Teobaldo Mercado Pomar, Santiago de Chile, 19 de noviembre de 1965. Desde los ocho años ha mezclado en sus aficiones la literatura y la ciencia ficción. Su tiempo libre lo emplea en la animación 3D, la edición digital de audio y vídeo, la escritura y los foros de Internet, así como el excursionismo y el ciclismo.
Ha publicado Bajo un sol negro, Hijos de las estrellas, Fragmentos del infinito, Sonrisas estelares y Hacia otros universos, además de variada colaboración en revistas digitales y ciberlibros. Su relato Lamentos apareció en la antología Años Luz, mapa estelar de la ciencia ficción en Chile, recopilado por Marcelo Novoa en 2005.
Ha publicado Bajo un sol negro, Hijos de las estrellas, Fragmentos del infinito, Sonrisas estelares y Hacia otros universos, además de variada colaboración en revistas digitales y ciberlibros. Su relato Lamentos apareció en la antología Años Luz, mapa estelar de la ciencia ficción en Chile, recopilado por Marcelo Novoa en 2005.
Le entrevistamos por Hacia otros universos.
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Pregunta.- Cuando me hablaste por primera vez de tu novela, la describiste como una space ópera. Recuerdo que te confesé mi ignorancia en determinados temas que afectan a la ciencia ficción. ¿Qué es una space ópera?
Respuesta.- Es un subgénero de la ciencia-ficción que trata de aventuras espaciales condimentadas con batallas, extraterrestres e imperios galácticos. Es la típica historia en donde encontramos los clásicos héroes y villanos, luchas de alcances estelares y acción por montones. El término lo inventó en 1941 el escritor Wilson Tucker y hoy en día algunos lo usan peyorativamente, tanto así que alguien me preguntó una vez para qué escribía de eso. Creo que siempre es bueno abrir una válvula de escape a las complicaciones cotidianas con entretenciones fáciles. Por eso es que publiqué esta novela, escrita entre 1985 y 1990, con el fin de echar a volar la imaginación y divertirse.
P.- Esta novela está dedicada a la memoria de Robert Anson Heinlein, Arthur Charles Clarke e Isaac Asimov, a los que les agradeces las inolvidables horas de lectura que nos brindaron.
R.- Sí, ellos (los denominados Tres Grandes de la c-f) me dieron horas inolvidables de lecturas cuando adolescente; gracias a sus escritos descubrí este género y me interesé por los otros como la fantasía y el terror. Realmente fueron una gran inspiración y me acompañaron en aquellas tardes de ocio en las que no me interesaba ver televisión. A los tres se les hacen reparos en su carrera literaria, yo mismo los critico en las últimas cosas que publicaron, sin embargo, son una suerte de ícono en el género y les reconozco eso.
P.- Pero no olvidas al maestro Lovecraft, al que los personajes citan cuando hablan del miedo (pág 107).
R.- Sí, por supuesto, el solitario de Providence también fue un grato descubrimiento dentro de la literatura fantástica, un creador de aquel horror cósmico que nos hace sentir insignificantes frente a los Dioses que narra en sus escritos. Tenía que homenajearlo de alguna manera.
P.- Una de las claves de la historia que nos cuenta en Hacia otros universos es el hecho de que los tres jóvenes excursionistas toman una nave que, después, descubren era un vehículo temporal, que los lleva hasta el año tres mil setenta y ocho. Pero, además, en un mundo paralelo.
R.- Los univeros paralelos siempre me han atraído, los considero un concepto fascinante al cual se le puede sacar mucho partido. Desde ese punto de vista es probable que la evolución haya tomado caminos diferentes al nuestro y en tiempoe igualmente diferentes. Así, es posible que en el mundo de al lado todavía estén en la Edad Media y, en el de más allá, hayan colonizado las estrellas. Las variaciones son prácticamente infinitas, se puede jugar con toda clase de combinaciones, incluyendo universos en donde —por ejemplo— el éter existe y es un líquido cristalino que llena todo el espacio entre los planetas (y que es la premisa de una historia que escribí titulada Navegantes del éter, publicada en NGC3660).
P.- Si existieran esos mundos paralelos, ¿nos encontraríamos también con todos los problemas del nuestro? Veo que en esa Tierra paralela hablas de Estados Unidos, de la URSS... incluso de algo que me ha resultado curioso: poca o nula vegetación.
R.- Como dije antes, las variaciones son prácticamente infinitas, puede que haya problemas como los nuestros u otros totalmente desconocidos. Lo de la vegetación es algo muy simple: no me gustan las descripciones eternas acerca de detalles intrascendentes para la narración, considero una pérdida de tiempo derrochar páginas de bla-bla acerca de todo lo que rodea a los protagonistas.
