Gemma Nieto nació en 1971, es licenciada en periodismo y ha cursado estudios de marketing y relaciones públicas. Sus primeros pasos profesionales comenzaron como redactora política para distintos semanarios locales y sus siguientes ocupaciones la hicieron decantarse, definitivamente, por la prensa escrita.
A pesar de haber hecho del periodismo su forma de vida, su verdadera vocación es la novela. Con el tiempo decidió abandonar su labor profesional en los diferentes medios para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritora.
La entrevistamos por su novela "El alfabeto sagrado".
“Avara ha d’avara”, abracadabra: el poder creador de la palabra.
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Pregunta.- En la solapa de tu novela, la que nos ocupa, se puede leer: “decidió abandonar su labor profesional en los diferentes medios para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritora”, lo que me parece una decisión valiente, aunque no sé si imprudente.
Respuesta.- Ja,ja,ja. Desde luego que fue imprudente, pero no me he arrepentido desde entonces. He aprendido muchas cosas y he conocido a gente nueva que me ha motivado. No he tenido un segundo libre y estoy viviendo una etapa verdaderamente gratificante para mí. Estos últimos años me han dado la oportunidad de variar mi rumbo profesional y dirigirlo más hacia la escritura desde el punto de vista no sólo como escritora si no también como correctora o crítica. Aunque tengo que confesar que echo de menos el sector al que me dedicaba antes, el de la edición de revistas y el frenesí del cierre de edición.
P.- ¿Se puede vivir de la escritura?
R.- Se puede, pero… la gran mayoría no lo hacemos muy bien (ja, ja, ja). Por regla general, los escritores complementan sus ingresos procedentes de sus novelas con colaboraciones freelance para los medios de comunicación, ya se trate apariciones televisivas, radiofónicas o firmas en prensa.
En España, aunque se está incrementando el número de lectores, especialmente en la franja de edad que va desde los 12 hasta los 20 años, aún estamos muy lejos de la media europea y eso influye, qué duda cabe, en la venta de libros. Es algo que nos afecta muy directamente a los que tratamos de vivir de la escritura. Sin embargo, pienso que los que hemos decidido dedicarnos a esto no lo hacemos por dinero si no por la necesidad a la que nos empuja nuestro afán creador. Un pintor, un escultor, al igual que un novelista, no realizan su trabajo para vivir en la abundancia; lo hacen porque necesitan hacerlo, porque algo desde dentro les empuja a ello. Lo describió de una forma muy gráfica Gustavo Adolfo Bécquer, en uno de los prólogos a sus famosos poemas, en donde identificaba a las ideas que tenía en su cabeza como pequeños seres que le incordiaban continuamente hasta que se rendía y decidía darles forma con sus palabras.
P.- Te preguntaba al principio si la decisión era valiente o imprudente, porque además, para empezar, una novela cuyo eje principal es el alfabeto de los mandeos, un grupo religioso minoritario, mínimo podríamos decir, que tiene, al menos en su origen, cierta relación con dos grandes religiones: la hebrea y la cristiana.
R.-Escribir El alfabeto sagrado me ha aportado algunos valores espirituales que no lograba encontrar en nuestra sociedad y eso ha sido gracias a la gran cantidad de documentación que reuní y estudié sobre los mandeos. Era innecesario plasmar la mayor parte de lo que aprendí en la novela, sin embargo yo necesitaba estudiarlo para conferir mayor credibilidad a la historia y poder hacer alusiones sobre los mandeos con naturalidad.
Me sorprendió muy gratamente encontrarme con numerosos paralelismos entre su religión, especialmente al principio de nuestra era, y los credos cristiano y judío. Su enfoque es totalmente diferente y te empuja a pensar en lo que realmente sucedió en aquellos años en Jerusalén que tan decisivos han sido para nuestra cultura. ¿Sabías que en el Harran Gawaita, uno de sus libros sagrados, se narra el bautismo de Jesús? y ¿qué es muy diferente al que relata la Biblia?
P.- He de confesarte que leer tu novela y reencontrarme con las creencias, historia y costumbres mandeas me ha producido mucho placer. Sus ideas me interesaron en un momento de mi vida en que buscaba respuestas a muchas preguntas. ¿Por qué los mandeos?
R.-Por el mismo motivo que tú has podido entrever: yo también buscaba respuestas. Y ellos tienen algunas en su poder. En un principio los vi como hermanos del cristianismo pero con una fe más cercana a nuestra realidad actual, con unas respuestas más próximas a nuestras necesidades reales. Me ha maravillado encontrar en ellos a una comunidad que ha logrado mantener unos valores de unión en este mundo que se nos rompe en pedazos; con una espiritualidad que les ayuda a vivir en el día a día a pesar de sus dificultades pero, sobre todo, por esa unión y ese sentido de pertenencia a un grupo, más importante que el individuo, sin perder en ningún momento lo que les hace únicos como personas.
P.- El que los mandeos consideren a Jesucristo como un “embaucador y un mentiroso”, no les hace especialmente simpáticos a los cristianos.
R.- No, ni se lo ha hecho a los musulmanes; porque para ellos esas palabras también constituyen un insulto ya que tienen a Jesús entre sus más importantes profetas. Sin embargo, esa afirmación hay que ponerla en su contexto.
Para los mandeos, el lenguaje está revestido de una importancia fundamental. De hecho, poseen una lengua con más de 2000 años de antigüedad que utilizan para sus rituales religiosos y que no les está permitido cambiar ni en lo más mínimo. Para ellos, el abagada, como denominan a su alfabeto, es mágico y sagrado. Lo primero que fue creado, antes que los hombres o el mundo, fue el abagada porque consideran que sin palabras nada podría ser dicho y por tanto, nada podría crearse. Es la creación a través del poder creador de las palabras, tal como la vemos en el Evangelio de Juan cuando nos explica que Dios dijo: “hágase la luz”, y la luz se hizo. Se trata de crear a través de la voz.
De ahí la importancia que los mandeos concedieron a las palabras de Juan el Bautista, que Jesús aprendió y que no supo trasmitir bien entre sus adeptos. Ese error en la transmisión es lo que hace que sus palabras no sean válidas y, a su vez, que embauque a la gente.
