El escritor Frank Quasar, autor de Los lobos de la luna, comenta La Maldición, primera entrega de La cólera de Nébulos.
Estas son sus palabras:
Hola, Francisco.
He leído tu novela y me gustaría aportar mi opinión sobre ella para animar a otros a hacer lo mismo. Este es mi comentario crítico sobre La cólera de Nébulos:
“La cólera de Nébulos” es una novela que no engaña a nadie. Ofrece exactamente lo que promete: fantasía épica o heroica de primera calidad. Los aficionados a este tipo de literatura no se sentirán frustrados en sus expectativas. El autor, Francisco Javier Illán Vivas, además de ser un excelente narrador, disfruta de una desbordante imaginación que pone al servicio de una historia bien conocida, la del héroe arrojado del paraiso que ha de satisfacer una larga serie de pruebas a cual más complicada y dramática para hacerse perdonar por su padre Nébulos, rey de los Eternos, evidente trasunto de Odín, Zéus o Júpiter en sus respectivas mitologías… y con tan mala leche como ellos.
La narración responde a los cánones clásicos de las historias de espada y brujería. Es ágil, vigorosa y sólo ligeramente poética cuando la ocasión lo requiere. Las descripciones son vividas y ajustadas, ni excesivas ni maniqueas; cumplen su función sobradamente: sumergir al lector en un mundo mágico plagado de seres prodigiosos, tan monstruosos como fascinantes. Un lugar donde los héroes son de una sola pieza y sus enemigos la misma encarnación del mal.
Los diálogos, breves y contundentes en las abundantes escenas de acción, me parecen quizá algo recargados y rimbombantes en otros casos, sin embargo es lógico que hablen así muchos personajes toda vez que se trata de dioses (llamados Eternos en la novela), reyes o generales.
La historia en sí misma tampoco resulta decepcionante. El protagonista, Eleazar, perdidos sus poderes de Eterno por atreverse a desafiar a su colérico padre y acompañado siempre de su fiel amigo Eostes, se ve obligado a atravesar el desolado mundo de los mortales enfrentándose a múltiples peligros con la sola ayuda de su valor y su espada Dragonia. De las muchas peleas que entablan tanto con humanos como con magos y diversos seres infernales, destaca la que tiene lugar casi al principio contra un engendro diábolico en una torre abandonada, al que consiguen derrotar con grandes apuros. Las líneas que describen la aparición de ese ser están entre lo mejor de la novela, a mi entender.
En resumen: una novela bien escrita, entretenida y emocionante, que satisfará a los fans del género y también puede gustar a otro tipo de lectores gracias a su desbordante imaginación y correcta progresión dramática. ¿Lo mejor? El mundo fantástico creado por Francisco Javier Illán, muy bien descrito y plagado de seres mitológicos, mágicos, terroríficos y, en ocasiones, entrañables. ¿Lo peor? Quizá la escasa “personalidad” de los dos protagonistas principales, especialmente Eleazar. Sé que su papel de héroe excluye ciertos matices (debilidades, para entendernos), pero aún así lo encuentro excesivamente monolítico. Carece de humor, astucia, incertidumbre o cualquier rasgo que lo defina de otra manera que como el clásico héroe infalible. Personalmente, hubiera preferido que fuera un poco más “humano” —¡aunque sea un dios!— y creo que ello habría contribuido a lograr una mejor identificación del lector con él.
Frank Quasar.
He leído tu novela y me gustaría aportar mi opinión sobre ella para animar a otros a hacer lo mismo. Este es mi comentario crítico sobre La cólera de Nébulos:
“La cólera de Nébulos” es una novela que no engaña a nadie. Ofrece exactamente lo que promete: fantasía épica o heroica de primera calidad. Los aficionados a este tipo de literatura no se sentirán frustrados en sus expectativas. El autor, Francisco Javier Illán Vivas, además de ser un excelente narrador, disfruta de una desbordante imaginación que pone al servicio de una historia bien conocida, la del héroe arrojado del paraiso que ha de satisfacer una larga serie de pruebas a cual más complicada y dramática para hacerse perdonar por su padre Nébulos, rey de los Eternos, evidente trasunto de Odín, Zéus o Júpiter en sus respectivas mitologías… y con tan mala leche como ellos.
La narración responde a los cánones clásicos de las historias de espada y brujería. Es ágil, vigorosa y sólo ligeramente poética cuando la ocasión lo requiere. Las descripciones son vividas y ajustadas, ni excesivas ni maniqueas; cumplen su función sobradamente: sumergir al lector en un mundo mágico plagado de seres prodigiosos, tan monstruosos como fascinantes. Un lugar donde los héroes son de una sola pieza y sus enemigos la misma encarnación del mal.
Los diálogos, breves y contundentes en las abundantes escenas de acción, me parecen quizá algo recargados y rimbombantes en otros casos, sin embargo es lógico que hablen así muchos personajes toda vez que se trata de dioses (llamados Eternos en la novela), reyes o generales.
La historia en sí misma tampoco resulta decepcionante. El protagonista, Eleazar, perdidos sus poderes de Eterno por atreverse a desafiar a su colérico padre y acompañado siempre de su fiel amigo Eostes, se ve obligado a atravesar el desolado mundo de los mortales enfrentándose a múltiples peligros con la sola ayuda de su valor y su espada Dragonia. De las muchas peleas que entablan tanto con humanos como con magos y diversos seres infernales, destaca la que tiene lugar casi al principio contra un engendro diábolico en una torre abandonada, al que consiguen derrotar con grandes apuros. Las líneas que describen la aparición de ese ser están entre lo mejor de la novela, a mi entender.
En resumen: una novela bien escrita, entretenida y emocionante, que satisfará a los fans del género y también puede gustar a otro tipo de lectores gracias a su desbordante imaginación y correcta progresión dramática. ¿Lo mejor? El mundo fantástico creado por Francisco Javier Illán, muy bien descrito y plagado de seres mitológicos, mágicos, terroríficos y, en ocasiones, entrañables. ¿Lo peor? Quizá la escasa “personalidad” de los dos protagonistas principales, especialmente Eleazar. Sé que su papel de héroe excluye ciertos matices (debilidades, para entendernos), pero aún así lo encuentro excesivamente monolítico. Carece de humor, astucia, incertidumbre o cualquier rasgo que lo defina de otra manera que como el clásico héroe infalible. Personalmente, hubiera preferido que fuera un poco más “humano” —¡aunque sea un dios!— y creo que ello habría contribuido a lograr una mejor identificación del lector con él.
Frank Quasar.
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