P.- Nuestros protagonistas encuentran en esa Tierra paralela, perros y palomas. Y entiendo que se han extendido por toda la superfie. ¿Por qué perros y palomas?
R.- Por lo mismo de lo anterior: narré lo que consideré más inmediato a los protagonistas. Podría haber hablado de las ratas en las alcantarillas, las águilas en las cumbres, las serpientes en los bosques y un largo etcétera, no obstante, la historia no requería de ellas. Si alguien está interesado en el tema, le recomiendo ver el gran documental La Tierra sin el hombre, que exhibieron por el cable.
P.- En ese mundo futuro se habla de un Gobierno Universal, ¿ves posible algo semejante en tus sueños?
R.- Uf, en realidad es algo casi utópico en nuestro mundo tan fragmentado y lleno de intereses contrapuestos. Sería genial un gobierno mundial que se preocupase del bienestar y la prosperidad del ser humano, mas dudo que lo vea.
P.- Y en ese futuro que nos aguarda como raza humana, ¿habrá solución para el cambio climático?
R.- No lo sé, quiero creer que sí, si bien también considero que hay mucho de mito al respecto. Se ha hablado de la intervención del ser humano en el clima, lo cual me parece real, pero en términos demasiado alarmistas. Somos parte de la solución, a no dudarlo, así como también somos parte del problema. ¿En qué medida exactamente? No lo sé, aunque considero un deber el intentar hacer algo. Aporto mi grano de arena utilizando paneles solares para recargar las baterías de mis juguetes electrónicos (MP3, celular, GPS, Pocket PC, linternas, etcétera) y usando la bicicleta en vez de un contaminante automóvil (que además me sirve de ejercicio).
P.- Por cierto, en él no tienen cabida los dioses. Los personajes llegan a decir que estaba demostrado científicamente que no existían.
R.- Repito nuevamente: las variaciones son prácticamente infinitas. ¿Qué pasa si en el universo de al lado no existen dioses ni demonios? ¿Qué pasa si, por el contrario, todos son dioses o demonios? ¿Qué pasa si el mundo entero es una conciencia colectiva sin cabida para las ideas individuales? ¿Qué pasa si a nadie le interesan ni la religión ni la ciencia y sólo se dedican a vivir el día a día? Yo situé mi historia en un universo en donde no existen los dioses, algo que para algunos es casi sacrílego, pero es mí decisión. Tenía en mente un par de ideas más radicales aún, si bien preferí no narrarlas para no armar polémica.
P.- En la contraportada nos dices que ésta es la primera parte de una gran aventura espacial.
R.- Así es. Se trata de una historia en dos partes y entremedio de ellas irá un libro de relatos que ya está escrito. Quizás haga otro libro de relatos, pero eso será más adelante. El segundo libro es el final, no me agradan la enealogías interminables sólo por el gusto de ganar dinero o estirar las tramas. Y en esta continuación se cierra todo el argumento, ahí se acaba y punto. Luego de esto pretendo seguir con algunas de las otras docenas de ideas que tengo en mente.
P.- ¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Le dedicas muchas horas a la escritura?
R.- Eso es relativo, hay días en los que no escribo nada y hay otros en los que redacto diez páginas. Me pongo a escribir cuando me dan ganas y eso puede ser en cualquier momento. Podría escribir el cuádruple de lo que hago ahora; pero no tengo ninguna prisa por hacerlo, total, sé que cuando muera lo haré con muchas ideas en la cabeza que nunca verán la luz. Las ideas acuden solas a mi mente, no preciso de un ambiente especial para desarrollarlas, y siempre las redacto primero en mis pensamientos antes de coger el teclado.
P.- Sueles colaborar en revistas de género.
R.- No, sólo en algunas publicaciones electrónicas. Años atrás colaboré en la revista Quantor de la Sociedad Chilena de Fantasía y Ciencia-Ficción (SOCHIF), pero ahora no lo hago. Tampoco hay medios dedicados al género en los que pudiera participar en Chile, no existen.
P.- ¿Y en España? ¿Cuándo veremos publicadas obras de Teobaldo Mercado?
R.- Según el contrato que firmé, quedan unos diez meses de plazo para que un libro mío vea la luz en la Madre Patria, aunque prefiero no dar nada por hecho hasta que suceda, ya tuve una mala experiencia hace un par de años. Pero soy optimista y creo que esta vez sí ocurrirá lo que desdeo desde hace tanto tiempo, esta editorial viene recomendada por alguien de confianza.
