domingo, 28 de diciembre de 2008

Rosa Cáceres comenta El rey de las esfinges


La escritora Rosa Cáceres publicó, el pasado 6 de diciembre, un extenso comentario sobre El rey de las esfinges en su bitácora, Con el corazón en la mano, que me atrevo a reproducir a continuación:
(No añado ningún comentario, para que vosotros y vosotras lo disfrutéis)

EL REY DE LAS ESFINGES de Francisco J. Illán Vivas
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La segunda novela de lo que será la trilogía “La cólera de Nébulos”, que comienza con “La Maldición”, alcanza la misma altura, si no más, que la primera. La he leído con sumo placer y también con más facilidad que la primera. No, desde luego, porque se trate de una lectura fácil (muy al contrario, es tan elaborada y compleja que la he leído lápiz en mano, realizando anotaciones en los márgenes), sino porque se pisa un territorio conocido en cierta forma. Los parajes son diferentes, pero los transitamos guiados por Eleazar y Eostes, los protagonistas de la anterior novela, a los que ya habíamos acompañado en la anterior novela y por los que sentimos simpatía.
La portada se debe a Álvaro Peña, que elige para ella la estética del cómic, que domina perfectamente. Eleazar, con su espada Dragona en mano, se enfrenta a una abominación en tierra Astegia.
El prólogo es de Luis Alberto de Cuenca.
Estructuralmente, es una obra redonda, es decir, perfecta. Se puede leer como libro independiente, pero está sabiamente conectado con la primera novela a través de referencias, coherentes y oportunas, y de los recuerdos de uno u otro héroe de la estirpe de los Eternos. El tuerto Wottan, Nébulos, Carmesí, Annae, los feroces afros, entre otros, vuelven a aparecer en la historia, pero ahora Eleazar y Eostes caminan por nuevos parajes igualmente peligrosos e inquietantes, eso sí, y nos ponen el alma en vilo cada vez que se ven obligados a luchar con alguno de los engendros que les van saliendo al paso, seres infernales, creados por el mal, procedentes del mismo infierno. En su temeraria aventura entran en contacto con seres mitológicos y horribles abominaciones que son novedosas en esta nueva entrega y que, por tanto, nos sorprenden y fascinan.
En la estructura hay otro acierto, y es que el autor, con mano maestra, la dota de un final abierto que nos deja a la par satisfechos con respecto a la parte narrada, que es excelente, y además, por eso mismo, ansiosos de conocer de qué modo continuarán las andanzas de los dos Celestiales en territorio Humano y cómo repelerán la amenaza que se cierne sobre ellos y que les viene ahora de parte del monstruoso Anteo. Lingüística y léxicamente es una obra sin tacha. El autor hace gala de un vocabulario riquísimo y preciso como un dardo que da en el centro de la diana una y otra vez. A este respecto, hay que destacar el dominio absoluto de la adjetivación epitetal, por la que, sin duda, siente preferencia el autor, seguramente por el altísimo poder connotativo que conlleva. Ejemplos fehacientes son expresiones como abominables cabezas, repulsivos cuerpos, deformes miembros, apestosas entrañas, todo en un mismo pasaje descriptivo.
Las metáforas son igualmente acertadas (rompecabezas de miembros mutilados) y lo mismo ocurre con las prosopopeyas o personificaciones : Dragonia y Halcona, que son respectivamente la espada y el hacha de Eleazar, cantaron una canción de sangre y muerte- escribe el autor.
Hay comparaciones hiperbólicas tremendamente gráficas (bebiendo como un hipopótamo) y otras tan explicativas como las sienes les golpeaban como yunques.
No es necesario hacer más hincapié en lo que cualquier lector de Illán Vivas percibe mucho antes de terminar cualquiera de sus obras: estamos ante un genial maestro de las palabras, la frase, la narración y su ritmo y también del diálogo.
Illán Vivas es hombre polifacético y una de sus habilidades es la creación de personajes, sin embargo, asombra igualmente su erudición en materia de mitología. Siendo, como es, la Mitología una de mis debilidades desde que era niña, excuso decir lo mucho que he disfrutado descubriendo o redescubriendo los mitos clásicos en “El Rey de las Esfinges”.
Esta novela del género de aventuras épicas fantásticas tiene una doble lectura; una, la que primero salta a la vista, para los que reciben de nuevas todas estas alucinantes historias y conocen por primera vez este elenco de seres extraordinarios que aparecen junto a Eleazar y Eostes, para bien o para mal de ellos. Y una segunda lectura para los que habiendo gozado ya de obras clásicas grecolatinas, como “La Odisea”, “La Eneida”, “Edipo”, o germanas como “Los Nibelungos”, o tal vez se han adentrado en el misterioso mundo del Antiguo Egipto, vuelven a encontrase con los temas y las leyendas viejas como el mundo y, por eso mismo, eternas desde nuestra óptica humana.