Las palabras son tan importantes para ellos que, cuando escriben o copian algunos de sus textos religiosos, y cometen un error, no pueden tachar la palabra equivocada, tienen que puntearla por debajo y escribir a continuación la correcta.
Existe una antigua máxima hebrea que dice “avara ha d’avara”, que significa que mientras hablo estoy creando. Los persas copiaron la expresión como “abracadabra” que ha llegado hasta nuestros días. Abracadabra, que abre puertas, ofreciéndote nuevas realidades. No está muy lejos de lo que los mandeos creen que es capaz de hacer su alfabeto mágico ¿verdad?
P.- Además, como tampoco son reconocidos por los musulmanes como uno de los pueblos del Libro, tampoco tienen muchos simpatizantes entre ellos.
R.- Los musulmanes, siguiendo el Corán, respetan los cultos religiosos que disponen de un profeta y de libros sagrados. Son los creyentes que ellos denominan como “gente del libro” (al-i-khitab). Pero no todos, sólo a los tres que indicó Mahoma: el cristianismo, la religión judía y los sabeos.
Aunque hay pruebas de que en el pasado a los mandeos se los denominó sabeos, la interpretación de los Ayatolahs musulmanes difiere de la de ellos y, por lo tanto, su fe no es respetada y son perseguidos con furia.
Lo cierto es que han tenido que huir de sus países de origen, Irán e Irak, porque sus comercios han sido quemados, sus mujeres violadas, han asesinado a muchos de sus hombres y secuestran a los niños para maltratarlos y pedir rescate por ellos.
Los mandeos son gente pacífica que no pueden portar armas. Cuando gobernaba Sadam Hussein en Irak pagaban un impuesto bastante elevado para poder librarse del servicio militar ya que, según su religión, el mero hecho de sujetar un arma les condenaba al infierno. Y, en este sentido te puedo confirmar que siguen ese mandato al pie de la letra.
Han tenido muchos problemas para poder llevar una vida digna y, finalmente, han tenido que huir a otros países donde pudieran vivir en paz. Hoy día los puedes encontrar en Inglaterra, EEUU (que acogió a un cierto número de ellos tras su invasión de Irak), Países Bajos, Australia, Nueva Zelanda…
La culpa de todo la ha tenido la intransigencia religiosa. Nosotros vivimos en un país que, si nuestros representantes ofrecen su voto, los musulmanes podrán disfrutar de su día de fiesta especial, el viernes. Y, sin embargo, los mandeos han intentado vivir en unos países musulmanes en donde les consideraban impuros y no podían tocar algo destinado a un musulmán, donde no podían conseguir estudios superiores, donde no les permitían acceder a puestos de funcionariado y ni siquiera tenían permitido que les vieran los médicos en caso de enfermedad ya que el médico quedaría impuro para poder tratar después a los musulmanes.
P.- ¿Es mágico su alfabeto?
R.- Sí. Para ellos lo es. Como he comentado, creen en el poder creador de las palabras que forman con las letras de su alfabeto.
Inicialmente el abagada constaba de 22 letras y procedía del antiguo alfabeto arameo que se hablaba en tiempos de Jesús en la ciudad de Jerusalén. Para incrementar su poder mágico le añadieron dos letras más y conformar así un abecedario de 24 letras, cada una de ellas representando una de las horas del día. De la misma forma, una de las nuevas letras fue una segunda “a”, de tal forma que su alfabeto comenzara por una “a” y finalizase con otra; ésta es una forma de simbolizar que el principio y el fin de todas las cosas comienza y termina con su alfabeto.
Asímismo, cada una de ellas dispone de una fuerza y de un poder. Por ejemplo, la “a” representa la grandeza y la perfección; la “eh”, una letra que no tiene transliteración a nuestro lenguaje, es el Ojo de Dios…
Les gusta que su alfabeto les ayude a resolver problemas de su vida diaria. Y para ello cortan 24 pedacitos de papel y escriben en cada uno una de las letras del abagada. Después las colocan debajo de su almohada. Cada día, antes de dormirse, piden consejo al alfabeto sobre su problema. Y, cada mañana, si no lo han obtenido, retiran una letra hasta la noche en que el espíritu que rige una determinada letra les ayuda. Su costumbre es llevar esa letra colgada al cuello, como un amuleto.
P.- ¿Has tenido relación con los mandeos? Te lo pregunto por cómo describes sus costumbres, hay momentos en que parece escrito o contado por uno de ellos.
R.- Actualmente estoy al habla con Ardwan Alsabti, nieto del recién fallecido Reshama. El Reshama es la primera figura religiosa de la jerarquía eclesiástica mandea. Es muy similar al Papa cristiano. Sin embargo, a diferencia de él, el cargo de Reshama mandeo puede quedar vacante si ninguno de sus sacerdotes cumple los requisitos para acceder al puesto. De hecho, los 150 años precedentes al gobierno del abuelo de Ardwan, el puesto ha estado vacante.
Gracias a Ardwan y a los 22 sacerdotes que componen su familia he logrado comprender sus creencias y sus valores. Tengo previsto visitarles este verano, si el trabajo me lo permite.
P.- En un mundo amenazado de muerte por el cambio climático, castigado por enfermedades víricas como la Gripe A, ¿qué nos puede enseñar un grupo religioso que clama que Dios existe, la Vida existe, el Conocimiento de la Vida existe y, al tiempo, un intenso rechazo a la vida terrenal, considerándola algo impuro?
R.- A diferencia de otros grupos gnósticos del pasado, la filosofía mandea es un canto a la vida. Es cierto que para ellos, la verdadera felicidad se encuentra en su Mundo de la Luz, al que acceden tras su muerte. Sin embargo, no por ello rechazan la vida terrenal. De hecho, entre sus máximas se encuentra el “creced y multiplicaos”, una idea que otros gnósticos rechazaban por considerar que cada nueva vida sólo venía a sufrir a este mundo. El concepto de celibato para ellos es negativo. Por otra parte, sólo Dios (al que llaman Haii) puede tomar una vida, ellos no pueden arrebatarla.
