martes, 23 de octubre de 2018

Escena de Versos envenenados, 16


         
   Aguarde unos momentos, en seguida le recibirá― le informó Carmen, indicándole con un gesto los seis sillones que se encontraban a la izquierda de la puerta de entrada, que hacía las veces de sala de espera.
            Muy bien, perfecto. De acuerdo. Bien. Bien, bien fue repitiendo mientras tomaba asiento.
            Volvió a sonar el teléfono. Carmen sabía que era para llamar a la señorita equis, la amante del señor Clavel. Y así fue. Cuando concluyó la llamada, volvió a conectar con la centralita y le pidió que acompañase al señor Carlos Pujante a su despacho.
            Mientras recorrían los pocos metros que les separaban, él le preguntó, con aquella sonrisa que cautivaba:
            ¿Te gusta la poesía?

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