viernes, 26 de junio de 2009

Hablando de libros con Mariano González Campo



Mariano González Campo, Murcia, 1968, es licenciado en Filosofía pura por la Universidad de Murcia, B.Ph.Isl en Filología islandesa por la Universidad de Islandia y titulado en lengua y cultura feroesas por la Universidad de las Islas Feroe. Ha realizado estudios de antropología y arqueología en las Universidades de Murcia, Granada y Gotlandia e Islandia.

Ha publicado del islandés moderno Puedes llamarme Bubu, 2004 y Traigo un mensaje para Bubu, 2002, de Þorvaldur Þórsteinsson, el drama de Jóhann Sigurjónsson Loftur el Brujo, 2005. La edición y traducción de Al-Ghazal y la embajada hispano musulmana a los vikingos en el siglo IX, 2002 y diversos artículos sobre estudios nórdicos.

Ha traducido del islandés antiguo la Saga de Hervör, 2003 y la Saga de Bósi, 2003. También ha traducido del gotlandés antiguo la Guta saga (Historia de los gotlandeses) y del inglés antiguo la versión anglosajona de la leyenda de Teófilo.
Le entrevistamos por
Saga de los feroeses, que ha traducido y editado.

Actualmente prepara su doctorado en el departamento de inglés de la Universidad de Murcia y es investigador en la Universidad de Bergen sobre la lengua y cultura noruegas.

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Pregunta.- ¿Qué lleva a un murciano a interesarse, aprender, leer y traducir una saga sobre las Islas Feroe?
Respuesta.- Compleja pregunta la que me formula, pues el interés por la cultura, historia, literatura y lengua de las Islas Feroe forma en mi caso parte de un complejo periplo iniciado hace más de 15 años en Islandia, donde comencé a introducirme en serio en el apasionante mundo de las brumas nórdicas. No creo que exista una relación directa entre ser murciano y la pasión por el Norte, aunque es cierto que algo de romanticismo decimonónico hay detrás de ello. Del mismo modo que muchos románticos del centro y norte de Europa se sintieron atraidos en su momento por la cultura mediterránea, un mediterráneo como yo no ha podido resistirse a la atracción de los misterios de aquellas latitudes hiperbóreas.


P.- En su biografía se pueden leer muchos títulos relacionados con la cultura vikinga y, en el libro que nos ocupa, con la feroesa. Gunnar Hoydal habla, en la separata que lo acompaña, del duende feroés. ¿Le ha cautivado a usted ese duende?
R.- Es difícil no dejarse cautivar por el duende feroés una vez que se ha visitado aquel archipiélago atlántico, aún a salvo de muchos de los males que sufrimos en países continentales como España. Su naturaleza, su clima, sus gentes, sus colores…Creo que cualquier persona con un mínimo de sensibilidad y curiosidad no puede evitar dejarse sorprender y cautivar por un país tan pequeño y tan distinto, pero a la vez tan nuestro, tan europeo. En mi caso concreto, más que cautivado, me siento totalmente poseído por ese duende feroés. De otra forma, no podría explicarme el esfuerzo invertido en aprender una lengua tan endiabladamente compleja como el feroés.


P.-¿Son las islas Feroe islas de corderos?
R.- El propio nombre autóctono, Føroyar, es decir, Islas Ovinas, así lo indica. Además, creo que es un topómino bastante justo, pues el ganado ovino sobrepasa en número a la población humana de las islas.


P.- Una saga escrita a principios del siglo XIII. ¿Cuánto hay en ella de mito y cuando de realidad?
R.- Teniendo en cuenta que la saga, escrita como bien indica Vd. en el siglo XIII, pretende relatar acontecimientos acaecidos varios siglos antes basados en gran medida en la tradición oral, es sumamente difícil distinguir entre qué hay de leyenda y qué de realidad en ella. Pero puede decirse que sobre una base histórica real, el anónimo autor de la saga ha vertido diversas creencias de la época que nos dicen mucho sobre la mentalidad y manera de interpretar el pasado y la realidad. Personalmente creo que esa mezcla consciente o inconsciente de leyenda y realidad es uno de los rasgos más atractivos de la literatura nórdica medieval.