Estas ideas, como puede observarse, son contrarias al gnosticismo clásico.
Tras mis años de estudio sobre ellos, he aprendido de los mandeos que el concepto de unidad y el de individualidad van de la mano. Me ha maravillado ver la cohesión que mantienen como grupo, se ayudan y confían los unos en los otros; y, por otra parte, mantienen y defienden su individualidad como personas diferentes del resto. Para mí, ésta es la verdad que está buscando nuestra sociedad occidental en la que nos encontramos perdidos; la verdad de ser capaces de mantenernos como individuos autónomos, pero al mismo tiempo creer en algo que es superior a nosotros con las ataduras necesarias para mantener una excelente salud emocional y espiritual.
Otra de las cosas que me ha fascinado de ellos es su sabiduría, tanto la ancestral como la moderna. Porque los mandeos son gente de hoy en día, muy puestos en temas científicos y a los que les preocupa el cambio climático. Como te comentaba, ellos han conseguido fusionar lo que nosotros no hemos sido capaces: Dios y el hombre, historia y modernidad…
P.- El inicio de tu novela es dramático en lo referente al tráfico de antigüedades, destrucción de estatuas para robar sólo la cabeza, implicación de los gobiernos, de los militares, de las universidades, de los museos... No me atrevo ni a preguntártelo, ¿realmente es así en el siglo XXI?
R.- Por mucho que lo lamente, tengo que responderte que sí. La descripción que realizo en la novela sobre el saqueo del museo arqueológico de Bagdad sucedió tal y como lo narro. Me dejé algunos detalles en el tintero pero créeme si te digo que los saqueadores dejaron el museo “como un solar”. Y eso que los arqueólogos americanos avisaron de que esto pasaría. Algunos de los tesoros lograron salvarse gracias a la previsión de los propios trabajadores. Apenas unos días antes de la invasión consiguieron ocultarlos en sitios seguros y se negaron a revelar los escondites a las fuerzas americanas por miedo a que también fueran robados. Algunos de ellos pagaron su silencio con sus vidas.
P.- Me ha gustado la rapidez con la que nos trasladas de Bagdad a la Universidad de Cambridge, y de estas dos al Monasterio de Santa Catalina, en Egipto, y, acto seguido, a Jerusalén, lo que nos introduce en la historia casi vertiginosamente, a la vez que nos preparas en la trama y nos presentas a los personajes principales.
R.- Me gusta la acción, las tramas trepidantes y los thrillers que consiguen arrastrarte hasta el final. Las novelas que he leído por entretenimiento, no por trabajo o documentación, son todas ellas de ese estilo y creo que la forma de narrar, el ritmo y otras características se han quedado dentro de mi cerebro de una forma casi innata porque si quisiera escribir una historia más lenta, más reposada, estoy casi segura de que no saldría bien.
Recuerdo que cuando mi agente presentó la novela a Temas de Hoy para su publicación, una de las principales características que destacaron de ella fue que era muy cinematográfica, con un lenguaje rápido y ameno que permitía “ver” lo que se contaba. De hecho, creo el lenguaje de El alfabeto sagrado es más visual que literario, de hecho la novela está escrita para vivirla en la imaginación.
P.- Supongamos que un lector o lectora de tu novela tiene previsto visitar esa tierra tantas veces santificada y a la vez tantas veces castigada por la guerra, como son Israel y Palestina, ¿puede utilizarla como guía para visitar la Iglesia de la Visitación, la Fuente de María, la Iglesia de la Natividad de San Juan Bautista...?
R.- Perfectamente. La descripción de los lugares de los que se habla en la novela es totalmente real y no hay ningún sitio inventado. Además, las historias que se cuentan sobre esas localizaciones también son ciertas e, incluso, los antropólogos y arqueólogos que menciono en la novela son profesionales que se ganan la vida en los yacimientos de Tierra Santa. Me estoy refiriendo a Shimon Gibson, reputado arqueólogo de la Universidad de Charlotte (Carolina del Norte, USA); Joe Zías, el descubridor de una de las inscripciones que se mencionan en la novela; el Dr. Oren Gutfeld, el metalúrgico Robert Feather…
Cuando finalicé la novela, me percaté de que la realidad y la ficción estaban tan entremezcladas que, incluso para un verdadero erudito en los temas que trato, crear una línea divisoria entre ambas le habría supuesto un gran reto. Por ese motivo decidí escribir unas palabras al final de la novela para explicarle al lector donde comienza la ficción y dónde la realidad, que espero les haya sido de ayuda.
P.- Concluyo, de todo lo hablado hasta ahora, que tras “El alfabeto sagrado” hay mucho trabajo de investigación, de documentación, bibliográfica y sobre el terreno.
R.-Si, una novela de este tipo conlleva mucha documentación. Como bien sabes, más de la que contiene la propia obra. Para hablar de un tema del que desconoces todo es necesario aprenderlo “casi” todo y luego mostrarle al lector algo de lo aprendido. Porque creo que no podrás insertar en una novela el tema que has elegido si tú mismo no lo dominas. Al final, la novela de ficción no parecerá creíble o insertarás la parte histórica dentro de la trama de tal forma que parecerá más una enciclopedia que una novela de ficción.
P.- ¿En qué trabaja ahora Gemma Nieto?
R.- Ahora mismo estoy trabajando en dos novelas nuevas. Una es del estilo de El alfabeto sagrado, aunque con personajes diferentes y ambientada en el Medio Oriente. Es también una obra que requiere una gran documentación y me llevará bastante tiempo. Sin embargo, como sabes que los escritores no podemos dejar de escribir, he comenzado otra novela que requiere de muy poca documentación, siguiendo la estela de la temática romántica paranormal. Está muy alejada de mi forma tradicional de escribir, pero se me ocurrió una historia plausible de ser publicada y, mi necesidad de escribir, hizo el resto. Creo que esta última puede estar terminada en tres meses.
P.- Me vas a permitir hacerte unas preguntas más generales, sobre tu actividad creativa. ¿Cuándo sabes si un texto es bueno o malo?
