sábado, 1 de diciembre de 2012

No quedan lágrimas

Ha bajado un año,
su campo de nubes
secando, una a una,
las lágrimas hombrunas.

Ya no hay
amaneceres desiertos
ni palmeras a lo lejos
ni pistolas que disparan
balas despiadadas.

No quedan lágrimas
ni palabras en la nieve,
no es necesario
empujar las nubes,
abandoné
la hermanda de la inocencia,
soy un ser sin edad,
si fuese mujer,
mis senos colgarían
como pellejos vacíos,
con el dolor por causa.

Ha amanecido un año
y puedo volver,
ordeñadora matutina,
a ser pregonero del día
con ojos nuevos
leyendo el paisaje,
heredando,
una a una,
las gotas de agua de nieve.

Ha bajado un año.


Francisco Javier Illán Vivas
Crepusculario

2 comentarios:

markes.kaliche dijo...

No sé decirte si me ha gustado más
la primera vez que lo he leído o la
tercera - o cuarta - lo que sí te
puedo decir es que me ha impactado
por el desorden y la desidia que
nos muestras y que descompones
al final de la poesía de forma
magistral.
Un fuerte abrazo y sin duda tienes
un duende soplándote algo en tu
cabeza, aunque haya que leerlo dos
o tres, o cuatro veces para poder coger toda su esencia (como me he
enrollado,lo siento)

Francisco Javier Illán Vivas dijo...

Gracias.
Ya sabes que todo se desmorona, cuando quedan lágrimas, pero también cuando no quedan.