viernes, 29 de julio de 2011

Manglares (dolorida)

El pasado 24 de septiembre de 2010 se publicó esta entrada. He querido traerla a la actualidad ya que el pasado 26 de julio fue el Día Internacional de la Defensa del Ecosistema Manglar.

Un ecosistema que me permitió escribir este poema.



Buscaba sabores nuevos de uno a otro lado,
sabía, no sé el motivo, que encontraría
en las estípulas colgantes un puñado
y cuando comencé, y aún hoy todavía
recuerdo el sabor del manglar
que me fue permitido con la lengua alcanzar.

Labios rojos de sangrienta amapola
volátiles como estambres sedosos de acacia
volé sobre ellos con alas de oropéndola
del viaje, fuertes como rubíes, se anuncia
peligrosos como flores de buganvilla
recibí el primer anillo junto a tu mejilla.

Besé con deseo tus tulipanes
bulbosos labios florecientes
camelias aromáticas guardianes
de tu lengua de cerezas ardientes
la besé y aspiré, me supo a manzana
del Jardín de la diosa Diana.

Se abrieron a mis ojos y a mi vuelo
los Montes de Siva coronados de nenúfares
bayas que aún hoy anhelo
y canto entre miles de juglares
nevadas cumbres de oronjas
verdes, amarillas y toronjas.

Mi boca besó el sombrero maduro
de tu sedosa oronja yema de huevo
suave, suave dijiste ante el apuro
del ímpetu de mi deseo nuevo
no podía detenerme
ni deseaba de chupetear distraerme.

Embebido estaba en tus senos
rosal de Alejandría
mis labios de glotonería plenos
de los cabellos de venus no me alejaría
aunque las pequeñas y fragantes campanillas
traían perfumes de otras maravillas.

Descendí hacia la perfumada aventura
campos de búgulas tapizantes
me hablaron de tu carnosa cintura
las Reinas de la Noche brillantes
me abrieron un doble cucurucho de calas
blancas, y amarillas, blancas escalas.

Y en ellas consumí la primavera
dos grandes flores en forma de embudo
jugoso pedúnculo que mi beso espera,
sabes que escribí, a tu ombligo desnudo
que vive en sombríos lugares
cerca, cerca, de los succionadores manglares.

Llegó a mis oídos la lejana llamada
del clavel y la clavelina
como mensajera de la sabrosa jornada
con lengua de deseo viperina
busca, busca ansiosa la orquídea duradera
entre manglares impaciente sé que me espera.

Anduve con la lengua entre raíces zancosas
¿era una orquídea o una mandrágora?
como rejas de cárcel primorosas
guardan el jugoso secreto que atesora,
pero busqué y encontré los estambres
besé pétalos, sépalos, estigmas y enjambres.

¡Creí encontrarme ante la raflesia de las flores!
y cuando quise besar fui succionado
por la epífita flor de mil sabores
mundo de tu mundo sagrado
no hubo ni una raíz, ni un retoño
que no besara aquel lujurioso otoño.

Eres difícil de encontrar orquídea arqueada
de pétalos de sabor jacarandosos
siempre entre manglares camuflada
encontrarte es el placer de los placeres gozosos
desde entonces soy jardinero
de deseo por volverte a ver, sincero.

Sé que el acto del riego es delicado
si bien en verano y primavera
puede hacerse más continuado
tendré la paciencia en la espera
para regar con manguera prudente
aunque por regarte vivo impaciente.



© Francisco Javier Illán Vivas
De mi libro "Con paso lento"
Imagen, Atalanda e Hipómenes, de Guido Reni
Pinacoteca de Nápoles

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