R.- Básicamente cuando al leerlo me gusta. Hace tiempo leí en un libro de Stephen King (“Mientras escribo”) que un buen escritor tenía que leer mucho y escribir mucho. Puedo afirmar que he leído mucho, soy casi una devoradora de libros. Cuando lees mucho, hay pautas que se van quedando dentro de ti y que, en el futuro, se convertirán en cosas que desearás encontrarte en las buenas novelas: el ritmo interno de la prosa, los diálogos creíbles, los personajes bien perfilados, una trama cuya acción vaya in crescendo… Cuando lees un libro, en seguida te percatas de si tiene todo eso o no; y lo sabes porque la prosa te engancha y te hace olvidar que hay un autor detrás, estás tan dentro de la novela que la historia te tiene totalmente absorbido.
En realidad, se trata de contemplar tus escritos de la misma forma: desde fuera, como si no fueran tuyos, y criticarlos igual que harías con los textos ajenos. Por este motivo, suelo dejar pasar algunos meses entre el final de la redacción de una novela y su última corrección. Es entonces cuanto te has distanciado lo suficiente de ella como para poder verla desde fuera y localizar errores que, de otra forma, no encontrarías. Si con esa “corrección distanciada” como yo la denomino, el texto me atrapa y fluye como un río, entonces creo que la narración es buena. Si tiene aristas, bordes que hacen que no consigas meterte en la obra, entonces es mejor dejarla a un lado.
P.- ¿Usas mucho la papelera?
R.- No, soy una ecologista encubierta (ja ja ja). No la uso por mi forma de trabajar. Suelo utilizar un cuaderno para escribir mis primeras ideas, notas de la trama, apuntes sobre los personajes,… hasta que voy dando forma general a todo y, ya casi al final del cuaderno tengo toda la novela escrita en forma de guión. Ese cuaderno no lo tiro porque me sirve para ver la evolución que ha seguido la historia a medida que la iba creando. Después me siento delante del ordenador y escribo siguiendo las pautas de ese guión. Suelo imprimir la novela un par de veces para hacer, al menos dos correcciones, sobre el papel. Y, teniendo en cuenta que imprimo por ambas caras para ahorrar papel, al final gasto el mínimo posible.
Si te refieres a la papelera de reciclaje del PC, tampoco la uso. Mi forma de enfrentarme a una novela nueva no es encender el ordenador, abrir un documento de Word y esperar a ver qué pasa. La novela ya la tengo escrita en un extenso guión. Sólo tengo que desarrollarlo.
P.: ¿La buena literatura está hecha por gente desobediente?
R.- Y por rebeldes, por inadaptados, por los que no se conforman con la primera respuesta, por los soñadores, por los que ven el mundo con ojos diferentes, por los que quieren construir una nueva realidad… Creo que los que escriben no tienen opción a elegir. Escribir les sale de lo más profundo y tienen que hacerlo. Algo les obliga a ponerse delante de una hoja en blanco y escribir.
Siento que no escribe el que quiere, si no el que puede, porque esa faceta creativa del escritor es como la del pintor, la del escultor o la de cualquier otro artista.
Lo que más sorprende a mis amistades es la facilidad con la que me surgen temas nuevos para novelarlos. Sin embargo, yo lo veo como algo natural porque ha sido así desde que tengo recuerdos de mí misma. De hecho, yo creía que a todo el mundo le sucedía lo mismo.
P.- Anuradha Roy, la escritora hindú, declaró que escribir es al mismo tiempo un regalo y una opresión. ¿Cómo lo ves?
R.- Como lo ve ella. Es un regalo y es una opresión. Es regalo en cuanto te permite expresarte, te da alas, te hace soñar… y es opresión en tanto tienes que escribir, no es una elección, es una imposición. De una parte, las actividades creativas te muestran la posibilidad de expresarte pero, de otra, te obligan a ello. Y es esa dicotomía la que puede convertir a muchos escritores en seres infelices. En el fondo, creo que hay algo de psicopatía en nosotros y que, de alguna forma, sabemos encauzarla para convertirla en arte, a veces en literatura, otras en pintura...
P.- No sólo de letras vive la escritora. ¿Dónde podemos encontrar a Gemma Nieto en la red? ¿Le dedicas mucho tiempo a ella?
R.- Creo que la red es un soporte fundamental tanto para “nutrirte” como para “nutrir”. Para “nutrirte” porque con ella comienzo mi etapa de documentación. De la red obtengo los primeros datos a investigar. Y para “nutrir” porque también la utilizo como un canal para dar a conocer mi obra y poder estar en contacto con mis lectores. Como bien sabes, mantengo actualizado mi blog (www.elalfabetosagrado.blogspot.com) y un técnico elaboró el año pasado una página web.
También navego por la red para conocer la opinión de los lectores, algo que tengo en gran estima; porque, a diferencia de los críticos, ellos opinan con una desinhibición y una libertad que les permite expresar sin tapujos lo que realmente les ha parecido tu novela. Y esas consideraciones no tienen precio, te enseñan la parte de tu trabajo que has hecho bien y aquella en la que no has acertado. Sin ningún género de duda, te ayudan a mejorar.
P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros, el futuro de los mismos, ¿cómo lo ves?
R.- A pesar de ser optimista, lo veo un poco oscuro. Creo sinceramente que el libro digital está a la vuelta de la esquina y que nuestro sector va a tener que re-inventarse a marchas forzadas si no quiere perder el tren tecnológico. Los usuarios más jóvenes, que consumen literatura en un porcentaje bastante importante, son los que llevan la batuta. Y ellos ya usan el mp5, tienen sus blogs personales, se manejan en las redes sociales como pez en el agua… y esos usuarios están demandando poder llevar 1000 libros en el bolsillo. El sector del libro tiene que cambiar y nosotros con él. Y cambiaremos, de eso no me cabe ninguna duda. Hace 15 años ni siquiera soñábamos con el teléfono móvil y hoy tenemos internet. Vivimos en un mundo que avanza demasiado deprisa y, aunque añoremos el tacto de una hoja de papel y su olor, llegará un momento en que sólo leeremos en e-books.
Muchas gracias.