P.- Permíteme un par de cuestiones que planteo a mis entrevistados. El historiador Francisco Gijón pone en boca de uno de los personajes de su última novela: nadie que es feliz escribe, como tampoco nace el arte de ningún ser pleno.
R.- Eso lo encuentro absurdo, casi ridiculo. Se ha arraigado demasiado la imagen del artista como alguien infeliz o loco, en circunstancias que se trata de seres humanos como todos los demás. Ahora bien, el problema es que vivimos en una sociedad en la que hay muchas personas —demasiadas diría yo— que tienen problemas psicológicos. El estrés, la bipolaridad, la depresión son el pan de cada día y por ello no es de extrañarse que quienes escriban estén abrumados por eso. También hay algunos en los que son notorias sus obsesiones, las que permean todos sus escritos, como Arthur Clarke y su falta de fe en el amor. Pero no se puede generalizar, no todos somos iguales. Por último, dudo que exista alguien 100% feliz y pleno.
P.: Haruki Murakami dijo una vez que escribir novela es un reto, escribir cuentos un placer, que es la diferencia entre plantar un bosque o plantar un jardín. Has cultivado ambos géneros, ¿cómo lo ves?
R.- Para mí ambos géneros son placenteros, si bien reconozco que me siento mejor dentro de una novela porque me permite expresar con mayor profundidad la idea que tengo en mente. De igual forma, prefiero leer novelas antes que cuentos. En realidad, todo depende del interés, el empeño, que cada escritor ponga en lo que hace. Si escribe con el alma, entonces le darán igual cinco páginas que cincuenta. Yo tengo un par de novelas cortas que empezaron como una idea pequeña, un cuento, y que casi sin darme cuenta se extendieron más de lo esperado. Tardé cinco años en escribir Hacia otros universos y no me sentí ni abrumado ni urgido durante todo el proceso.
P.- No sólo de letras vive el hombre. ¿Dónde podemos encontrar a Teobaldo Mercado en la red? ¿Le dedicas mucho tiempo a ella?
R.- Le dedico al menos una hora al día, ya sea participando en foros como lector, escritor o traductor aficionado de subtítulos de series de TV, revisando mi correspondencia electrónica o simplemente mirando las novedades que me interesen. Sedice y NGC3660 están entre mis sitios favoritos, al igual que las bitácoras de algunos amigos.
P.: Para terminar no puedo dejar de preguntarte cómo ves el futuro de los libros.
R.- No lo veo tan complicado como algunos predicen, si no más bien como un elemento de nuestra cultura que permanecerá con nosotros. Se habla mucho del temor del libro electrónico y los textos en internet, sin embargo, los libros seguirán estando ahí, independiente del formato que adopten. La capacidad de crear y las ansias por leer no morirán y creo que eso es lo importante. A mí me da igual si leo un libro en papel o la pantalla de mi netbook, sólo me interesa el contenido, no el envase.
Un placer haber viajado contigo hacia otros universos.
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Pregunta.- Cuando me hablaste por primera vez de tu novela, la describiste como una space ópera. Recuerdo que te confesé mi ignorancia en determinados temas que afectan a la ciencia ficción. ¿Qué es una space ópera?
Respuesta.- Es un subgénero de la ciencia-ficción que trata de aventuras espaciales condimentadas con batallas, extraterrestres e imperios galácticos. Es la típica historia en donde encontramos los clásicos héroes y villanos, luchas de alcances estelares y acción por montones. El término lo inventó en 1941 el escritor Wilson Tucker y hoy en día algunos lo usan peyorativamente, tanto así que alguien me preguntó una vez para qué escribía de eso. Creo que siempre es bueno abrir una válvula de escape a las complicaciones cotidianas con entretenciones fáciles. Por eso es que publiqué esta novela, escrita entre 1985 y 1990, con el fin de echar a volar la imaginación y divertirse.
P.- Esta novela está dedicada a la memoria de Robert Anson Heinlein, Arthur Charles Clarke e Isaac Asimov, a los que les agradeces las inolvidables horas de lectura que nos brindaron.
R.- Sí, ellos (los denominados Tres Grandes de la c-f) me dieron horas inolvidables de lecturas cuando adolescente; gracias a sus escritos descubrí este género y me interesé por los otros como la fantasía y el terror. Realmente fueron una gran inspiración y me acompañaron en aquellas tardes de ocio en las que no me interesaba ver televisión. A los tres se les hacen reparos en su carrera literaria, yo mismo los critico en las últimas cosas que publicaron, sin embargo, son una suerte de ícono en el género y les reconozco eso.
P.- Pero no olvidas al maestro Lovecraft, al que los personajes citan cuando hablan del miedo (pág 107).