Desde el mismo título de la novela nos asalta el recuerdo de Egipto y también el de la Grecia más clásica en su teatro. Eostes se enfrenta, como Edipo, al acertijo de la Esfinge y lo resuelve, como él.
Interesantísimo el capítulo X “Horus Faraón”, en el que se describe paso a paso el proceso de la momificación tan gráficamente como Mika Waltari logra en “Sinuhé el Egipcio”. El autor molinense nos sumerge en acertadas pinceladas en las creencias sobre el Más Allá del pueblo de los faraones.
A mi modo de ver, la novela crece y se eleva a sus máximas cotas en los últimos capítulos. El autor ha dosificado perfectamente el ritmo de la intriga que se acentúa al final. A partir del capítulo XI todo es mucho más intenso, tal como si el escritor realizara un alarde narrativo con el fin de atrapar el interés del lector definitivamente. Y lo logra, doy fe.
Otra cuestión merecedora de comentario son los dos pasajes de subido tono erótico que también se hallan en estos últimos capítulos (Neftis y Eleazar, y Ariadna y Eostes, este último con sorpresa incluida), elegantemente tratados, con exquisita finura, son una nueva andanada del autor que derriba cualquier última resistencia del lector, tan encantadores son y tan bien tratados están.
Sobre “El Rey de las Esfinges” se podría escribir mucho más. Es una obra densa en su trama y densamente poblada, en sus personajes, así es que muchos detalles se me quedan en el tintero, pero no puedo omitir el comentario de dos pasajes que me han hecho sonreír por su picardía y su humor, que aligeran un tanto la historia:
Uno es cuando Nébulos dice a Eostes que sabe de sus constantes visitas a cierta cervecera de los dioses, sobrina suya, y que cree que Eostes bebe tanta cerveza para tener excusa de visitarla y evitar así que otros celestiales la cortejen.
Y el segundo es una exclamación de Eostes contestando al apremiante requerimiento sexual de Eris a quien ha dejado a medias: “¡Ven, ven! ¡Más, más!”. “¡Quién te haya engendrado va a seguir!” le contesta el héroe.
Son dos ocurrencias ciertamente graciosas vistas en su contexto, claro está.
El capítulo XII se titula “El Mar del Olvido”. No bebamos de sus aguas que borran todo el pasado y recordemos a algunos de los seres que pueblan estas páginas de Francisco J. Illán Vivas:
Harpías, Bucentauros (centauros con cuerpo de toro), Erinias que pese a ser monstruosas atraen con sus cantos que es preciso evitar tapando los oídos con tapones de cera blanda, como hizo Ulises con las sirenas, Eris la discordia, un ser casi vampírico que se vence con fuego y plata, pegasos alados, Anteo, con su treta para no ser vencido (no descubriré aquí en qué consiste) pigmeos, esfinges que tiene Rey, Suhamuk, que conoce el idioma celestial y propone enigmáticos acertijos, espejos que muestran el lado oscuro, el reflejo negativo de cada uno…
Todo lo dicho atrapa el interés del lector, pero es que aún hay más; queda el definitivo golpe de efecto: Eostes y Eleazar bajarán al Orco. Se nos anuncia al final de la novela, que queda así abierta como abierto queda el camino que conducirá a nuestros héroes a nuevas aventuras en el submundo infernal.
No cabe duda de que el autor maneja genialmente la argucia de Sherezade en “Las Mil y una Noches”. A ver quién es el lector de estas dos novelas de “La cólera de Nébulos” que no espera con impaciencia la tercera, que cerrará el círculo. No creo que haya ninguno capaz de abandonar en su periplo a Eleazar y a Eostes.
Dicen que a la tercera va la vencida, pero estamos seguros de que nuestros héroes Eternos no serán derrotados cuando se enfrenten a los poderes mágicos que abundarán en el Orco. Saldrán victoriosos. En cuanto al autor, Francisco J. Illán Vivas, vencerá de la mano de sus hijos de ficción y convencerá a todos sus lectores.

Rosa Cáceres

2 comentarios:

rudy spillman dijo...

No he leído todavía "El rey de las esfinges", pero sobre los comentarios de Rosa, doy fe por los conocimientos que poseo de este eximio escritor.
Pero permítanme agregar que si algo le faltaba a Francisco (Paco) como escritor, esto es, una comentarista de lujo como Rosa, la que a mi modesto entender logra introducir al lector antes de serlo, entre las páginas de esta tremenda saga y le ofrece la minuciosa y clara posibilidad de quedar enterado sobre la existencia de una obra que es menester que no pierda.
Mis más sinceras felicitaciones a ambos.

Rudy

Carmen María dijo...

Un pormenorizado comentario.