Gracias a ti por la oportunidad que me has brindado de dar a conocer a los mandeos con tu entrevista y gracias también a tus lectores. Desde aquí les envío un caluroso abrazo.
A pesar de haber hecho del periodismo su forma de vida, su verdadera vocación es la novela. Con el tiempo decidió abandonar su labor profesional en los diferentes medios para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritora.
La entrevistamos por su novela "El alfabeto sagrado".
“Avara ha d’avara”, abracadabra: el poder creador de la palabra.
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Pregunta.- En la solapa de tu novela, la que nos ocupa, se puede leer: “decidió abandonar su labor profesional en los diferentes medios para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritora”, lo que me parece una decisión valiente, aunque no sé si imprudente.
Respuesta.- Ja,ja,ja. Desde luego que fue imprudente, pero no me he arrepentido desde entonces. He aprendido muchas cosas y he conocido a gente nueva que me ha motivado. No he tenido un segundo libre y estoy viviendo una etapa verdaderamente gratificante para mí. Estos últimos años me han dado la oportunidad de variar mi rumbo profesional y dirigirlo más hacia la escritura desde el punto de vista no sólo como escritora si no también como correctora o crítica. Aunque tengo que confesar que echo de menos el sector al que me dedicaba antes, el de la edición de revistas y el frenesí del cierre de edición.
P.- ¿Se puede vivir de la escritura?
R.- Se puede, pero… la gran mayoría no lo hacemos muy bien (ja, ja, ja). Por regla general, los escritores complementan sus ingresos procedentes de sus novelas con colaboraciones freelance para los medios de comunicación, ya se trate apariciones televisivas, radiofónicas o firmas en prensa.
En España, aunque se está incrementando el número de lectores, especialmente en la franja de edad que va desde los 12 hasta los 20 años, aún estamos muy lejos de la media europea y eso influye, qué duda cabe, en la venta de libros. Es algo que nos afecta muy directamente a los que tratamos de vivir de la escritura. Sin embargo, pienso que los que hemos decidido dedicarnos a esto no lo hacemos por dinero si no por la necesidad a la que nos empuja nuestro afán creador. Un pintor, un escultor, al igual que un novelista, no realizan su trabajo para vivir en la abundancia; lo hacen porque necesitan hacerlo, porque algo desde dentro les empuja a ello. Lo describió de una forma muy gráfica Gustavo Adolfo Bécquer, en uno de los prólogos a sus famosos poemas, en donde identificaba a las ideas que tenía en su cabeza como pequeños seres que le incordiaban continuamente hasta que se rendía y decidía darles forma con sus palabras.
P.- Te preguntaba al principio si la decisión era valiente o imprudente, porque además, para empezar, una novela cuyo eje principal es el alfabeto de los mandeos, un grupo religioso minoritario, mínimo podríamos decir, que tiene, al menos en su origen, cierta relación con dos grandes religiones: la hebrea y la cristiana.
R.-Escribir El alfabeto sagrado me ha aportado algunos valores espirituales que no lograba encontrar en nuestra sociedad y eso ha sido gracias a la gran cantidad de documentación que reuní y estudié sobre los mandeos. Era innecesario plasmar la mayor parte de lo que aprendí en la novela, sin embargo yo necesitaba estudiarlo para conferir mayor credibilidad a la historia y poder hacer alusiones sobre los mandeos con naturalidad.
Me sorprendió muy gratamente encontrarme con numerosos paralelismos entre su religión, especialmente al principio de nuestra era, y los credos cristiano y judío. Su enfoque es totalmente diferente y te empuja a pensar en lo que realmente sucedió en aquellos años en Jerusalén que tan decisivos han sido para nuestra cultura. ¿Sabías que en el Harran Gawaita, uno de sus libros sagrados, se narra el bautismo de Jesús? y ¿qué es muy diferente al que relata la Biblia?
P.- He de confesarte que leer tu novela y reencontrarme con las creencias, historia y costumbres mandeas me ha producido mucho placer. Sus ideas me interesaron en un momento de mi vida en que buscaba respuestas a muchas preguntas. ¿Por qué los mandeos?
R.-Por el mismo motivo que tú has podido entrever: yo también buscaba respuestas. Y ellos tienen algunas en su poder. En un principio los vi como hermanos del cristianismo pero con una fe más cercana a nuestra realidad actual, con unas respuestas más próximas a nuestras necesidades reales. Me ha maravillado encontrar en ellos a una comunidad que ha logrado mantener unos valores de unión en este mundo que se nos rompe en pedazos; con una espiritualidad que les ayuda a vivir en el día a día a pesar de sus dificultades pero, sobre todo, por esa unión y ese sentido de pertenencia a un grupo, más importante que el individuo, sin perder en ningún momento lo que les hace únicos como personas.
P.- El que los mandeos consideren a Jesucristo como un “embaucador y un mentiroso”, no les hace especialmente simpáticos a los cristianos.
R.- No, ni se lo ha hecho a los musulmanes; porque para ellos esas palabras también constituyen un insulto ya que tienen a Jesús entre sus más importantes profetas. Sin embargo, esa afirmación hay que ponerla en su contexto.
Para los mandeos, el lenguaje está revestido de una importancia fundamental. De hecho, poseen una lengua con más de 2000 años de antigüedad que utilizan para sus rituales religiosos y que no les está permitido cambiar ni en lo más mínimo. Para ellos, el abagada, como denominan a su alfabeto, es mágico y sagrado. Lo primero que fue creado, antes que los hombres o el mundo, fue el abagada porque consideran que sin palabras nada podría ser dicho y por tanto, nada podría crearse. Es la creación a través del poder creador de las palabras, tal como la vemos en el Evangelio de Juan cuando nos explica que Dios dijo: “hágase la luz”, y la luz se hizo. Se trata de crear a través de la voz.
De ahí la importancia que los mandeos concedieron a las palabras de Juan el Bautista, que Jesús aprendió y que no supo trasmitir bien entre sus adeptos. Ese error en la transmisión es lo que hace que sus palabras no sean válidas y, a su vez, que embauque a la gente.