P.- A lo largo de su lectura conoceremos cómo se produce la anexión noruega de las islas.
R.- En efecto, los conflictos entre los personajes principales de la saga, Þrándr de Gata y Sigmundr Brestisson, vienen a plantear, a modo de microcosmos, el proceso por el cual Noruega terminó anexionandose las Islas Feroe. Por supuesto, el proceso histórico real fue más complejo que el retratado por la saga, pero ésta ofrece una interesante forma casi novelada de tratar el tema. A su manera, es un modo harto entretenido y didáctico de hacer historia prácticamente pionero en Europa en aquella época.


P.- Otro elemento fundamental de la narración es la introducción del cristianismo y las dificultades que encontró por parte de los lugareños, fieles al paganismo, así entendido entonces.
R.- Es curioso observar en la saga que, pese a la notoria inclinación cristiana por parte de su anónimo autor, éste pretende retratar de un modo lo menos maniqueo posible el choque de mentalidades que se produjo como consecuencia de los intentos de introducción del cristianismo en las islas. A partir de ahí, las interpretaciones son múltiples, aunque la más común es aquella que sostiene que el pagano Þrándr de Gata representa el modo de vida tradicional de las islas mientras que el cristiano Sigmundr Brestisson simboliza cierto imperialismo noruego que utiliza la religión como arma de sumisión política. Pero sea como fuere, repito que es interesante observar que tanto Þrándr como Sigmundr poseen sus virtudes y sus defectos, con independencia de las creencias religiosas a las que estén adscritos.


P.- Relacionado con esto último, y con lo que le inquirí en la, digamos, pregunta cuarta, es el elemento mágico, a mi entender representado en Þrándr, que es muy relevante en la narración.
R.- Ciertamente. Además es ese elemento mágico el que dota a la saga de un atractivo especial, no sólo por su interés antropológico a la hora de vislumbrar ciertas creencias y rituales paganos de la época, sino también porque crea en ocasiones una atmósfera sobrenatural sin la cual la narración pecaría de excesivo realismo. En este sentido, la figura de Þrándr de Gata es imprescindible en el tono general de la narración. Salvando las distancias en el tiempo y el género literario, ¿se imagina Vd. que, por ejemplo, “El señor de los anillos” de Tolkien se limitara a narrar el viaje de unos amigos intentando zafarse de un anillo a costa de excluir en su trayectoria la magia de un Gandalf o los elfos? De haber sido así, mucho me temo que la célebre obra de Tolkien adolecería del inmenso atractivo que posee para tantos lectores en todo el mundo. A su manera, lo mismo ocurre con la “Saga de los feroeses” y, por extensión, con gran parte de la literatura nórdica medieval en la que tanto se inspiró el propio Tolkien.


P.- Incluye usted, en la presente edición, la Carta Ovina. ¿Qué es esa Carta Ovina?
R.- La Carta Ovina es un documento legal medieval que no es más que una suerte de enmienda de las leyes noruegas del Gulaþing aplicadas a las circunstancias concretas de las Islas Feroe. Básicamente, la Carta Ovina pretende regular el uso de los pastos y el ganado ovino para evitar conflictos entre sus propietarios. Si se lee con la debida atención, se pueden vislumbrar en este documento interesantes datos sobre la forma de vida de la época.


P.- Además de los títulos de libros que hemos citado al principio, incluso de muchas colaboraciones en revistas especializadas, mantiene usted una bitácora:
El cuaderno del feroés.
R.- Así es. El Cuaderno del Feroés pretende ser una dimensión más dentro de mi interés por la cultura feroesa y nórdica en general. En realidad no deja de ser un mero “divertimento” personal, pues lo que en realidad me gustaría hacer es crear una revista especializada en cultura escandinava que, si no peco de excesivo optimismo, creo que podría tener una buena acogida entre los interesados en países como Suecia, Dinamarca, Islas Feroe, Islandia, Noruega, Finlandia y Groenlandia. En ello estoy, aunque como sucede con estas cosas, todo depende en gran medida de subvenciones y apoyos de organismos interesados.


