viendo llorar a la lluvia,
una nube corre vergonzosa
gorriones roban los sueños
de diminutos guijarros
entre los abandonados cañizos.
La maleza suplantó tomateras,
sin miramientos aplastó el huerto,
aún escucho el olor
desbordante de sus manos
trabajando una tierra hostil.
Frío en los huesos.
unas caverneras trinan,
la lluvia llorando
por los recuerdos de un niño
que el tiempo arrastrará.
Francisco Javier Illán Vivas
Crepusculario
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