Las palabras son tan importantes para ellos que, cuando escriben o copian algunos de sus textos religiosos, y cometen un error, no pueden tachar la palabra equivocada, tienen que puntearla por debajo y escribir a continuación la correcta.
Existe una antigua máxima hebrea que dice “avara ha d’avara”, que significa que mientras hablo estoy creando. Los persas copiaron la expresión como “abracadabra” que ha llegado hasta nuestros días. Abracadabra, que abre puertas, ofreciéndote nuevas realidades. No está muy lejos de lo que los mandeos creen que es capaz de hacer su alfabeto mágico ¿verdad?
P.- Además, como tampoco son reconocidos por los musulmanes como uno de los pueblos del Libro, tampoco tienen muchos simpatizantes entre ellos.
R.- Los musulmanes, siguiendo el Corán, respetan los cultos religiosos que disponen de un profeta y de libros sagrados. Son los creyentes que ellos denominan como “gente del libro” (al-i-khitab). Pero no todos, sólo a los tres que indicó Mahoma: el cristianismo, la religión judía y los sabeos.
Aunque hay pruebas de que en el pasado a los mandeos se los denominó sabeos, la interpretación de los Ayatolahs musulmanes difiere de la de ellos y, por lo tanto, su fe no es respetada y son perseguidos con furia.
Lo cierto es que han tenido que huir de sus países de origen, Irán e Irak, porque sus comercios han sido quemados, sus mujeres violadas, han asesinado a muchos de sus hombres y secuestran a los niños para maltratarlos y pedir rescate por ellos.
Los mandeos son gente pacífica que no pueden portar armas. Cuando gobernaba Sadam Hussein en Irak pagaban un impuesto bastante elevado para poder librarse del servicio militar ya que, según su religión, el mero hecho de sujetar un arma les condenaba al infierno. Y, en este sentido te puedo confirmar que siguen ese mandato al pie de la letra.
Han tenido muchos problemas para poder llevar una vida digna y, finalmente, han tenido que huir a otros países donde pudieran vivir en paz. Hoy día los puedes encontrar en Inglaterra, EEUU (que acogió a un cierto número de ellos tras su invasión de Irak), Países Bajos, Australia, Nueva Zelanda…
La culpa de todo la ha tenido la intransigencia religiosa. Nosotros vivimos en un país que, si nuestros representantes ofrecen su voto, los musulmanes podrán disfrutar de su día de fiesta especial, el viernes. Y, sin embargo, los mandeos han intentado vivir en unos países musulmanes en donde les consideraban impuros y no podían tocar algo destinado a un musulmán, donde no podían conseguir estudios superiores, donde no les permitían acceder a puestos de funcionariado y ni siquiera tenían permitido que les vieran los médicos en caso de enfermedad ya que el médico quedaría impuro para poder tratar después a los musulmanes.
P.- ¿Es mágico su alfabeto?
R.- Sí. Para ellos lo es. Como he comentado, creen en el poder creador de las palabras que forman con las letras de su alfabeto.
Inicialmente el abagada constaba de 22 letras y procedía del antiguo alfabeto arameo que se hablaba en tiempos de Jesús en la ciudad de Jerusalén. Para incrementar su poder mágico le añadieron dos letras más y conformar así un abecedario de 24 letras, cada una de ellas representando una de las horas del día. De la misma forma, una de las nuevas letras fue una segunda “a”, de tal forma que su alfabeto comenzara por una “a” y finalizase con otra; ésta es una forma de simbolizar que el principio y el fin de todas las cosas comienza y termina con su alfabeto.
Asímismo, cada una de ellas dispone de una fuerza y de un poder. Por ejemplo, la “a” representa la grandeza y la perfección; la “eh”, una letra que no tiene transliteración a nuestro lenguaje, es el Ojo de Dios…
Les gusta que su alfabeto les ayude a resolver problemas de su vida diaria. Y para ello cortan 24 pedacitos de papel y escriben en cada uno una de las letras del abagada. Después las colocan debajo de su almohada. Cada día, antes de dormirse, piden consejo al alfabeto sobre su problema. Y, cada mañana, si no lo han obtenido, retiran una letra hasta la noche en que el espíritu que rige una determinada letra les ayuda. Su costumbre es llevar esa letra colgada al cuello, como un amuleto.
P.- ¿Has tenido relación con los mandeos? Te lo pregunto por cómo describes sus costumbres, hay momentos en que parece escrito o contado por uno de ellos.
R.- Actualmente estoy al habla con Ardwan Alsabti, nieto del recién fallecido Reshama. El Reshama es la primera figura religiosa de la jerarquía eclesiástica mandea. Es muy similar al Papa cristiano. Sin embargo, a diferencia de él, el cargo de Reshama mandeo puede quedar vacante si ninguno de sus sacerdotes cumple los requisitos para acceder al puesto. De hecho, los 150 años precedentes al gobierno del abuelo de Ardwan, el puesto ha estado vacante.
Gracias a Ardwan y a los 22 sacerdotes que componen su familia he logrado comprender sus creencias y sus valores. Tengo previsto visitarles este verano, si el trabajo me lo permite.
P.- En un mundo amenazado de muerte por el cambio climático, castigado por enfermedades víricas como la Gripe A, ¿qué nos puede enseñar un grupo religioso que clama que Dios existe, la Vida existe, el Conocimiento de la Vida existe y, al tiempo, un intenso rechazo a la vida terrenal, considerándola algo impuro?
R.- A diferencia de otros grupos gnósticos del pasado, la filosofía mandea es un canto a la vida. Es cierto que para ellos, la verdadera felicidad se encuentra en su Mundo de la Luz, al que acceden tras su muerte. Sin embargo, no por ello rechazan la vida terrenal. De hecho, entre sus máximas se encuentra el “creced y multiplicaos”, una idea que otros gnósticos rechazaban por considerar que cada nueva vida sólo venía a sufrir a este mundo. El concepto de celibato para ellos es negativo. Por otra parte, sólo Dios (al que llaman Haii) puede tomar una vida, ellos no pueden arrebatarla.
Estas ideas, como puede observarse, son contrarias al gnosticismo clásico.