R.- Sí, por supuesto, el solitario de Providence también fue un grato descubrimiento dentro de la literatura fantástica, un creador de aquel horror cósmico que nos hace sentir insignificantes frente a los Dioses que narra en sus escritos. Tenía que homenajearlo de alguna manera.
P.- Una de las claves de la historia que nos cuenta en Hacia otros universos es el hecho de que los tres jóvenes excursionistas toman una nave que, después, descubren era un vehículo temporal, que los lleva hasta el año tres mil setenta y ocho. Pero, además, en un mundo paralelo.
R.- Los univeros paralelos siempre me han atraído, los considero un concepto fascinante al cual se le puede sacar mucho partido. Desde ese punto de vista es probable que la evolución haya tomado caminos diferentes al nuestro y en tiempoe igualmente diferentes. Así, es posible que en el mundo de al lado todavía estén en la Edad Media y, en el de más allá, hayan colonizado las estrellas. Las variaciones son prácticamente infinitas, se puede jugar con toda clase de combinaciones, incluyendo universos en donde —por ejemplo— el éter existe y es un líquido cristalino que llena todo el espacio entre los planetas (y que es la premisa de una historia que escribí titulada Navegantes del éter, publicada en NGC3660).
P.- Si existieran esos mundos paralelos, ¿nos encontraríamos también con todos los problemas del nuestro? Veo que en esa Tierra paralela hablas de Estados Unidos, de la URSS... incluso de algo que me ha resultado curioso: poca o nula vegetación.
R.- Como dije antes, las variaciones son prácticamente infinitas, puede que haya problemas como los nuestros u otros totalmente desconocidos. Lo de la vegetación es algo muy simple: no me gustan las descripciones eternas acerca de detalles intrascendentes para la narración, considero una pérdida de tiempo derrochar páginas de bla-bla acerca de todo lo que rodea a los protagonistas.
P.- Nuestros protagonistas encuentran en esa Tierra paralela, perros y palomas. Y entiendo que se han extendido por toda la superfie. ¿Por qué perros y palomas?
R.- Por lo mismo de lo anterior: narré lo que consideré más inmediato a los protagonistas. Podría haber hablado de las ratas en las alcantarillas, las águilas en las cumbres, las serpientes en los bosques y un largo etcétera, no obstante, la historia no requería de ellas. Si alguien está interesado en el tema, le recomiendo ver el gran documental La Tierra sin el hombre, que exhibieron por el cable.
P.- En ese mundo futuro se habla de un Gobierno Universal, ¿ves posible algo semejante en tus sueños?
R.- Uf, en realidad es algo casi utópico en nuestro mundo tan fragmentado y lleno de intereses contrapuestos. Sería genial un gobierno mundial que se preocupase del bienestar y la prosperidad del ser humano, mas dudo que lo vea.
P.- Y en ese futuro que nos aguarda como raza humana, ¿habrá solución para el cambio climático?
R.- No lo sé, quiero creer que sí, si bien también considero que hay mucho de mito al respecto. Se ha hablado de la intervención del ser humano en el clima, lo cual me parece real, pero en términos demasiado alarmistas. Somos parte de la solución, a no dudarlo, así como también somos parte del problema. ¿En qué medida exactamente? No lo sé, aunque considero un deber el intentar hacer algo. Aporto mi grano de arena utilizando paneles solares para recargar las baterías de mis juguetes electrónicos (MP3, celular, GPS, Pocket PC, linternas, etcétera) y usando la bicicleta en vez de un contaminante automóvil (que además me sirve de ejercicio).
P.- Por cierto, en él no tienen cabida los dioses. Los personajes llegan a decir que estaba demostrado científicamente que no existían.
R.- Repito nuevamente: las variaciones son prácticamente infinitas. ¿Qué pasa si en el universo de al lado no existen dioses ni demonios? ¿Qué pasa si, por el contrario, todos son dioses o demonios? ¿Qué pasa si el mundo entero es una conciencia colectiva sin cabida para las ideas individuales? ¿Qué pasa si a nadie le interesan ni la religión ni la ciencia y sólo se dedican a vivir el día a día? Yo situé mi historia en un universo en donde no existen los dioses, algo que para algunos es casi sacrílego, pero es mí decisión. Tenía en mente un par de ideas más radicales aún, si bien preferí no narrarlas para no armar polémica.
P.- En la contraportada nos dices que ésta es la primera parte de una gran aventura espacial.