P.- Después de escribir tantos ensayos, traducir libros, conocer esa cultura tan profundamente, ¿no se ve tentando por las musas a escribir una novela?
R.- Digamos que las musas han llamado de vez en cuando a mi puerta, pero soy bastante reacio a abrírsela. Por una parte, porque estoy demasiado ocupado en diversos proyectos que me impiden tener el tiempo y concentración suficientes que una tarea así demanda y, por otra parte, porque no confío mucho en mis dotes como narrador. Pero bueno, algunas ideas tengo, aunque dudo mucho de que las materialice en un futuro más o menos próximo.


P.- En España estamos viviendo una auténtica cruzada laicista, analfabetista, desculturalista, de tal forma que, a mi entender, el gobierno de la nación hace todo lo posible por que olvidemos nuestra tradición cultural. ¿Qué sentido tiene recuperar viejas sagas, historias y tradiciones para el pueblo feroés?
R.- Como se dice vulgarmente, el nuestro es un país que ha pasado “de calvos a melenudos” de una forma bastante absurda. Creo que es un tremendo error confundir el progresismo con la eliminación o manipulación sistemática del pasado, de la tradición. En este sentido, la recuperación de las viejas sagas nórdicas, o de la antigua literatura europea en general, es muy importante para saber de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde podríamos ir estableciendo un continuo diálogo con nuestro pasado con el fin de aprender de él y modificar o poner al día lo que ya no resulte válido, pero siempre desde el respeto y el conocimiento.


P.- ¿Cuándo regresa Mariano González Campo a Murcia?
R.- Esa es la pregunta del millón. Para ser sincero, he de decir que aunque como buen murciano me encanta Murcia, sus calles, sus gentes, su atmósfera, etc. En Escandinavia me siento como en casa, o al menos como en mi segunda casa. Lo ideal sería poder combinar ambas geografías de algún modo, y en ello me encuentro, buscando una solución satisfactoria. A fecha de hoy, no sé cuándo regresaré a Murcia.


P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros, el futuro de los mismos, ¿cómo lo ve el traductor de sagas?
R.- El futuro de los libros depende siempre de una extraña combinación entre el número de lectores, la promoción y el interés de lo que el mercado bibliográfico ofrece. Aunque, que yo sepa, en España no se lee ni por asomo tanto como en Escandinavia, en principio no veo excesivamente mal el futuro de los libros en nuestro país. Al menos se publica bastante, aunque no se lea tanto…y afortunadamente los libros aún no son tan susceptibles como la industria musical de quedar afectados por la plaga del pirateo informático. Un aspecto que sí me parece digno de mención es que en España, aunque se publica mucho, no se fomenta mucho la lectura, ni siquiera se promocionan adecuadamente textos de gran interés que, como las sagas nórdicas, suelen quedar relegadas a las estanterías de unos pocos interesados de antemano. Como especialista en la materia, me asombra en cierta manera que todo el mundo conozca la obra de Tolkien o Jorge Luis Borges, pero no los textos de los que bebieron en gran medida para componer parte de sus respectivas obras. Pero repito, esto va frecuentemente ligado a la falta de promoción, ya sea por ignorancia o por priorizar lo estrictamente comercial, que no siempre es garantía de calidad. Sea como fuere, mientras abunden en los medios de comunicación españoles los infames programas de cotilleo a expensas de los culturales, el mercado bibliográfico siempre quedará relegado a una más o menos selecta minoría, cuando en realidad debería alcanzar a un espectro de población mucho más amplio.


Muchas gracias.

2 comentarios:

Roque Pérez Prados dijo...

Un punto de vista interesante de este escritor afincado en las Islas Feroe. Es enriquecedor conocer culturas tan distintas de las nuestras (y tan distantes)

Una buena entrevista. Felicidades a ambos. Un saludo.

Perlita dijo...

¡Madre, mía...! ¡Qué mérito tiene este hombre! Por muy enriquecedor que pueda ser todo eso de las traducciones, la cabeza tiene que tenerla como un fósforo encendido. Mi enhorabuena por su trabajo, me figuro que pacientísimo, y mi confesión entregada y sincera de que nunca voy a aprender los idiomas que él maneja. Digno de admirar.