Tras mis años de estudio sobre ellos, he aprendido de los mandeos que el concepto de unidad y el de individualidad van de la mano. Me ha maravillado ver la cohesión que mantienen como grupo, se ayudan y confían los unos en los otros; y, por otra parte, mantienen y defienden su individualidad como personas diferentes del resto. Para mí, ésta es la verdad que está buscando nuestra sociedad occidental en la que nos encontramos perdidos; la verdad de ser capaces de mantenernos como individuos autónomos, pero al mismo tiempo creer en algo que es superior a nosotros con las ataduras necesarias para mantener una excelente salud emocional y espiritual.
Otra de las cosas que me ha fascinado de ellos es su sabiduría, tanto la ancestral como la moderna. Porque los mandeos son gente de hoy en día, muy puestos en temas científicos y a los que les preocupa el cambio climático. Como te comentaba, ellos han conseguido fusionar lo que nosotros no hemos sido capaces: Dios y el hombre, historia y modernidad…
P.- El inicio de tu novela es dramático en lo referente al tráfico de antigüedades, destrucción de estatuas para robar sólo la cabeza, implicación de los gobiernos, de los militares, de las universidades, de los museos... No me atrevo ni a preguntártelo, ¿realmente es así en el siglo XXI?
R.- Por mucho que lo lamente, tengo que responderte que sí. La descripción que realizo en la novela sobre el saqueo del museo arqueológico de Bagdad sucedió tal y como lo narro. Me dejé algunos detalles en el tintero pero créeme si te digo que los saqueadores dejaron el museo “como un solar”. Y eso que los arqueólogos americanos avisaron de que esto pasaría. Algunos de los tesoros lograron salvarse gracias a la previsión de los propios trabajadores. Apenas unos días antes de la invasión consiguieron ocultarlos en sitios seguros y se negaron a revelar los escondites a las fuerzas americanas por miedo a que también fueran robados. Algunos de ellos pagaron su silencio con sus vidas.
P.- Me ha gustado la rapidez con la que nos trasladas de Bagdad a la Universidad de Cambridge, y de estas dos al Monasterio de Santa Catalina, en Egipto, y, acto seguido, a Jerusalén, lo que nos introduce en la historia casi vertiginosamente, a la vez que nos preparas en la trama y nos presentas a los personajes principales.
R.- Me gusta la acción, las tramas trepidantes y los thrillers que consiguen arrastrarte hasta el final. Las novelas que he leído por entretenimiento, no por trabajo o documentación, son todas ellas de ese estilo y creo que la forma de narrar, el ritmo y otras características se han quedado dentro de mi cerebro de una forma casi innata porque si quisiera escribir una historia más lenta, más reposada, estoy casi segura de que no saldría bien.
Recuerdo que cuando mi agente presentó la novela a Temas de Hoy para su publicación, una de las principales características que destacaron de ella fue que era muy cinematográfica, con un lenguaje rápido y ameno que permitía “ver” lo que se contaba. De hecho, creo el lenguaje de El alfabeto sagrado es más visual que literario, de hecho la novela está escrita para vivirla en la imaginación.
P.- Supongamos que un lector o lectora de tu novela tiene previsto visitar esa tierra tantas veces santificada y a la vez tantas veces castigada por la guerra, como son Israel y Palestina, ¿puede utilizarla como guía para visitar la Iglesia de la Visitación, la Fuente de María, la Iglesia de la Natividad de San Juan Bautista...?
R.- Perfectamente. La descripción de los lugares de los que se habla en la novela es totalmente real y no hay ningún sitio inventado. Además, las historias que se cuentan sobre esas localizaciones también son ciertas e, incluso, los antropólogos y arqueólogos que menciono en la novela son profesionales que se ganan la vida en los yacimientos de Tierra Santa. Me estoy refiriendo a Shimon Gibson, reputado arqueólogo de la Universidad de Charlotte (Carolina del Norte, USA); Joe Zías, el descubridor de una de las inscripciones que se mencionan en la novela; el Dr. Oren Gutfeld, el metalúrgico Robert Feather…
Cuando finalicé la novela, me percaté de que la realidad y la ficción estaban tan entremezcladas que, incluso para un verdadero erudito en los temas que trato, crear una línea divisoria entre ambas le habría supuesto un gran reto. Por ese motivo decidí escribir unas palabras al final de la novela para explicarle al lector donde comienza la ficción y dónde la realidad, que espero les haya sido de ayuda.
P.- Concluyo, de todo lo hablado hasta ahora, que tras “El alfabeto sagrado” hay mucho trabajo de investigación, de documentación, bibliográfica y sobre el terreno.
R.-Si, una novela de este tipo conlleva mucha documentación. Como bien sabes, más de la que contiene la propia obra. Para hablar de un tema del que desconoces todo es necesario aprenderlo “casi” todo y luego mostrarle al lector algo de lo aprendido. Porque creo que no podrás insertar en una novela el tema que has elegido si tú mismo no lo dominas. Al final, la novela de ficción no parecerá creíble o insertarás la parte histórica dentro de la trama de tal forma que parecerá más una enciclopedia que una novela de ficción.
P.- ¿En qué trabaja ahora Gemma Nieto?
R.- Ahora mismo estoy trabajando en dos novelas nuevas. Una es del estilo de El alfabeto sagrado, aunque con personajes diferentes y ambientada en el Medio Oriente. Es también una obra que requiere una gran documentación y me llevará bastante tiempo. Sin embargo, como sabes que los escritores no podemos dejar de escribir, he comenzado otra novela que requiere de muy poca documentación, siguiendo la estela de la temática romántica paranormal. Está muy alejada de mi forma tradicional de escribir, pero se me ocurrió una historia plausible de ser publicada y, mi necesidad de escribir, hizo el resto. Creo que esta última puede estar terminada en tres meses.
P.- Me vas a permitir hacerte unas preguntas más generales, sobre tu actividad creativa. ¿Cuándo sabes si un texto es bueno o malo?