R.- Así es. Se trata de una historia en dos partes y entremedio de ellas irá un libro de relatos que ya está escrito. Quizás haga otro libro de relatos, pero eso será más adelante. El segundo libro es el final, no me agradan la enealogías interminables sólo por el gusto de ganar dinero o estirar las tramas. Y en esta continuación se cierra todo el argumento, ahí se acaba y punto. Luego de esto pretendo seguir con algunas de las otras docenas de ideas que tengo en mente.
P.- ¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Le dedicas muchas horas a la escritura?
R.- Eso es relativo, hay días en los que no escribo nada y hay otros en los que redacto diez páginas. Me pongo a escribir cuando me dan ganas y eso puede ser en cualquier momento. Podría escribir el cuádruple de lo que hago ahora; pero no tengo ninguna prisa por hacerlo, total, sé que cuando muera lo haré con muchas ideas en la cabeza que nunca verán la luz. Las ideas acuden solas a mi mente, no preciso de un ambiente especial para desarrollarlas, y siempre las redacto primero en mis pensamientos antes de coger el teclado.
P.- Sueles colaborar en revistas de género.
R.- No, sólo en algunas publicaciones electrónicas. Años atrás colaboré en la revista Quantor de la Sociedad Chilena de Fantasía y Ciencia-Ficción (SOCHIF), pero ahora no lo hago. Tampoco hay medios dedicados al género en los que pudiera participar en Chile, no existen.
P.- ¿Y en España? ¿Cuándo veremos publicadas obras de Teobaldo Mercado?
R.- Según el contrato que firmé, quedan unos diez meses de plazo para que un libro mío vea la luz en la Madre Patria, aunque prefiero no dar nada por hecho hasta que suceda, ya tuve una mala experiencia hace un par de años. Pero soy optimista y creo que esta vez sí ocurrirá lo que desdeo desde hace tanto tiempo, esta editorial viene recomendada por alguien de confianza.
P.- Permíteme un par de cuestiones que planteo a mis entrevistados. El historiador Francisco Gijón pone en boca de uno de los personajes de su última novela: nadie que es feliz escribe, como tampoco nace el arte de ningún ser pleno.
R.- Eso lo encuentro absurdo, casi ridiculo. Se ha arraigado demasiado la imagen del artista como alguien infeliz o loco, en circunstancias que se trata de seres humanos como todos los demás. Ahora bien, el problema es que vivimos en una sociedad en la que hay muchas personas —demasiadas diría yo— que tienen problemas psicológicos. El estrés, la bipolaridad, la depresión son el pan de cada día y por ello no es de extrañarse que quienes escriban estén abrumados por eso. También hay algunos en los que son notorias sus obsesiones, las que permean todos sus escritos, como Arthur Clarke y su falta de fe en el amor. Pero no se puede generalizar, no todos somos iguales. Por último, dudo que exista alguien 100% feliz y pleno.
P.: Haruki Murakami dijo una vez que escribir novela es un reto, escribir cuentos un placer, que es la diferencia entre plantar un bosque o plantar un jardín. Has cultivado ambos géneros, ¿cómo lo ves?
R.- Para mí ambos géneros son placenteros, si bien reconozco que me siento mejor dentro de una novela porque me permite expresar con mayor profundidad la idea que tengo en mente. De igual forma, prefiero leer novelas antes que cuentos. En realidad, todo depende del interés, el empeño, que cada escritor ponga en lo que hace. Si escribe con el alma, entonces le darán igual cinco páginas que cincuenta. Yo tengo un par de novelas cortas que empezaron como una idea pequeña, un cuento, y que casi sin darme cuenta se extendieron más de lo esperado. Tardé cinco años en escribir Hacia otros universos y no me sentí ni abrumado ni urgido durante todo el proceso.
P.- No sólo de letras vive el hombre. ¿Dónde podemos encontrar a Teobaldo Mercado en la red? ¿Le dedicas mucho tiempo a ella?
R.- Le dedico al menos una hora al día, ya sea participando en foros como lector, escritor o traductor aficionado de subtítulos de series de TV, revisando mi correspondencia electrónica o simplemente mirando las novedades que me interesen. Sedice y NGC3660 están entre mis sitios favoritos, al igual que las bitácoras de algunos amigos.
P.: Para terminar no puedo dejar de preguntarte cómo ves el futuro de los libros.
R.- No lo veo tan complicado como algunos predicen, si no más bien como un elemento de nuestra cultura que permanecerá con nosotros. Se habla mucho del temor del libro electrónico y los textos en internet, sin embargo, los libros seguirán estando ahí, independiente del formato que adopten. La capacidad de crear y las ansias por leer no morirán y creo que eso es lo importante. A mí me da igual si leo un libro en papel o la pantalla de mi netbook, sólo me interesa el contenido, no el envase.
Un placer haber viajado contigo hacia otros universos.
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