Cuando hablo de los poetas que han influido en mi, no suelo citar a Ángel González, a pesar de haber leído casi toda su producción publicada. Creo que fue alrededor de 1972 cuando leí algo suyo por primera vez, coincidiendo con su marcha a Alburquerque (eso lo supe después), precisamente un pueblo, pero el de Extremadura, que yo visitaría en muchas ocasiones años después, en el que estuvo destinada mi hermana como profesora y en cuyo castillo rememoré lejanas batallas de ecos olvidados.
Pero si hay un poema que siempre he repetido, es el de esa peculiar perspectiva de un poema de amor: yo no sé si me explico, pero quiero / aclarar que si yo fuese/ Dios, haría / lo posible por ser Ángel González/ para quererte como te quiero...
El poeta pone tal énfasis en el amor que, nada menos, si fuese Dios, renunciaría para ser simplemente el enamorado... Yo hoy voy a releer ese y otros poemas de Ángel González.
El poeta pone tal énfasis en el amor que, nada menos, si fuese Dios, renunciaría para ser simplemente el enamorado... Yo hoy voy a releer ese y otros poemas de Ángel González.
Descanse en paz.
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