lunes, 17 de agosto de 2009

Prólogo a Urnas de Jade I Leyendas, de David Prieto Ruíz


No importa dónde se ha nacido, quizá tampoco los lugares en los que se ha estado; nuestra realidad es la lengua que utilizamos para contar, para contarnos aquello por lo que hemos pasado; aquello en lo que hemos soñado.

Así comenzaba el profesor José Luis Martínez Valero el comentario a un libro que me es muy caro, y así debe ser en el caso del autor y del libro que nos ocupa. Porque esta novela cumple con los requisitos de la tradición de nuestra cultura, desde el viaje de Odiseo: detrás de todo hay un secreto. Un secreto, comentaba Juan Ángel Juristo, que no deja de ser en último término algo que enriquece a aquel que lo lleva a cabo.

En efecto, David Prieto Ruiz nació en Salamanca hace casi treinta años, señala con cierta coquetería, pero vivió esa etapa de la vida donde realmente se es libre, libre y soñador, en Zamora, regresando a la Ciudad Amarilla con dieciocho años, dispuesto a encarar el gran reto de su vida: estudiar medicina, cuya especialidad está presto a terminar y que habrá finalizado cuando leáis estas líneas, desconocidos lectores. Me confesaba en una breve epístola que en aquella época de su vida, en la que se es atento, entusiasta, participativo y aventurero, no le ocurrió nada digno de mención, y discrepo de ello. ¡Claro que le ocurrió! ¿Acaso lo imagináis como un ciego mareando el aire a bastonazos? Seguro que no. Sin saberlo, David se estaba preparando, pues su narrativa no brota de la nada. Goethe, el gran poeta alemán, comentaba así esos periodos improductivos: no podemos hacer otra cosa que apilar leña y dejar que se seque: se incendiará a su debido tiempo.

Así es, estuvo apilando leña: viviendo, leyendo, mirando con ojos atentos, entusiastas, participativos, aventureros.

No hay otra forma mejor de explicar el nacimiento de Urnas de Jade. El autor nos confesará que empezó en la escritura relativamente tarde, hace unos siete años, y casi por casualidad: y lo hizo con ésta hermosa trilogía que he tenido el placer de leer y comentar con él, en largas epístolas, a través del portal de Sedice.com.

Pero no sólo las Urnas de Jade. En este tiempo la leña que fue apilando se ha mantenido ardiendo con un ímpetu sorprendente: once novelas largas, dos cortas y muchos relatos, tocando todas las facetas del diamante de la narrativa, no se ha quedado sólo en lo fantástico.

Llega el momento de que toda esa vasta producción literaria vea la luz y que nosotros, lectores, nos dejemos seducir por la magia. Porque, durante la lectura de esta novela, la vida nos concederá una tregua, incluso una amnistía provisional, como decía Fernando Marías. No nos preocupará esa Verdad Incómoda de Al Gore, ni la televisión, ni el impuesto sobre la renta, ni la polución, ni las crisis energéticas. No, no nos preocupará el cambio climático, ni la desaparición de los casquetes polares.

Nos adentraremos en un mundo que nunca existió, pero que ciertamente debería haber existido, en palabras de Lin Carter. Un universo fascinante, romántico, aventurero, donde todos los hombres son atractivos y heroicos, y todas las mujeres increíblemente hermosas. Un mundo de extraños monstruos, de siniestros magos y donde los dioses existen realmente.

Porque, ya lo decía Albert Camus: los que escriben con claridad tienen lectores, los que escriben oscuramente tienen comentaristas.

David Prieto Ruíz escribe con claridad.


FRANCISCO JAVIER ILLÁN VIVAS
Murcia, 20 de diciembre de 2006

4 comentarios:

Esteban González García dijo...

Precisamente es el libro que estoy leyendo (muy despacito, pero sin pausa).

Alex dijo...

Una gran introducción a una gran novela, enhorabuena Paco.

François de Fronsac dijo...

Gracias.

El libro, la novela, se lo merece.

dStrangis dijo...

Jo, gracias a todos.
Y Paco, ya estoy con la entrevista. Esta tarde, si no pasa nada te la enviaré.