domingo, 5 de abril de 2015

Decaedro, de VV.AA. (Reseña nº 715)

Mario Aznar Pérez, Cleofé Campuzano Marco, Salvador Feneti, Juan Antonio Fernández Herraiz, Sylvia López Davis, Belén López Marin, Gabriel López Martínez, David Roas, Gilberto Daniel Vásquez Rodríguez. 
Decaedro
Edición de los autores, 2014

Los libros de relatos tienen una magia especial para el lector que sabe apreciar lo que sostiene entre manos y ojos. Breves historias intensas que le transportarán allá donde su imaginación, puesta al servicio del autor, le permita. Ya lo he comentado otras veces, conforme voy cumpliendo años los cuentos se me hacen más caros, por su proximidad, por su intensidad, por su brevedad muchas veces... tal vez incluso por lo mucho que me queda por leer.

Si el libro de cuentos es, como en esta ocasión, colectivo, la magia se agudiza, alimentada por las muy diferentes formas de describir los sueños, los hechos, las historias.

Eso es lo que he encontrado en Decaedro: breves y largas historias, entrelazadas por el amor a la obra de Cortázar. No, no vamos a encontrar la solución a los grandes problemas de la humanidad, en absoluto; pero sí que durante el tiempo que nos adentremos en sus páginas, y nos dejemos llevar por las narraciones, todos esos problemas quedarán aparcados, mientras ellos, los autores, nos adentran en el mundo del autor por el que sienten devoción, en este homenaje que le tributan por el primer centenario de su nacimiento.

Nueve autores, nueve historias, nueve formas de homenajear a Cortazar en el que fue su año, Vicente Cervera no lo dice en el prólogo: "el lector deambulará por los ecos cortazarianos. Y lo hará en planos diversos". Por cierto, un prólogo que es todo un placer leer, esa disertación sobre el punto vélico.

Tienes razón, Vicente, cuando lo he cerrado (muchas gracias, Gabriel, por descubrirme este vuestro libro) me he quedado mirando ese punto lejano, desde mi ventana, mientras me preguntaba, ¿y ahora?

Francisco Javier Illán Vivas

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