—¿Entonces cómo puede explicar que le
reclamen desde el Ministerio del Interior? ―rugió casi afónico. Con toda
seguridad había mordido a todos los de la comisaría antes de decidir llamarme.
Y lo hizo por no haber sido informado de «mis amistades en lo alto».
—No tengo la menor idea, señor ―y esta
fue una y otra vez mi respuesta.
—¡Siéntese, Vivas! ¡Siéntese! ―peligro,
el tono paternalista―. ¿Quiere usted decirme que a los nuevos responsables del
Ministerio del Interior les ha venido por inspiración divina su nombre?
No hay comentarios:
Publicar un comentario