R.- Básicamente cuando al leerlo me gusta. Hace tiempo leí en un libro de Stephen King (“Mientras escribo”) que un buen escritor tenía que leer mucho y escribir mucho. Puedo afirmar que he leído mucho, soy casi una devoradora de libros. Cuando lees mucho, hay pautas que se van quedando dentro de ti y que, en el futuro, se convertirán en cosas que desearás encontrarte en las buenas novelas: el ritmo interno de la prosa, los diálogos creíbles, los personajes bien perfilados, una trama cuya acción vaya in crescendo… Cuando lees un libro, en seguida te percatas de si tiene todo eso o no; y lo sabes porque la prosa te engancha y te hace olvidar que hay un autor detrás, estás tan dentro de la novela que la historia te tiene totalmente absorbido.
En realidad, se trata de contemplar tus escritos de la misma forma: desde fuera, como si no fueran tuyos, y criticarlos igual que harías con los textos ajenos. Por este motivo, suelo dejar pasar algunos meses entre el final de la redacción de una novela y su última corrección. Es entonces cuanto te has distanciado lo suficiente de ella como para poder verla desde fuera y localizar errores que, de otra forma, no encontrarías. Si con esa “corrección distanciada” como yo la denomino, el texto me atrapa y fluye como un río, entonces creo que la narración es buena. Si tiene aristas, bordes que hacen que no consigas meterte en la obra, entonces es mejor dejarla a un lado.
P.- ¿Usas mucho la papelera?
R.- No, soy una ecologista encubierta (ja ja ja). No la uso por mi forma de trabajar. Suelo utilizar un cuaderno para escribir mis primeras ideas, notas de la trama, apuntes sobre los personajes,… hasta que voy dando forma general a todo y, ya casi al final del cuaderno tengo toda la novela escrita en forma de guión. Ese cuaderno no lo tiro porque me sirve para ver la evolución que ha seguido la historia a medida que la iba creando. Después me siento delante del ordenador y escribo siguiendo las pautas de ese guión. Suelo imprimir la novela un par de veces para hacer, al menos dos correcciones, sobre el papel. Y, teniendo en cuenta que imprimo por ambas caras para ahorrar papel, al final gasto el mínimo posible.
Si te refieres a la papelera de reciclaje del PC, tampoco la uso. Mi forma de enfrentarme a una novela nueva no es encender el ordenador, abrir un documento de Word y esperar a ver qué pasa. La novela ya la tengo escrita en un extenso guión. Sólo tengo que desarrollarlo.
P.: ¿La buena literatura está hecha por gente desobediente?
R.- Y por rebeldes, por inadaptados, por los que no se conforman con la primera respuesta, por los soñadores, por los que ven el mundo con ojos diferentes, por los que quieren construir una nueva realidad… Creo que los que escriben no tienen opción a elegir. Escribir les sale de lo más profundo y tienen que hacerlo. Algo les obliga a ponerse delante de una hoja en blanco y escribir.
Siento que no escribe el que quiere, si no el que puede, porque esa faceta creativa del escritor es como la del pintor, la del escultor o la de cualquier otro artista.
Lo que más sorprende a mis amistades es la facilidad con la que me surgen temas nuevos para novelarlos. Sin embargo, yo lo veo como algo natural porque ha sido así desde que tengo recuerdos de mí misma. De hecho, yo creía que a todo el mundo le sucedía lo mismo.
P.- Anuradha Roy, la escritora hindú, declaró que escribir es al mismo tiempo un regalo y una opresión. ¿Cómo lo ves?
R.- Como lo ve ella. Es un regalo y es una opresión. Es regalo en cuanto te permite expresarte, te da alas, te hace soñar… y es opresión en tanto tienes que escribir, no es una elección, es una imposición. De una parte, las actividades creativas te muestran la posibilidad de expresarte pero, de otra, te obligan a ello. Y es esa dicotomía la que puede convertir a muchos escritores en seres infelices. En el fondo, creo que hay algo de psicopatía en nosotros y que, de alguna forma, sabemos encauzarla para convertirla en arte, a veces en literatura, otras en pintura...
P.- No sólo de letras vive la escritora. ¿Dónde podemos encontrar a Gemma Nieto en la red? ¿Le dedicas mucho tiempo a ella?
R.- Creo que la red es un soporte fundamental tanto para “nutrirte” como para “nutrir”. Para “nutrirte” porque con ella comienzo mi etapa de documentación. De la red obtengo los primeros datos a investigar. Y para “nutrir” porque también la utilizo como un canal para dar a conocer mi obra y poder estar en contacto con mis lectores. Como bien sabes, mantengo actualizado mi blog (www.elalfabetosagrado.blogspot.com) y un técnico elaboró el año pasado una página web.
También navego por la red para conocer la opinión de los lectores, algo que tengo en gran estima; porque, a diferencia de los críticos, ellos opinan con una desinhibición y una libertad que les permite expresar sin tapujos lo que realmente les ha parecido tu novela. Y esas consideraciones no tienen precio, te enseñan la parte de tu trabajo que has hecho bien y aquella en la que no has acertado. Sin ningún género de duda, te ayudan a mejorar.
P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros, el futuro de los mismos, ¿cómo lo ves?
R.- A pesar de ser optimista, lo veo un poco oscuro. Creo sinceramente que el libro digital está a la vuelta de la esquina y que nuestro sector va a tener que re-inventarse a marchas forzadas si no quiere perder el tren tecnológico. Los usuarios más jóvenes, que consumen literatura en un porcentaje bastante importante, son los que llevan la batuta. Y ellos ya usan el mp5, tienen sus blogs personales, se manejan en las redes sociales como pez en el agua… y esos usuarios están demandando poder llevar 1000 libros en el bolsillo. El sector del libro tiene que cambiar y nosotros con él. Y cambiaremos, de eso no me cabe ninguna duda. Hace 15 años ni siquiera soñábamos con el teléfono móvil y hoy tenemos internet. Vivimos en un mundo que avanza demasiado deprisa y, aunque añoremos el tacto de una hoja de papel y su olor, llegará un momento en que sólo leeremos en e-books.
Muchas gracias.
Gracias a ti por la oportunidad que me has brindado de dar a conocer a los mandeos con tu entrevista y gracias también a tus lectores. Desde aquí les envío un caluroso abrazo.
1 comentario:
Gracias Francisco. Eres genial. Besos.
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