haber sido testigo de la fluida evolución del poeta Francisco Javier Illán, ni haber leído sus anteriores publicaciones, porque a cada paso de página, los poemas van empapando al lector gota a gota, imperceptiblemente, como lluvia persistente, refrescando o calando de frío hasta los huesos. Él, sincero, se difine "cada poema es/ esa instantánea/ de quien soy/ y cuanto siento...", y esa es la fuerza que he encontrado en sus versos, la que desborda la emoción interna.
Su lectura me evoca esos días grisáceos, melancólicos, cargados de añoranza, por el paraíso perdido o por la niñez y las acequias de agua clara, frente a la tierra sedienta y calcinada que ahora siente que pisa.
Este es su comentario:
Para sumergirse en Crepusculario, no es necesario haber sido testigo de la fluida evolución del poeta Francisco Javier Illán, ni haber leído sus anteriores publicaciones, porque a cada paso de página, los poemas van empapando al lector gota a gota, imperceptiblemente, como lluvia persistente, refrescando o calando de frío hasta los huesos. Él, sincero, se difine "cada poema es/ esa instantánea/ de quien soy/ y cuanto siento...", y esa es la fuerza que he encontrado en sus versos, la que desborda la emoción interna.
Su lectura me evoca esos días grisáceos, melancólicos, cargados de añoranza, por el paraíso perdido o por la niñez y las acequias de agua clara, frente a la tierra sedienta y calcinada que ahora siente que pisa.
Los recuerdos atormentados, se vierten en la memoria del poeta e inundan el vacío del paso del tiempo. Tiempo que, aunque rebasa el mediodía, le da para, indolente, dejarse seducir y relamerse un ratico con su húmeda amiga, la rubia de cabellos de nata (excelente y conseguida figura poética), mientras resbala hacia el atardecer, que le auguro soleado para los versos que tan generosamente derrama.
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